"ABYA YALA: TIERRA EN PLENA MADUREZ"

domingo, 6 de enero de 2019

LEONARDO INFANTE. EL "NEGRO" INFANTE

 
LEONARDO INFANTE- EL "NEGRO"

A los quince años de edad, Leonardo Infante con toda energía y decisión de su carácter, se manifestó adicto a la magna revolución que aseguro las libertades.

Infante quien fue un combatiente de la independencia Latinoamericana nació en el año 1795 en la provincia de Maturín, también es conocido como “el negro infante”, era descendiente de una familia pobre acostumbrada al rigor de la servidumbre, no tuvo educación formal.
Siendo aún un adolescente, ya conocía los secretos de la cría y la doma de caballos, arriero de ganado en los llanos del oriente venezolano, lo que le permitió adquirir gran destreza como jinete, habilidad que  estaba unida a su fortaleza física, cuando tenía apenas 15 años de edad, se convierte en una de las primeras lanzas de la naciente gesta independentista y en uno de los más violentos y sanguinarios ejecutores de la “Guerra a Muerte” decretada por Simón Bolívar el 15 de junio de 1813 en la ciudad de Trujillo, ya que fue criado en la llanura, la revolución de 1810, operó en aquella alma una transfiguración, de repente el hombre de la llanura se convirtió en arcángel de la guerra.
El comportamiento de Infante en la acción de la primera batalla de Carabobo en 1814, le mereció las simpatías del Libertador Simón Bolívar y el grado de comandante, además lo destacó en la caballería ligera por sus brillantes aptitudes para el manejo de la lanza. Con este grado entró a formar parte de la famosa división, que al mando del benemérito general Pedro Zaraza, hizo la campaña en 1818 hacia el Oriente de Venezuela. Batiendo en el sitio de Beatriz, con un escuadrón de cien hombres, el 17 de julio de ese año, dos cuerpos volantes de doscientos jinetes cada uno, dependientes de la división que dirigía el español Francisco Tomás Mórales. Este encuentro, según los historiadores, por lo encarnizado del combate, presentó todos los aspectos de las grandes batallas, lo que representó para Infante una de sus mayores glorias guerreras. Solo escaparon veintiocho soldados, eliminando al enemigo más de la mitad de sus tropas y llevando al general Zaraza, setenta prisioneros como resultado de su triunfo.


Infante participo en numerosos combates tales como: Tucupido, Corozal, Lozana, Altagracia, Bocachico, Cuajaral, Arao, Carabobo, La Puerta, Aragua, Maturín, Magueyes, Urica, La Mesa, Chiribital, Bendición, Guaicara, Quebrada-honda, Alacranes, Juncal, San Félix, Mata de Miel, Achaguas, Calabozo, Misión de abajo, Oriza, Sombrero, Enea, Negritos, Ortiz, Cañafístolo, Beatriz, Rincón de los Toros, Queseras de el medio, Mantecal, Llano de Carácas, Gámeza, Bonza, Pantano de Várgas, Boyacá, Magdalena, Mucuchíes, Quilcacé, Bomboná, Taindalá, Pasto, Ibarra y Catambuco etc.
En su gesta, supo granjearse la amistad y el respeto de los generales José Antonio Páez y José Tadeo Monagas, bajo cuyos comando sirvió en su tiempo, ganándose por su valentía y lealtad la confianza. También gozó del aprecio y el respeto de los generales Simón Bolívar, José Antonio Anzoátegui y Carlos Soublette, en la famosa marcha del Casanare a Cundinamarca a través de los Andes.

En 1819, unido a las fuerzas del general José Antonio Páez, se encontró en la inmortal jornada de las Queseras del Medio y fue tal su faena en este sublime duelo, que el general Páez le obsequió su caballo y un trabuco y fue ascendido a teniente coronel, concediéndole al mismo tiempo la Cruz de los Libertadores de Venezuela. Sin embargo el mayor aporte de Infante a la causa independentista, la realizó en 1818 en el Rincón de los Toros, en jurisdicción de San José de Tiznados, cerca de Calabozo, cuando en una acción sorpresiva ejecutada por los españoles, Bolívar estuvo a punto de ser asesinado en ese sitio; pero en medio de la confusión de las tropas rebeldes, Infante eliminó al coronel Raimundo López, que comandaba la fuerza enemiga y enseguida dio a Bolívar su caballo para que se salvara, exponiéndose él a ser asesinado.

