El
proceso de emancipación de las colonias españolas iniciado a comienzos del
siglo XIX* culminó durante la segunda década de esa centuria, poniendo término
al control ejercido por España en el Nuevo Mundo. En 1898, sus últimos
bastiones en el continente -Cuba y Puerto Rico- serán arrancados de sus manos
por Estados Unidos cayendo luego bajo su tutela.
Una
vez que se puso fin a los lazos de los países latinoamericanos con España,
terminando el monopolio comercial que ésta última tenía, fueron mayoritariamente
compañías inglesas y luego norteamericanas las que establecieron un neto
predominio en América Latina.
La
preponderancia inglesa que reemplazó al rígido monopolio español, se manifestó
a lo largo del siglo XIX por el auge del comercio británico en las antiguas
colonias españolas. Desde entonces fueron barcos ingleses los que atracaron en
los principales puertos americanos tales como Veracruz, Buenos Aires,
Valparaíso y El Callao.
Se
trataba de una supremacía comercial que no buscaba el predominio político
directo, aún cuando Inglaterra ya había tratado de obtener su propio espacio en
el Nuevo Mundo, utilizando para ello la agresión armada: a la toma de Buenos
Aires en 1806 le siguieron otros tantos desembarcos en territorios caribeños,
incluso, la fundación de un fantasmal "Reino de Mosquitía" en la
costa atlántica de Nicaragua y Honduras y la ocupación en 1833 de las Islas
Malvinas, pobladas desde 1929 por colonos argentinos.
Inglaterra
pudo imponerse en América Latina durante la primera mitad del siglo XIX a pesar
de las pretensiones de Francia y de EEUU, que deseaban obtener tambièn su cuota
de influencia en la región.
Francia
no pudo hacer frente con éxito a Gran Bretaña y debió inclinarse ante el
poderío de la Royal Navy, al mismo tiempo que trataba de ganar o conservar
territorios en algunos puntos del continente, particularmente en la Antillas,
Guyana o México. Este último país, siempre había llamado la atención de los
franceses y el primer conflicto franco-mexicano tuvo lugar durante la Monarquía
de Julio con ocasión de la rocambolesca "guerre des gâteaux" en 1838.
Más seria fue la intervención de Francia y de las potencias europeas en 1861,
intervención que terminó con la derrota y fusilamiento de Maximiliano de
Austria en Querétaro, en 1867.
E.E.U.U.
por su parte, trató en vano de disputar desde mediados del siglo XIX la
hegemonía a los ingleses, contentándose -faltos en ese tiempo de disponer de
los medios para aplicar una política más ambiciosa- con la absorción de
territorios adyacentes a la costa Este. La hora de los "Anschluss" y
de las intervenciones militares no había aún llegado. Esta comenzaría en 1835,
cuando la ola expansiva yankee se tragó la mitad de los territorios
anteriormente pertenecientes a México. La secesión de Texas tuvo lugar ese año
y pasaría a formar parte de la Unión desde 1848. Ese mismo año, California y
Nuevo México fueron anexados por EEUU. En 1846, la Gran Bretaña les había
cedido el Oregón en el noroeste y le comprarían Alaska a Rusia en 1867.
Hacia
el fin del siglo XIX esta política de expansión les permitió la formación de un
vasto territorio y después de la guerra de Secesión -que desvió la atención y
los esfuerzos de los norteamericanos sobre sus problemas internos- los EEUU
tratarán de establecer su predominio político y económico en América Latina,
reemplazando la hegemonía inglesa y lanzándose en un proceso de desarrollo e
industrialización que los ubicará en el siglo XX a la cabeza de los países
capitalistas.
Las
intervenciones de EEUU en América Latina, le proporcionaron numerosos y
riquísimos territorios y acrecentaron el poderío del país que llegaría a ser la
primera potencia del planeta y la punta de lanza del capitalismo mundial.
La
política intervencionista norteamericana se manifestó desde muy temprano en
América Latina. Aunque tenía un adversario de envergadura en este campo -Gran
Bretaña-, los EEUU siempre miraron con codicia los territorios que durante tres
siglos habían estado sometidos a España y que a comienzos del siglo XIX -luego
de su independencia- conocieron largos períodos de anarquía, como resultado de
las luchas intestinas que se desarrollaron en casi todas las jóvenes
repúblicas.
