(Paso de los Toros, 14 de septiembre de 1920-Montevideo, 17 de mayo de 2009) Escritor uruguayo. Mario Benedetti fue
un destacado poeta, novelista, dramaturgo, cuentista y crítico, y, junto con
Juan Carlos Onetti, la figura más relevante de la literatura uruguaya de la
segunda mitad del siglo XX y uno de los grandes nombres del Boom de la literatura
hispanoamericana. Cultivador de todos los géneros, su obra es tan prolífica
como popular; novelas suyas como La tregua (1960) o Gracias por el fuego (1965)
fueron adaptadas para la gran pantalla, y diversos cantantes contribuyeron a
difundir su poesía musicando sus versos.
Mario
Benedetti
Mario
Benedetti trabajó en múltiples oficios antes de 1945, año en que inició su
actividad de periodista en La Mañana, El Diario, Tribuna Popular y el semanario
Marcha, entre otros. En la obra de Mario Benedetti pueden diferenciarse al
menos dos periodos marcados por sus circunstancias vitales, así como por los
cambios sociales y políticos de Uruguay y el resto de América Latina. En el
primero, Benedetti desarrolló una literatura realista de escasa experimentación
formal, sobre el tema de la burocracia pública, a la cual él mismo pertenecía,
y el espíritu pequeño-burgués que la anima.
El
gran éxito de sus libros poéticos y narrativos, desde los versos de Poemas de
la oficina (1956) hasta los cuentos sobre la vida funcionarial de Montevideanos
(1959), se debió al reconocimiento de los lectores en el retrato social y en la
crítica, en gran medida de índole ética, que el escritor formulaba. Esta
actitud tuvo como resultado un ensayo ácido y polémico: El país de la cola de
paja (1960), y su consolidación literaria en dos novelas importantes: La tregua
(1960), historia amorosa de fin trágico entre dos oficinistas, y Gracias por el
fuego (1965), que constituye una crítica más amplia de la sociedad nacional,
con la denuncia de la corrupción del periodismo como aparato de poder.
En
el segundo periodo de este autor, sus obras se hicieron eco de la angustia y la
esperanza de amplios sectores sociales por encontrar salidas socialistas a una
América Latina subyugada por represiones militares. Durante más de diez años,
Mario Benedetti vivió en Cuba, Perú y España como consecuencia de esta
represión. Su literatura se hizo formalmente más audaz. Escribió una novela en
verso, El cumpleaños de Juan Ángel (1971), así como cuentos fantásticos como
los de La muerte y otras sorpresas (1968). Trató el tema del exilio en la
novela Primavera con una esquina rota (1982) y se basó en su infancia y
juventud para la novela autobiográfica La borra del café (1993).
Mario
Benedetti
En
su obra poética se vieron igualmente reflejadas las circunstancias políticas y
vivenciales del exilio uruguayo y el regreso a casa: La casa y el ladrillo
(1977), Vientos del exilio (1982), Geografías (1984) y Las soledades de Babel
(1991). En teatro, Mario Benedetti denunció la institución de la tortura con Pedro
y el capitán (1979), y en el ensayo comentó diversos aspectos de la literatura
contemporánea en libros como Crítica cómplice (1988). Reflexionó sobre
problemas culturales y políticos en El desexilio y otras conjeturas (1984),
obra que recoge su labor periodística desplegada en Madrid.
También
en esos años recopiló sus numerosos relatos breves, reordenándolos, en la
colección Cuentos completos (1986), que sería ampliada en 1994. Junto a la
solidez de su estructura literaria, debe destacarse como rasgo esencial de los
relatos de Benedetti la presencia de un elemento impalpable, no formulado
explícitamente, pero que adquiere en sus textos el carácter de una potente
irradiación de ondas telúricas que recorre a los protagonistas de sus
historias, para ser transmitida por ellos mismos (casi sin intervención del
autor, podría decirse) directamente al lector. La predilección por este género
y la pericia que mostró en él emparenta a Mario Benedetti con los grandes
autores del Boom de la literatura hispanoamericana, y especialmente con los
maestros del relato corto: Jorge Luis Borges y Julio Cortázar.
En
1997 publicó la novela Andamios, de marcado signo autobiográfico, en la que da
cuenta de las impresiones que siente un escritor uruguayo cuando, tras muchos
años de exilio, regresa a su país. En 1998 regresó a la poesía con La vida, ese
paréntesis, y en el mes de mayo del año siguiente obtuvo el VIII Premio de
Poesía Iberoamericana Reina Sofía. En 1999 publicó el séptimo de sus libros de
relatos, Buzón de tiempo, integrado por treinta textos. Ese mismo año vio la
luz su Rincón de haikus, clara muestra de su dominio de este género poético
japonés de signo minimalista, tras entrar en contacto con él años atrás gracias
a Cortázar.