El coronel Leonardo infante escogió como su residencia a un suburbio de Santa Fe de Bogotá, cercano a un barrio llamado San Victorino. Era un sórdido lugar de taguaras, lupanares y fritangas; visitados a veces por individualidades que bajo la ingesta alcohólica se armaban peleas callejeras. Estos lugares era frecuentado por el coronel Infante; quien con sable encima se paseaba toscamente y algunas veces con algunos palos encima narraba con fluidez a quienes se le acercaban; como lo señalaremos más adelante, algunas anécdotas del general Francisco de Paula Santander; llamado por sus coterráneos “el hombre de las leyes”, que lo dejaban muy mal parado, en medio del fragor de algunas de las batallas que participo junto a él. Estos corrillos llegaban con cierta frecuencia a oídos de Santander, lo que fue despertando un particular rencor hacia el venezolano.

Decíamos que el coronel Infante visitaba al barrio San Victoriano y con especial interés a una casa de lenocinio habitada por Carmen Espejo y su hija Marcela Espejo; que además de vender bebidas espirituosas, preparaba platos de comida para sus mas asiduos visitantes. Infante cortejaba tanto a la madre como a la hija. Con similares intensiones hacia sus visitas esporádicas el teniente venezolano Francisco Perdomo, conocido por Infante y a quien no miraba con buenos ojos. Una noche en una de las tantas visitas a la casa de la Sra. Carmen Espejo, coincide con la llegada del teniente Perdomo, en esta oportunidad Infante estaba acompañado de uno de sus inseparables amigos llamado Jacinto Riera. Hubo entre aquellos dos militares un escarceo verbal que obligó a Perdomo a abandonar el lugar bajo la conseja de una de las damas presentes. Sino lo hizo a la carrera lo hizo a paso rápido. Este acontecimiento se dio el día 23 de julio de 1824; al día siguiente localizan el cadáver en las aguas del río San Francisco e inmediatamente fue detenido el Coronel Infante. Sin adelantarnos en las interioridades del juicio plagado de inconsistencias; podemos observar la presencia de dos elementos que debieron tomarse en cuenta. Primero que el teniente Perdomo, sino salió corriendo lo hizo a pasa ligero; mal puede pensarse que fuese alcanzado por Infante quien sufría de una cojera vitalicia y solo caminaba a duras penas ayudado por un bordón; también hay que agregar que fue detenido y luego dado en libertad su fiel acompañante para esa noche Jacinto Riera, que bajo juramento señalo que no sabía nada del asesinato de Francisco Perdomo. Su juicio y condena se dieron con celeridad gracias a las gestiones de Santander quien veía en el oficial la oportunidad para dar un castigo ejemplar a sus enemigos políticos y a aquellos militares que abusaran de sus privilegios. En el proceso Santander violó varios procedimientos y leyes.

De todas formas este asesinato le cayó a Santander como anillo al dedo para incriminar a como diera lugar al militar venezolano. Fueron llamadas a declarar tanto Carmen como Marcela Infante; quienes se limitaron a narrar, primero la presencia del coronel y luego el encontronazo verbal con el teniente Perdomo, luego la retirada del lugar de este ultimo. También fue llamado Jacinto Riera, señaló que era testigo de la presencia de los dos militares y de la retirada apresurada de Perdomo. Pero que nada tenía que ver con el asesinato. Fue liberado sin hacérsele ningún cargo.

Ya para el 10 de agosto de 1824, habían transcurrido 21 días; se conoce la sentencia a muerte. Sin testimonios fehacientes, sin pruebas y en todo momento el inculpado negando la autoría del crimen; que lo sostuvo hasta en los momentos que era fusilado. Veamos como estaba compuesto los jueces. El doctor Miguel Peña Presidente de la Alta Corte de Justicia, venezolano y conocido jurisconsulto; dice en su defensa posterior en el Senado, que la votación por parte de los tres ministros y de los dos jueces militares, tuvo el resultado siguiente: Coronel Encinoso por la absolución; Doctor Azuero a muerte, Coronel Obando a muerte, Doctor Restrepo a degradación y diez años de presidio. Doctor Peña, absolución.

