En 1995, la excelente revista feminista
Mujer/Fempres, que dejó de publicarse en diciembre de 2000, después de
una veintena de años ininterrumpidos de ediciones mensuales, hizo una
edición especial dedicada a las mujeres negras latinoamericanas y
caribeñas, donde fue publicado el artículo La Esclava en la Colonia, que
hoy difundimos. Fue escrito por la feminista venezolana María del Mar
Álvarez. Transcurridos 14 años de su publicación, el artículo continúa
siendo un importante documento de referencia, porque da a conocer
aspectos de la vida, datos históricos, de la mujer esclava venezolana,
no contados hasta ahora por la historiografía tradicional. Lo traemos
hoy a este espacio, en el marco de la conmemoración del Día
Internacional por la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres,
para rendirle un homenaje a la esclava venezolana heroica, por su
coraje, valentía y resistencia para enfrentar a la Violencia Social y a
la Violencia de Género extrema, de la que fue víctima.
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Por: María del Mar Álvarez*
La Autora |
La situación de los esclavos era de explotación. Considerados una
mercancía, eran tratados como un instrumento de trabajo. Constituyeron
el elemento que significó un cambio en la estructura económica
colonial. Sin el aporte de esa fuerza de trabajo, la expansión del
cultivo del cacao -petróleo de los siglos XVII y XVIII- no hubiera
tenido lugar.
El comercio de esclavos en Venezuela comenzó en el siglo XVI y tuvo
su mayor auge en el siglo XVIII. El bajo rendimiento del trabajo
indígena, primero en las minas y posteriormente en las labores
agrícolas, incrementó dicho tráfico.
Como mercancía, tuvo una reglamentación legal. Se exigía una tercera
parte de hembras en el lote general que se importaba. El sexo no
constituía un factor que determinase un mayor o menor valor. La edad, la
salud y las habilidades eran los elementos tomados en cuenta.
Como
mercancía, el esclavo podía ser objeto de diversas negociaciones –como
la venta- y la redacción del documento no era diferente al de la
enajenación de un inmueble.
El comercio de esclavos constituyó un negocio muy lucrativo para los
llamados negreros. Arrancados los negros de su tierra y grupo social,
fueron transportados a América en condiciones infrahumanas; sobrevivían
los más fuertes, un porcentaje considerable llegaba en malas condiciones
y otro tanto moría antes del arribo al nuevo destino.
No concluían sus penalidades cuando llegaban a tierra. Al
incorporarse al trabajo del amo, una vida de explotación les esperaba.
Aquellos con riesgo de la pérdida de su fortuna explotaban al máximo la
fuerza de trabajo esclava, hasta que perecían víctimas de desnutrición y
de diversas enfermedades.
En este contexto general, transcurrió la vida de la esclava en la
Venezuela colonial. Además de ser considerada una mercancía, constituyó
un objeto sexual para los amos y sus hijos.