El
proceso de expansión territorial de los EEUU comenzó desde fines del siglo
XVIII. Siendo la frontera "elástica" hacia el Oeste, adquirieron
diversos territorios entre 1792 y 182. Este proceso se prosiguió más hacia el
oeste y hacia el sur, donde la voracidad de la Unión se tragó grandes regiones
del "middlewest", obtenidas por vía de la cesión o la compra de éstas
a las potencias europeas. Compra o cesión que por cierto se hicieron a espaldas
de la población autóctona -"los pieles rojas"- que fueron expulsados
de sus tierras o exterminados. De esta manera los EEUU acrecentaron de manera
significativa su territorio inicial.
A
pesar de la posición de no intervencionismo oficial anunciada por George
Washington en su "Mensaje de adiós" de 1796, los EEUU soñaron desde
el primer momento con apoderarse de los territorios contiguos a aquellos de la
Unión. Así ocurrió con La Florida.
En
1811, aprovechándose de la presencia de las tropas de Napoleón en España, el
Congreso norteamericano votó una resolución en la cual declaraba tener la
intención de ocupar La Florida.
El
texto es bastante explícito acerca de la naciente vocación intervencionista
norteamericana: "Estados Unidos, en las circunstancias especiales de la
crisis actual no pueden ver sin graves inquietudes que una parte cualquiera de
estos territorios pase a manos de cualquiera potencia extranjera... Su propia
seguridad le obliga a proveer en ciertas contingencias a la ocupación temporal
de dichos territorios...que continuarán en sus manos, sujetos a futuras
negociaciones".
En
1818 el general Andrés Jackson ocupó definitivamente La Florida y al año
siguiente España aceptaba vender a la voraz Unión , un territorio casi tan
grande como Inglaterra, por la bagatela de cinco millones de dólares...
Pero
la codicia de los EEUU no se limitaba solamente a La Florida. El embajador
español de la época, Luis de Onís, alertaba a su gobierno sobre las ambiciones
del gobierno norteamericano: "Este gobierno se ha propuesto nada menos que
fijar sus límites en la embocadura del Río Norte o Bravo...tirando una línea
recta hasta el Pacífico, tomando por consiguiente las provincias de Texas,
Nuevo Santander, Coahuila, Nuevo México y parte de las provincias de Nueva
Viscaya y Sonora. Parecerá este proyecto un delirio a toda persona sensata,
pero no es menos seguro que el proyecto existe, que se ha levantado
expresamente un plano de dichas provincias... incluyendo también en dichos
límites la isla de Cuba como parte natural de la República”.
España
de Fernando VII -este último reinstalado en su trono luego del lamentable
episodio napoleónico- apoyada por Francia, Rusia, Prusia y Austria, había
pensado y tratado de reconquistar sus antiguas posesiones americanas. Pero los
intereses de las potencias europeas divergían. Inglaterra, que había sido la primera
beneficiada con la pérdida de las colonias americanas de España, no estaba
dispuesta a que ésta retomase bajo su control sus antiguas posesiones.
Es
así como hacia la segunda década del siglo XIX, cuando la monarquía española
quiso recomenzar la guerra para reconquistar sus ex posesiones de ultramar, se
encontró con la oposición decidida de Su Graciosa majestad, que trató entonces
de arribar a un acuerdo con los EEUU.
El
ministro británico George Canning, invitó a los norteamericanos a hacer causa
común y a oponerse a las pretensiones españolas.
Y
el ex presidente Jefferson le respondía en estos términos al presidente Monroe,
quien le había consultado acerca de la actitud a adoptar frente a las potencias
europeas: "Debe ser nuestra máxima fundamental el evitar de enredarnos en
las disensiones europeas... (y) no consentir jamás que Europa se mezcle en los
asuntos cisatlánticos... La Gran Bretaña entre todas, es la nación que puede
hacernos más daño; teniéndola pues de nuestra parte, no debemos temer al orbe
entero...".
Más
adelante, el ex presidente yanqui precisaba su pensamiento:
"Debemos
dirigirnos la siguiente pregunta: ¿deseamos adquirir para nuestra confederación
alguna de las provincias hispano-americanas?... Confieso francamente que he
sido siempre de opinión que Cuba sería la adición más interesante que podría
hacerse a nuestro sistema de Estados...El dominio que esta isla, con el
promontorio de La Florida, nos daría sobre el golfo de México y sobre los
Estados y el istmo que lo ciñen, así como sobre los territorios cuyos ríos
desaguan en él, colmaría nuestro bienestar político."
La
Florida caería en las manos de los yanquis en 1819. Cuba, la obsesión de la
diplomacia norteamericana, será reducida en 1898 a la condición de
protectorado.