La votación como acabamos de observar resulto un empate. El voto del Doctor Restrepo fue considerado como de vida. Quienes se empecinaban por la muerte no lo consideraban así, planteándose una controversia jurídica, que tuvo como salida el nombramiento de un Conjuez, que lo fue el Doctor José Joaquin Gori, quien se pronuncio por la muerte.

En este juicio hubo mucha premura y sobre todo a la posición cerrada desde un comienzo de los doctores Francisco Soto y Vicente Azuero; quienes obedeciendo las órdenes del mismísimo “hombre de las leyes” pedían la pena capital para el indiciado a grito pelao. Esta ligereza en aplicar “justicia” les permitieron cometer algunos errores, entre ellos, la violación a un reglamento de San Felix por tratarse de un Coronel, se exigía la presencia de dos Generales, requisito que pasaron por alto en el Consejo de Guerra. Esta falla al ser impugnada por el Doctor Peña, permitió la nulidad del proceso, que fue devuelta al Comandante General, procediéndose a superar esta anomalía con el nombramiento de los Generales Federido Eben y Jose Miguel Pey; quienes se pronunciaron por la pena de muerte. Así de sencillo.

El Doctor Peña como presidente de la Alta Corte, mantuvo la invalidez de la sentencia, por considerar que lo que había existido era una pluralidad relativa, debiendo ser por simple mayoría, y no por pluralidad absoluta que requiere de la mitad mas uno de los votos, según el articulo 19 de la Ley de Tribunales y el 188 de la Constitución Nacional. Debido a esto se negó a firmar.

Los abogados Soto y Azuero que tenían entre ceja y ceja que Infante debía ser fusilado, no se sabe por ignorancia o ante la presión de Santander, mezclaron leyes y disposiciones de la Colonia Española a la que acabábamos de dejar atrás, con normas de la naciente República de 1821. Una ensalada legal, de donde se agarró el Doctor Peña para no firmar la sentencia, la cual estaba obligado a firmar.

Todo este enmarañado proceso agarró rumbo cuando la Alta Corte de Justicia, ratificó la sentencia del Consejo de Guerra de Oficiales Generales, disponiendo para el día 22 de marzo de 1825, fecha para cumplir la sentencia acordada el día 11 de noviembre de 1824, y dar traslado del auto al comandante General del Departamento para la ejecución inmediata del condenado.

Durante los días de prisión logró conocer a una joven que visitaba a un familiar que cumplía condena en la cárcel, llamada Dolores Caycedo con quien contrajo matrimonio. Finalmente llegó para Infante el 26 de marzo de 1825. Santa Fe de Bogotá estaba acostumbraba a este tipo de espectáculos; o bien salía a la calle para ver el paso del condenado o a observar en hurtadillas desde los balcones. El Coronel Leonardo Infante durante el trayecto dio muestras de su pasmosa sangre fría; al observar a un grupo que se aglomeraba a su paso, dijo a sus guardianes:

“Ahora me acuerdo que hace cinco años entré triunfante por estas calles y aquí voy para el suplicio”

Ya en la plaza frente al cadalso, alzó la voz y mirando hacia el palacio de gobierno dijo:

“Este es el pago que se me da. Quien lo hubiera sabido. Dicen que Infante, está aborrecido de la ciudad de Santa Fe; levante alguno la mano y diga en que lo ofendí: Yo voy al suplicio por mis pecados y porque soy un hombre guerrero, pero no por haber matado a Perdomo. Soy el primero, mas otro seguirá detrás de mi”

En el patíbulo, se dirigió al Comandante General y le pidió indirectamente que cuidara a su esposa. Luego solicitó al confesor que le fuera permitido dar la voz de fuego a la escolta. El religioso le replicó que debía morir con humildad, a lo que Infante le replicó:

“Yo no me mando a quitar la vida, sino que ya lo tienen así mandado. Yo solamente mando la ejecución”

En ese momento se le acercó el General Barón de Eben y descubriéndolo le dio un saludo respetuoso de despedida.

Infante que no se quedaba con nada le señaló:

“Señor General en la otra vida nos veremos…..”

Fue denegada su petición de recibir la descarga de pie. En esos postreros momentos solo ratificó lo que siempre había repetido:

“Infante muere, pero no por la muerte de Perdomo”

A paso seguido se oyó el tronar de las balas que acabaron con la vida de tan valeroso prócer.