En
marzo de 2001 recibió el Premio Iberoamericano José Martí en reconocimiento a
toda su obra; ese mismo año publicó El mundo en que respiro (poemas) y dos años
más tarde presentó un nuevo libro de relatos: El porvenir de mi pasado (2003).
Al año siguiente publicó Memoria y esperanza, una recopilación de poemas,
reflexiones y fotografías que resumen las cavilaciones del autor sobre la
juventud. También en 2004 se publicó en Argentina el libro de poemas Defensa
propia.
Ese
mismo año fue investido doctor honoris causa por la Universidad de la República
del Uruguay; durante la ceremonia de investidura recibió un calurosísimo
homenaje de sus compatriotas. En 2005 fue galardonado con el Premio
Internacional Menéndez Pelayo. Sus últimos trabajos fueron los poemarios
Canciones del que no canta (2006) y Testigo de uno mismo (2008), el ensayo
Vivir adrede (2007) y el drama El viaje de salida (2008).
SI DIOS FUERA UNA MUJER
¿Y si Dios fuera mujer?
pregunta Juan sin inmutarse,
vaya, vaya si Dios fuera mujer
es posible que agnósticos y ateos
no dijéramos no con la cabeza
y dijéramos sí con las entrañas.
Tal vez nos acercáramos a su divina desnudez
para besar sus pies no de bronce,
su pubis no de piedra,
sus pechos no de mármol,
sus labios no de yeso.
Si Dios fuera mujer la abrazaríamos
para arrancarla de su lontananza
y no habría que jurar
hasta que la muerte nos separe
ya que sería inmortal por antonomasia
y en vez de transmitirnos SIDA o pánico
nos contagiaría su inmortalidad.
Si Dios fuera mujer no se instalaría
lejana en el reino de los cielos,
sino que nos aguardaría en el zaguán del infierno,
con sus brazos no cerrados,
su rosa no de plástico
y su amor no de ángeles.
Ay Dios mío, Dios mío
si hasta siempre y desde siempre
fueras una mujer
qué lindo escándalo sería,
qué venturosa, espléndida, imposible,
prodigiosa blasfemia.
pregunta Juan sin inmutarse,
vaya, vaya si Dios fuera mujer
es posible que agnósticos y ateos
no dijéramos no con la cabeza
y dijéramos sí con las entrañas.
Tal vez nos acercáramos a su divina desnudez
para besar sus pies no de bronce,
su pubis no de piedra,
sus pechos no de mármol,
sus labios no de yeso.
Si Dios fuera mujer la abrazaríamos
para arrancarla de su lontananza
y no habría que jurar
hasta que la muerte nos separe
ya que sería inmortal por antonomasia
y en vez de transmitirnos SIDA o pánico
nos contagiaría su inmortalidad.
Si Dios fuera mujer no se instalaría
lejana en el reino de los cielos,
sino que nos aguardaría en el zaguán del infierno,
con sus brazos no cerrados,
su rosa no de plástico
y su amor no de ángeles.
Ay Dios mío, Dios mío
si hasta siempre y desde siempre
fueras una mujer
qué lindo escándalo sería,
qué venturosa, espléndida, imposible,
prodigiosa blasfemia.