Algunas
semanas más tarde, el presidente Monroe en su mensaje anual a la nación iba a
fijar las normas que debía adoptar la diplomacia norteamericana, frente a la
codicia manifestada por las naciones europeas por los territorios de las nuevas
repúblicas hispanoamericanas. Se trata de lo que después se llamó, "la
doctrina Monroe".
Retomando
algunas ideas ya enunciadas por Washington y Hamilton, Monroe anunció que los
EEUU no se inmiscuirían de ninguna manera en los asuntos europeos adoptando una
actitud de estricta neutralidad.
Por
otra parte, la Unión garantizaba la independencia de los países
hispanoamericanos, oponiéndose a las intenciones de reconquista de éstos por
España y a todo intento en ese sentido por parte de cualquier potencia europea.
En
su séptimo mensaje anual del 2 de diciembre de 1823, el presidente Monroe
informaba de las conversaciones habidas con los representantes de Rusia y Gran
Bretaña, "En las discusiones a que dio lugar, podemos asegurar, como un
principio en el cual los derechos y los intereses de los Estados Unidos están
involucrados, que los continentes americanos, por la condición libre e
independiente que ellos han asumido y mantienen, no deben, por ende, ser
considerados como sujetos de futura colonización por ninguna potencia de Europa...
Consideraríamos cualquier tentativa de su parte por extender su sistema a
cualquier porción de este hemisferio como peligrosa para nuestra propia paz y
seguridad".
Aún
cuando la "doctrina Monroe" haya efectivamente disuadido a las
naciones europeas en sus sueños de reconquista, no impidió con eso la
injerencia e intervención de éstas en numerosas oportunidades. Inglaterra
siguió jugando un papel importante en la región del río de La Plata, logrando
crear un Estado tampón en 1828, entre Brasil y Argentina, al separar de las
Provincias Unidas a la Banda Oriental, el Uruguay.
La
"doctrina" no impidió la invasión de México, llevada a cabo por las
tropas franco-anglo-españolas y el intento de establecer un "imperio
latino" con Maximiliano de Austria a su cabeza.
Es
en esa época, la década del 40, cuando aparecen textos donde se comienza a
manifestar la idea justificadora del expansionismo yanqui, cuyos apologistas
-escritores y parlamentarios- llamarán Manifest Destinity.
El
destino habría acordado -idea cercana de la noción de predestinación existente
en el protestantismo presbiteriano -- a la nación norteamericana una misión
civilizadora, haciendo además de ésta, el ángel guardián de la libertad y de la
democracia, dándole a su vez vastos territorios para conquistar y una vocación
dominadora sobre todo el Nuevo mundo.
Los
apologistas del Destino Manifiesto no decían por cierto una sola palabra sobre
la suerte reservada a los miles de negros que vivían en el territorio de la
Unión, para quienes el destino manifiesto, se manifestaba precisamente bajo la
forma de una esclavitud inhumana.
Desde
inicios de la independencia de los países hispanoamericanos, Estados Unidos e
Inglaterra vieron con malos ojos los intentos americanistas de Bolívar.
Los
Estados Unidos aplicaban muy escrupulosamente la idea contenida en el séptimo
mensaje de Monroe: "América para los americanos". Simplemente lo
interpretaron en realidad como si hubiesen escuchado:"América para los
norteamericanos". La historia del despojo de México es al respecto,
dramáticamente instructiva.
El
descuartizamiento de México
Desde
el siglo XVIII, familias españolas se habían instalado en Texas. Pero hacia
1817, un proceso de infiltración -"inmigración clandestina" se diría
hoy en día- comenzó a desarrollarse. En diciembre de 1826, el aventurero Hayden
Edwards proclamó la "República Libre de Fredonia", que fue
rápidamente aniquilada por el ejército mexicano.
Otro
intento independentista también fracasó al año siguiente. Sugestivamente
comenzaron a aparecer en varios estados de la Unión , algunas publicaciones que
denunciaban a México como culpable por haberse "apoderado" de Texas.
En
1835, cuando fue proclamada una nueva constitución -que será el origen de un
conflicto entre federalistas y centralistas -- el colono yanqui Stephan Austin
proclamó la independencia de Texas. Los Estados Unidos aprovecharon entonces la
ocasión, la cual favorecía sus anhelos expansionistas, enviando barcos cargados
de armas desde Nueva Orleans.
México
quiso por su parte hacer respetar su soberanía y envió al célebre general Santa
Anna. Luego de algunas batallas victoriosas ganadas por el ejército mexicano en
San Patricio, Encinal del Perdido y El Álamo -que los periódicos presentaron a
la opinión pública de Estados Unidos como la derrota de una causa sublime --
Santa Anna fue vencido el 21 de abril en San Jacinto.
