El
cantábrico Juan de la Cosa había participado en el primer viaje de Cristóbal
Colón en calidad de piloto. Era el propietario de la nave Santa María, que
naufragó frente a las costas de Haití.
A
continuación viajó junto a Cristóbal Colón en su segundo viaje (1493-1496) al mando
de la nave Santa Clara.
El
Misterio del mapa de Juan de la cosa
Durante
este viaje exploró, junto al almirante genovés, la costa meridional de la isla
de Cuba, llegando a casi 100 kilómetros de su extremidad occidental.
Se
narra que Colón, seguro de haber llegado a Asia, hizo jurar a los miembros de
la expedición que Cuba no era más que una parte del Catay.
Sin
embargo, la flotilla liderada por Colón no circunnavegó Cuba y, por tanto,
permaneció la duda de si estaba conectada al continente.
Después
de regresar a España, Juan de la Cosa se dedicó a buscar otros alistamientos
con el fin de poder regresar a explorar las islas descubiertas por Colón.
No
parece que haya participado en el tercer viaje de Colón (1498-1500), en el cual
el almirante identificó la tierra firme suramericana (desembocadura del Río
Orinoco) y luego fue encarcelado en Santo Domingo.
En
cambio, es cierto que Juan de la Cosa tomó parte en la expedición de 1499
dirigida por Alonso de Ojeda, en la que participó el florentino Américo
Vespucio. En esta última expedición Alonso de Ojeda y Juan de la Cosa
exploraron el litoral suramericano de la Guyana hasta al lago de Maracaibo para
luego regresar a Santo Domingo y a España en junio de 1500.
Apenas
llegó a España, Juan de la Cosa elaboró para los soberanos un mapa inédito en
pergamino que representaba un mapamundi. El mapa en cuestión, que se conserva
actualmente en el Museo Naval de Madrid y cuyas dimensiones son de 183x93
centímetros, es el primero en el que aparece el continente americano, con una
abundancia de detalles sorprendentes.
En
efecto, se representa la costa de Suramérica, parcialmente explorada tanto por
Colón en su tercer viaje, como también por el mismo Juan de la Cosa en el viaje
de 1499, e increíblemente, también las costas de Centro y Norteamérica, que
oficialmente no habían sido aún exploradas por los europeos.
No
obstante, el detalle más maravilloso es la isla de Cuba, que figura separada
del continente, como es en realidad. Empero, en 1500 ninguna expedición europea
había circunnavegado Cuba y, por consiguiente, ¿cómo podía Juan de la Cosa
estar seguro de su insularidad?
Cabe
la posibilidad de que Juan de la Cosa haya participado en un viaje secreto,
junto a Américo Vespucio, en 1497.
Cuando
Colón regresó de su segundo viaje, los reyes de Castilla comenzaron a darse
cuenta de que las nuevas islas descubiertas se extendían en una enorme porción
de océano. Se convencieron, por lo tanto, de que si querían expandir sus
dominios e impedir que las flotas portuguesas incursionaran en las zonas de su
influencia, tendrían que darle a otros exploradores la posibilidad de viajar
hacia las nuevas tierras descubiertas, ya fuera para adquirir nueva información
para una posible ruta hacia Catay y Cipango o para buscar más oro y otras
posibles riquezas.
Fue
probablemente el rey Fernando II de Aragón en persona quien quiso organizar un
viaje con el fin de verificar la existencia real de tierra firme, sentarla en
un mapa y obtener así informaciones valiosas que sirvieran para futuras
empresas.
Algunas
evidencias sugieren que AméricoVespucio tomó parte en esta expedición y que
viajó por primera vez más allá del Atlántico en mayo de 1497.
Una
serie de elementos hacen creer que Américo Vespucio participó en la empresa que
tuvo inicio en mayo de 1497. La prueba de la veracidad de esta hipótesis se
extrae de la Carta de Américo Vespucio sobre islas recientemente halladas en
cuatro de sus viajes. En esta carta, dirigida a Piero Soderini en 1504,
Vespucio describe la primera salida del Puerto de Cádiz el 20 de mayo de 1497:
En
el año del Señor 1497, el día 20 de mayo, partimos del Puerto de Cádiz. La
primera tierra que tocamos fueron las islas llamadas antiguamente Afortunadas,
actualmente Gran Canarias. En esas islas permanecimos durante ocho días y nos
aprovisionamos de leña, agua y víveres. Luego comenzamos a viajar hacia
occidente, en un viaje tan pleno, que en veintisiete días llegamos a una tierra
que creíamos fuera continente, distante más o menos mil leguas de las islas
Canarias.