Cuentan los testigos presenciales de aquel crimen que “el hombre de las leyes” le temió a la lengua viperina del Coronel Infante hasta en los momentos mismos de su muerte. Don Jose Manuel Groot, fue testigo de los momentos cuando al sentenciado pasaba frente a la casa de Gobierno. Santander se hallaba ubicado detrás de las vidrieras de su gabinete; al acercarse Infante que paseaba la mirada por el sitio, dice Groote que se retiró unos pasos detrás, temiendo que Infante le lanzara alguna ametralladora verbal de la que acostumbraba cuando estaba bajo los efectos de los tragos en los suburbios que visitara en Santa Fe de Bogotá.

Una vez cumplida la ejecución, el Vicepresidente Santander, guapo y apoyado, salió a la plaza y allí frente al cadáver inerme, se tiró su discurso, dice Groot:

“Soldados esas armas que os ha confiado la República no son para que la empleéis con el ciudadano pacífico, ni para atropellar las leyes, son para que defendáis su independencia y libertad, para que protejáis a vuestros conciudadanos y sostengáis invulnerables las leyes que ha establecido la Nación, Si os desviáis de esa senda, contad con el castigo, cualquiera que sean vuestros servicios” . Mayor ignominia de discurso cuando sabemos que para condenar al Coronel Infante los seguidores de Santander, Soto y Azuero, mezclaron leyes y disposiciones de la colonia española para lograr la sentencia.

Antes de estas palabras había sentenciado:

“Mientras el coronel Infante empleó su espada contra los enemigos de la República y la sirvió con fidelidad y bizarría, el Gobierno lo colmó de honores y recompensas; pero la Ley descargó sobre él todo su vigor, el día en que, olvidando sus deberes, sacrificó alevosamente a un ciudadano, oficial también de la República”.

La expresión alevosamente señalada en su discurso fue la mas errática, que hasta el mismo Don José Manuel Groot, cercano a Santander y compañero de francachelas y tertulias dice que lo señalado por Santander debe considerarse como fruto de la emoción que lo embargaba en esos momentos, puesto que el Vicepresidente mal podría calificar de esta forma el crimen de infante, ya que no hubo un solo testigo presencial del delito. Así lo escribe Groot. Ya eso de calificar a Santander de “hombre de las leyes” es un error histórico; mal puede un hombre de leyes prestarse para un asesinato y luego hacer estos señalamientos.

Ahora sí veamos que los resentimientos de Santander no eran nada gratuitos. Al “hombre de las leyes” le llegaba a diario informaciones de las burlas y ofensas que el Coronel Infante hacia de su personalidad. Cuentan que en la campaña de los Llanos Orientales, Infante quiso que el “hombre de las leyes” montara un potro cerrero que aquel terminaba de cabalgar, a sabiendas que su jefe no era un avezado amansador de caballos. Santander se negó, pero Infante se solazó permitiendo que este quedara mal ante las tropas que estaban presentes.

El 18 de septiembre de 1819 cuando se celebraba el triunfo de los patriotas en Santa Fe, hizo alusiones despectivas frente a oficiales y soldados de Santander, diciendo que era un cobarde y que en las batallas de Pantano de Vargas y el Puente de Boyaca, en medio de las batallas no se le arrimaba a la candela. Cuentan algunos cronistas y el mismo Infante fue testigo presencial y lo decía en voz alta ….que en pleno apogeo de la batalla de Boyacá vio cuando Santander se apeó del caballo y se ocultó debajo de un puente para seguir de vista la batalla campal, fue en esos momentos que fue sorprendido por Infante y halándolo por la solapa lo increpó, diciéndole…!ven y gánate como nosotros las charreteras!.

Vayamos ahora con el Dr. Miguel Peña, donde la negación de firmar la condena de infante le trajo consecuencias funestas; al ser acusado por el senado de la República de “culpable de una conducta manifiestamente contraria a los deberes de un empleo”. La Corporación condenó al jurista a la pérdida de su cargo por un año, durante el cual debería pagar el sueldo de su reemplazo. Ante esta aberración jurídica, donde estaba la sombra del “hombre de las leyes” el Dr. Peña solo sentenció: “Al decretar mi suspensión por un año se ha dado un paso constitucional cuya política, en mi opinión, es muy perjudicial a la República y podría tal vez ser origen de facciones que llegasen algún día a turbar la paz pública”. Para Peña este era un simple alegato, esta sería perpetua; señaló. No le quedaba otra alternativa sino viajar a Venezuela y con la aflicción por la muerte de Infante y el tratamiento que el santanderismo le dio; se une a Paéz que estaba en los pasos de la disolución de la Gran Colombia. Recordemos que para esa fecha existe una división; pues algunas de ellas apoyan las posiciones separatistas de Paéz y otros permanecen fieles a la Gran Colombia.