Los Niños Héroes |
Las
tropas texanas estaban mejor equipadas e impusieron un acuerdo que doce años
más tarde iba a jugar un papel mayor en el proceso de descuartizamiento de
México. El apoyo norteamericano a los aventureros texanos fue confirmado en los
años cuarenta por el propio presidente John Tyler, quien declaró en relación a
la secesión de Texas: "La sola probabilidad de que pueda abolirse la
esclavitud sobre tierras vecinas, ha de ser motivo suficiente para que procedamos
a anexarlas".
En
1835 Texas ingresó a la Unión como estado esclavista. La consigna durante la
campaña electoral llevada a cabo por James Polk, (presidente de EEUU entre 1846
y 1850) y sucesor de Tyler había sido: "Anexión de Texas. 54*/40' o la
muerte", alusión al nuevo límite de la frontera sur de los territorios
arrebatados a los mexicanos.
El
"Anschluss" de Nuevo México y de California.
Una
vez consumada la anexión de Texas, el Anschluss siguiente consistió en
apoderarse de dos otras grandes provincias mexicanas: Nuevo México y
California. Texas, la ex provincia mexicana, apoyada por el gobierno de los
EEUU, empezó a reclamar ciertos territorios que siempre habían pertenecido a
México. Luego, una vez que Texas fue anexado por la Unión (1845), fue el propio
gobierno norteamericano el que provocó y emprendió la guerra de conquista.
California
-en cuyo suelo pronto se descubrirían ricas extensiones de minerales auríferos
-, disponía de una población poco numerosa (sólo 1000 norteamericanos) sufrió
varios ultrajes.
Primero,
una expedición "científica" armada enviada por el presidente Polk y
en enero de 1843, el desembarco de tropas al mando de un oficial de la marina
yanqui, quien ocupó "por error" el puerto mexicano de Monterrey en
California, debiendo reembarcar ante la determinación de las autoridades
mexicanas.
El
pretexto esgrimido por EEUU que desencadenó la guerra, fue el enfrentamiento
ocurrido en la aldea mexicana de "Carricitos", entre tropas yanquis
con una patrulla del ejército mexicano.
Polk
anunció días más tarde en el Congreso que México había invadido el territorio
de los EEUU, derramando sangre norteamericana.
La
guerra fue entonces declarada y sólo algunas voces eminentes se levantaron para
condenar el Anschluss provocado. Entre ellas, aquella de Abraham Lincoln,
representante de Illinois: "Sospecho que el presidente está profundamente
convencido de hallarse en un lado incorrecto, que siente que la sangre de esta
guerra, como la de Abel, clama desde la tierra contra él".
El
4 de julio, cuando ya las hostilidades habían comenzado un grupo de aventureros
yanquis proclamaron oportunamente la República del Oso de California, que tuvo
sin embargo una vida efímera.
Las
tropas invasoras desembarcaron en Veracruz y luego de duros combates ocuparon
Ciudad de México en septiembre de 1847. Una larga lista de batallas jalona esta
guerra de conquista: Palo Alto, Monterrey, Angostura, Veracruz, Cerro Gordo,
Padierna y Chapultepec.
El
pueblo de Ciudad de México realizó manifestaciones contra el ocupante y las
revueltas populares obligaron a las tropas norteamericanas a evacuar la ciudad.
Al mismo tiempo, decenas de soldados irlandeses del batallón San Patrick
desertaban rehusando continuar combatiendo contra un pueblo católico. Eran
pobres y miserables que habían huido del hambre que azotaba a su país y habían
sido enrolados para ir a combatir a los "bárbaros mexicanos". Treinta
y dos fueron colgados por deserción en la capital azteca.
Las
hostilidades duraron hasta 1848, fecha en la que México debió firmar el Tratado
de Guadalupe Hidalgo.
En
diez años México había sido amputado de la mitad de su territorio.
En
los años siguientes, el oro de California, seguido de la explotación del
petróleo y del gaz en Texas comenzarían, contribuyendo en gran medida al
desarrollo de los Estados Unidos.
Pero
una de las consecuencias más importantes será el secular resentimiento y rencor
de los mexicanos ante esta expoliación que marcará de manera indeleble las
relaciones entre los dos países.
El
sentimiento antiyanqui, latente en todo latinoamericano, nació en estas tierras
mexicanas usurpadas.
http://www.vocesdelperiodista.com.mx/index.php/component/content/article/62.html?ed=1
http://www.vocesdelperiodista.com.mx/index.php/component/content/article/62.html?ed=1
No hay comentarios.:
Publicar un comentario