Lo que en realidad era cierto es que estábamos a setenta y cinco
grados al occidente de las Gran Canarias y que el pueblo septentrional se
elevaba a dieciséis grados sobre el horizonte de aquellas tierras.
Pudieron
haber guiado esta expedición Vicente YáñezPinzón o el intrépido sevillano Juan
Díaz de Solís.
Vespucio,
en todo caso, anota en su carta el haber tocado tierra, a dieciséis grados
sobre el ecuador y setenta y cinco grados al oeste de las Canarias.
El
lugar de desembarque de su primer viaje ha sido motivo de debate en el curso de
los últimos años. Algunos sostienen que en el misterioso viaje Vespucio tocó
tierra en Honduras; otros, en cambio, después de haber profundizado más en La
Carta, sostienen que desembarcó en la península de la Guajira, en el actual
territorio colombiano. Del lugar adonde llegaron el 24 de junio de 1497,
situado a setenta y cinco grados a occidente de las Canarias y a diez grados
sobre el ecuador, la expedición debió dirigirse hacia el norte hasta alcanzar
el Cabo de la Vela. Y aquí Vespucio narra con lujo de detalles los usos y
costumbres de los indígenas locales, como el uso de las hamacas, hasta el
momento desconocidas por los europeos. Dichas relaciones nos llevan a pensar en
los indígenas de etnia Wayúu (idioma arawak). He aquí un pasaje de la relación
de Américo Vespucio:
Y
siguiendo desde ahí, siempre por la costa, con varias y diversas rutas de
navegación, y tratando en todo este tiempo con muchos y diferentes pueblos de aquellas
tierras, después de algunos días llegamos a un cierto puerto en el cual Dios
quiso librarnos de grandes peligros. Entramos a una bahía y descubrimos una
aldea que parecía una ciudad, puesta sobre las aguas como Venecia, en la cual
había veinte casas grandes, no muy distantes entre ellas, construidas y
apoyadas sobre palos gruesos. Frente a la entrada de estas casas había puentes
levadizos, a través de los cuales se pasaba de una a otra, como si todas
estuvieran unidas.
El
inmenso territorio que estaba en el interno de esta laguna se denominó
“Venecia”, nombre que después se transformó en “Venezuela”.
Luego,
según relata la historia del florentino, la flota navegó hacia el este, llegó
en agosto de 1498 a Coquibacoa y al golfo de Paria.
Vespucio
continúa la historia, contando cómo los barcos se dirigieron nuevamente hacia
el mar abierto, pasando por numerosas islas de las Antillas, y describe una
isla llamada Iti la cual no corresponde en lo absoluto a Haití.
Sobre
el itinerario que se siguió para el viaje de regreso hay numerosas
interpretaciones.
Es
probable que los navegantes costearan las tierras de Centroamérica y entraran
al Mar Océano pasando entre la isla de Cuba y la península de la Florida.
En
el mapa están trazadas las costas centroamericanas con gran precisión, la isla
de Cuba está diseñada como es en la realidad, es decir, despegada del
continente; pues hasta ese momento había sido considerada como parte del Catay
y, por lo tanto, unida al supuesto continente asiático.
Dado
que en el viaje siguiente de 1499 no hay señales de una ruta entre Cuba y
Florida, como tampoco las hay en los tres primeros viajes de Colón, es factible
que alguien hubiera tomado esta ruta precedentemente, justo en el viaje de
1497.
No
sabemos si Juan de la Cosa participó en la expedición, en este caso tuvo
contacto con Vespucio al regresar a Sevilla.
Probablemente
Juan de la Cosa participó en la expedición de 1497, hizo los mapas de las
costas centroamericanas, identificó a Cuba, a la que ya había conocido viajando
en las dos primeras expediciones de Colón, navegó entre ésta y la Florida,
percatándose de que se trataba de un territorio insular, y la representó
exactamente como correspondía a la realidad: una isla.
Otro
detalle que hace pensar en la veracidad del viaje es Iti, una isla pequeña que
aparece en el mapamundi de Juan de la Cosa, y que quizá es una de las Bahamas
actuales, y también esta particularidad hace creer que haya participado en el
viaje.
Si
ulteriores estudios documentales comprueban la veracidad de esta expedición, se
podrá arrojar más luz sobre un período poco conocido de los grandes
descubrimientos geográficos, pero muy importante para definir la futura
disposición geopolítica del Nuevo Mundo.
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