LEONARDO BOFF |
La primera es la de los catastrofistas: la fuga hacia el fondo. Estos
enfatizan el lado de caos que encierra toda crisis. Ven la crisis como
catástrofe, descomposición y fin del orden vigente. Para ellos la crisis
es algo anormal que debemos evitar a toda costa. Sólo aceptan ciertos
ajustes y cambios dentro de la misma estructura. Pero lo hacen con
tantos peros que recortan cualquier irrupción innovadora.
Contra estos catastrofistas ya decía el buen papa Juan XXIII,
refiriéndose a la Iglesia, pero es aplicable a cualquier campo: «La vida
concreta no es una colección de antigüedades. No se trata de visitar un
museo o una academia del pasado. Se vive para progresar, si bien
sacando provecho de las experiencias del pasado, pero para ir siempre
más lejos».
La crisis generalizada no tiene que ser una caída hacia el abismo. Es
válido lo que escribió un suizo que ama mucho a Brasil, el filósofo y
pedagogo Pierre Furter: «Caracterizar la crisis como señal de un colapso
universal, es una manera sutil y pérfida de impedir los cambios por
parte de los poderosos y de los privilegiados, desvalorizándolos de
antemano».
La segunda actitud es la de los conservadores: la fuga hacia atrás.
Estos se orientan por el pasado, mirando por el retrovisor. En vez de
aprovechar las fuerzas contenidas en la crisis actual, huyen hacia el
pasado y buscan viejas soluciones para problemas nuevos. Por eso son
arcaizantes e ineficaces.
Gran parte de las instituciones políticas y de los organismos
económicos mundiales como el FMI, el Banco Mundial, la OMC, el G-20,
pero también la mayoría de las Iglesias y de las religiones buscan dar
solución a los graves problemas mundiales con las mismas concepciones.
Favorecen la inercia y frenan soluciones innovadoras.
Dejando las cosas como están, éstas nos llevarán fatalmente al
fracaso, a una crisis ecológica y humanitaria inimaginable. Como las
fórmulas pasadas agotaron su fuerza de convencimiento y de innovación,
acabarán transformando la crisis en una tragedia.
La tercera actitud es a de los utópicos: fuga hacia delante. Estos
piensan resolver la situación-de-crisis huyendo hacia el futuro. Se
sitúan dentro del mismo horizonte que los conservadores solo que en
dirección contraria. Por eso, pueden llegar fácilmente a acuerdos con
ellos.
Generalmente son voluntaristas y se olvidan de que en la historia
solo se hacen las revoluciones que se hacen. El último slogan no es un
pensamiento nuevo. Los críticos más audaces pueden ser también los más
estériles. No es raro que la audacia contestataria no pase de ser una
evasión para no enfrentarse a la dura realidad.
Circulan actualmente utopías futuristas de todo tipo, muchas de
carácter esotérico como las que hablan de la alineación de energías
cósmicas que están afectando a nuestras mentes. Otros proyectan utopías
fundadas en el sueño de que la biotecnología y la nanotecnología podrán
resolver todos los problemas y hacer inmortal la vida humana.
Una cuarta actitud es la de los escapistas: huyen hacia dentro. Se
dan cuenta del oscurecimiento del horizonte y del conjunto de las
convicciones fundamentales, pero hacen oídos sordos a la alarma
ecológica y a los gritos de los oprimidos. Evitan la confrontación,
prefieren no saber, no oír, no leer y no cuestionarse. Estas personas ya
no quieren convivir. Prefieren la soledad del individuo pero
generalmente conectado a internet y a las redes sociales.
Finalmente, hay una quinta actitud: la de los responsables: hacen
frente al aquí y al ahora. Son los que elaboran una respuesta, por eso
los llamo responsables. No temen, ni huyen, ni se evaden, sino que
asumen el riesgo de abrir caminos. Buscan fortalecer las fuerzas
positivas contenidas en la crisis y formulan respuestas a los problemas.
No rechazan el pasado por ser pasado. Aprenden de él como un
repositorio de grandes experiencias que no deben ser desperdiciadas,
pero sin eximirse de hacer sus propias experiencias.
Los responsables se definen por un a favor y no simplemente por un
contra. Tampoco se pierden en polémicas estériles. Trabajan y se
comprometen profundamente en la realización de un modelo que corresponda
a las necesidades del tiempo, abierto a la crítica y a la autocrítica,
dispuestos siempre a aprender.
Lo que más se exige hoy son políticos, líderes, grupos, personas que
se sientan responsables y fuercen el paso del tiempo viejo al nuevo
tiempo.
Leonardo Boff es teólogo y filósofo y autor del DVD: Crisis: oportunidad de crecimiento (CDDH Petrópolis 2012).
Traducción de María José Gavito Milano
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