UN PADRE NUESTRO LATINOAMERICANO
Padre nuestro que estás en los cielos
con las golondrinas y los misiles
quiero que vuelvas antes de que olvides
cómo se llega al sur de Río Grande
Pdre nuestro que estás en el exilio
casi nunca te acuerdas de los míos
de todos modos dondequiera que estés
santificado sea tu nombre
no quienes santifican en tu nombre
cerrando un ojo para no ver las uñas
sucias de la miseria
en agosto de mil novecientos sesenta
ya no sirve pedirte
venga a nos el tu reino
porque tu reino también está aquí abajo
metido en los rencores y en el miedo
en las vacilaciones y en la mugre
en la desilusión y en la modorra
en esta ansia de verte pese a todo
cuando hablaste del rico
la aguja y el camello
y te votamos todos
por unanimidad para la Gloria
también alzó su mano el indio silencioso
que te respetaba pero se resistía
a pensar hágase tu voluntad
sin embargo una vez cada tanto
tu voluntad se mezcla con la mía
la domina
la enciende
la duplica
más arduo es conocer cuál es mi voluntad
cuándo creo de veras lo que digo creer
así en tu omniprescencia como en mi soledad
así en la tierra como en el cielo
siempre
estaré más seguro de la tierra que piso
que del cielo intratable que me ignora
pero quién sabe
no voy a decidir
que tu poder se haga o se deshaga
tu voluntad igual se está haciendo en el viento
en el Ande de nieve
en el pájaro que fecunda a la pájara
en los cancilleres que murmullan yes sir
en cada mano que se convierte en puño
claro no estoy seguro si me gusta el estilo
que tu voluntad elige para hacerse
lo digo con irreverencia y gratitud
dos emblemas que pronto serán la misma cosa
lo digo sobre todo pensando en el pan nuestro
de cada día y de cada pedacito de día
ayer nos lo quitaste
dánosle hoy
o al menos el derecho de darnos nuestro pan
no sólo el que era símbolo de Algo
sino el de miga y cáscara
el pan nuestro
ya que nos queda pocas esperanzas y deudas
perdónanos si puedes nuestras deudas
pero no nos perdones la esperanza
no nos perdones nunca nuestros créditos
a más tardar mañana
saldremos a cobrar a los fallutos
tangibles y sonrientes forajidos
a los que tienen garras para el arpa
y un panamericano temblor con que se enjugan
la última escupida que cuelga de su rostro
poco importa que nuestros acreedores perdonen
así como nosotros
una vez
por error
perdonamos a nuestros deudores
todavía
nos deben como un siglo
de insomnios y garrote
como tres mil kilómetros de injurias
como veinte medallas a Somoza
como una sola Guatemala muerta
no nos dejes caer en la tentación
de olvidar o vender este pasado
o arrendar una sola hectárea de su olvido
ahora que es la hora de saber quiénes somos
y han de cruzar el río
el dólar y su amor contrarrembolso
arráncanos del alma el último mendigo
y líbranos de todo mal de conciencia
amén.
con las golondrinas y los misiles
quiero que vuelvas antes de que olvides
cómo se llega al sur de Río Grande
Pdre nuestro que estás en el exilio
casi nunca te acuerdas de los míos
de todos modos dondequiera que estés
santificado sea tu nombre
no quienes santifican en tu nombre
cerrando un ojo para no ver las uñas
sucias de la miseria
en agosto de mil novecientos sesenta
ya no sirve pedirte
venga a nos el tu reino
porque tu reino también está aquí abajo
metido en los rencores y en el miedo
en las vacilaciones y en la mugre
en la desilusión y en la modorra
en esta ansia de verte pese a todo
cuando hablaste del rico
la aguja y el camello
y te votamos todos
por unanimidad para la Gloria
también alzó su mano el indio silencioso
que te respetaba pero se resistía
a pensar hágase tu voluntad
sin embargo una vez cada tanto
tu voluntad se mezcla con la mía
la domina
la enciende
la duplica
más arduo es conocer cuál es mi voluntad
cuándo creo de veras lo que digo creer
así en tu omniprescencia como en mi soledad
así en la tierra como en el cielo
siempre
estaré más seguro de la tierra que piso
que del cielo intratable que me ignora
pero quién sabe
no voy a decidir
que tu poder se haga o se deshaga
tu voluntad igual se está haciendo en el viento
en el Ande de nieve
en el pájaro que fecunda a la pájara
en los cancilleres que murmullan yes sir
en cada mano que se convierte en puño
claro no estoy seguro si me gusta el estilo
que tu voluntad elige para hacerse
lo digo con irreverencia y gratitud
dos emblemas que pronto serán la misma cosa
lo digo sobre todo pensando en el pan nuestro
de cada día y de cada pedacito de día
ayer nos lo quitaste
dánosle hoy
o al menos el derecho de darnos nuestro pan
no sólo el que era símbolo de Algo
sino el de miga y cáscara
el pan nuestro
ya que nos queda pocas esperanzas y deudas
perdónanos si puedes nuestras deudas
pero no nos perdones la esperanza
no nos perdones nunca nuestros créditos
a más tardar mañana
saldremos a cobrar a los fallutos
tangibles y sonrientes forajidos
a los que tienen garras para el arpa
y un panamericano temblor con que se enjugan
la última escupida que cuelga de su rostro
poco importa que nuestros acreedores perdonen
así como nosotros
una vez
por error
perdonamos a nuestros deudores
todavía
nos deben como un siglo
de insomnios y garrote
como tres mil kilómetros de injurias
como veinte medallas a Somoza
como una sola Guatemala muerta
no nos dejes caer en la tentación
de olvidar o vender este pasado
o arrendar una sola hectárea de su olvido
ahora que es la hora de saber quiénes somos
y han de cruzar el río
el dólar y su amor contrarrembolso
arráncanos del alma el último mendigo
y líbranos de todo mal de conciencia
amén.
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