Es frecuente la expresión «civilización industrial»
para referirse al mundo contemporáneo. Sin
embargo, este es un término
un tanto vago y que pareciera querer calificar un sistema mundial
progresivamente más complejo y en el cual tiene una función principal la
industrialización.
El proceso de industrialización representa el aspecto
más dinámico del fenómeno del desarrollo. Es evidente que los países
que hoy se consideran desarrollados, han pasado por un proceso de
industrialización tal, que ha modificado la estructura de todo su
sistema. Por este carácter dinámico y la capacidad de transformación
estructural que le es inherente, los países en desarrollo ven en la
industrialización la piedra angular sobre la cual asentar su desarrollo
económico y social.
La expansión industrial ha alterado profundamente los
sistemas sociales, creando nuevos bienes, diversificando los patrones
de consumo, introduciendo nuevas necesidades, alterando las estructuras
económicas, sociales y políticas y, fundamentalmente, acelerando el
proceso de expansión económica a nivel mundial.
Como el proceso de industrialización permea a todas
las manifestaciones del sistema social, afectará al medio ambiente tanto
a través de su impacto directo como indirectamente, al provocar
alteraciones en la dinámica social.
El impacto directo de la industria sobre la
naturaleza se produce básicamente por la ocupación del espacio, la
utilización de los recursos naturales y la generación de residuos:
desechos y contaminantes. De estos impactos, la contaminación es el
aspecto que ha sido examinado más detalladamente, y no es raro encontrar
opiniones en el sentido de que sería la única forma de impacto de la
industria sobre el medio. Más aún, ciertos programas de industria y
medio ambiente se limitan exclusivamente a dicha manifestación.
Este enfoque prevalece en los países
industrializados, cuyos habitantes sufren los efectos de la
contaminación directamente, efecto en muchos casos inmediato. El hombre
común lo percibe en sus lugares de trabajo o en sus zonas de residencia.
Sin embargo, hay otro vínculo estrecho entre la
naturaleza y la actividad fabril, y es el que está constituido por la
utilización de los recursos naturales.