La misma mano que permitió que el Doctor Miguel Peña le tocara abandonar a Santa Fe, esa misma mano se confabuló para acusar ya en nuestro país a Peña, hombre probo y de reconocidos méritos profesionales fue acusado de apropiarse de un monto que lucía ridículo, cuando se le encomendó la conducción de una remesa de onzas de a $ 16,oo que el fueron abonadas a $ 18,oo. Según ellos se había apropiado de la diferencia osea de $ 2,oo. Nada de esto se comprobó. Todo era una vil maniobra para neutralizarlo en su participación de la separación de la Gran Colombia. Como podemos apreciar; cómo el fusilamiento del Coronel infante, llega a tener repercusiones en esta histórica desmembración..

Hay una anécdota, de Santander que viene al caso señalarla. Cuando Camilo Torres prócer civil de la independencia lo calificó de cobarde. Ya habiéndose iniciado la Campaña Admirable en 1813, el ejército a mando del General Bolívar sale de Cúcuta, pasa por San Cristóbal llega a las alturas del Zumbador para luego bajar hasta Seboruco, allí hace contacto con los lugareños que le hacen saber lo difícil de la travesía; sin provisiones, sin ropas apropiadas y a través de montañas inhóspitas. Decidió,Santander,  regresar sin hacer mayores comentarios a Cúcuta donde era nativo. Este personaje guarda muchas similitudes con Alvaro Uribe un ex presidente colombiano, que luego de dejar la primera magistratura señaló sin ataduras “que le faltó tiempo para invadir a Venezuela”. Alguien dijo por ahí que lo que le faltó fueron bolas…La historia se repite, aunque Barack Obama no le gusta que el hablen de historia.

Enlaces




No hay comentarios.:

Publicar un comentario

Me Gusta

LA POBREZA EN EL MUNDO

Cronologia de la Victoria Soviética sobre el Nazismo 1941.1945

La II Guerra Mundial en 7 minutos

enter>

LA VICTORIA SOVIÉTICA SOBRE EL NAZISMO

LA FACHADA DEL SUEÑO AMERICANO

Jimi Hendrix- Himno Estadounidense

En woodstock 1969, Jimi Hendrix interpretó el himno estadounidense mezclándolo con simulaciones sonoras de bombardeos y ametrallamientos sobre los barrios de Vietnam, sirenas anti-aéreas y otros ruidos de batalla, solo utilizando su guitarra. ¡¡¡Aun su terrorífico sonido espanta al mundo!!! LAS REDES SOCIALES LO CENSURAN POQUE TEMEN QUE SE MUESTRE SU LEGADO ATROZ...

CARAL. LA CIVILIZACIÓN MAS ANTIGUA

LA IMPORTANCIA DE CARAL-SUPE

“Caral es importante porque es la civilización más antigua del continente americano, ya que surgió en el año 3,000 a.C. Es decir, Caral se originó simultáneamente con las civilizaciones de Mesopotamia y Egipto. Esto quiere decir que la civilización peruana es más antigua que India, China, Fenicia, Creta, Grecia, Mesoamérica, Israel, Roma y Persia.
Al ser Caral una civilización significa que también es una alta cultura, en muchos aspectos más desarrollada que las otras civilizaciones del mundo. Por ejemplo, Caral inventó los anfiteatros 2,000 años antes que la civilización griega, las momias de la civilización peruana son 3,000 años más antiguas que las de Egipto, la orfebrería del Perú fue la más adelantada del mundo antiguo, la agricultura del Perú es 3,000 años más antigua que la de Egipto y las redes de pescar de Perú son las más antiguas del mundo, entre otros aportes de la civilización peruana”.
Víctor Colán Ormeño, historiador.

Conquista de América

Trata de negros

ASÍ ERAN TRASLADADOS LOS AFRICANOS ESCLAVIZADOS HACIA AMÉRICA