AÑO DE 1830
La lluvia estrepitosa descarna la tierra, que en una avalancha de lodo tiñe de marrón las agitadas aguas del Magdalena… Los caminos son intransitables… Sólo los más osados son capaces de navegar por las tumultuosas aguas sembradas de remolinos y minas de árboles sumergidos, que llevados por la corriente, de pronto emergen con fuerza infinita, capaz de hundir frágiles embarcaciones… No hay caminos alternos… No hay manera de llegar a Santa Marta… Los derrumbes impiden el paso de las bestias y los carruajes hunden sus ruedas en el fango movedizo… En ese panorama aterrador de misterio intransitable… una mujer camina a paso aletargado, cubriendo su cara del zarpazo del viento que ruge como una fiera capaz de desgarrar la carne… Las tormentas del Pacífico compiten con fiereza incontenible con los huracanes del Caribe… los aldeanos lo saben… los nativos le temen… por ello no salen de sus casas hasta tanto no amaine la tempestad… pero la presencia de la mujer retando a la fuerza de la naturaleza, es un espectáculo que llama poderosamente la atención de los lugareños que se preguntan… Adónde se dirige..? Qué motivo la mueve a retar la fuerza del viento a costa de su propia vida..?
AÑO DE 1812
Nueva Granada es un hervidero de pasiones políticas, atentados y anarquía popular: Venezuela había fracasado en su prepotencia de invocar la independencia con la capitulación de Miranda y la restauración del gobierno español por parte de Monteverde… por su parte Nueva Granada hacía lo imposible por mantener su libertad, luego que Napoleón Bonaparte invadió España, para beneplácito de los virreinatos que controlaba la Corte de los Reyes en América.
En ese ambiente de conspiración política se encuentra un joven de 28 años de edad, quién llegó a ese país exilado de Venezuela… Es Simón Bolívar, quién pretende cautivar sus hermanos colombianos para restaurar la independencia de su país… El 27 de noviembre, el joven venezolano se dirige al poblado de Tunja, donde se celebraría una reunión extraordinaria del Congreso de Nueva Granada… Era un momento propicio para que el joven hiciera uso de su elocuencia y diplomacia, en solicitar ayuda al gobierno… Bolívar vociferaba en el recinto:
“Sean ustedes los libertadores de sus hermanos cautivos en Venezuela”
Pero sus ruegos y súplicas encuentran resistencia en un gobierno ilegítimo, clasista y de poco liderazgo ante un pueblo desconcertado. Los diputados veían con recelos la presencia de un joven idealista con un discurso revolucionario… Sin embargo sus palabras causaron admiración entre los presentes, lo cual fue recogido favorablemente por la Gaceta de Santafé y el Semanario del Nuevo Reino de Granada… Bolívar sin desanimarse por la indiferencia del gobierno, se traslada a Cartagena por invitación de un amigo holandés de nombre Mordehay… En esa casa de dos patios, un balcón de madera y habitaciones con argollas para colgar la hamaca, medita sobre el futuro de su Patria..! Desde su habitación veía pasar a los negros descalzos que sufrían las penurias de una esclavitud impuesta por una sociedad clasista, que vivía una utopía de libertad, por haber cambiado su fidelidad a Francia en lugar de España… y a lo lejos… su sufrida Venezuela que pagaba con su sangre la osadía de invocar una auténtica independencia.
El 15 de diciembre… cuando el sol declinaba en el horizonte… y la luz del candil alumbra su mente… Bolívar escribe su primer “manifiesto”… texto que había comenzado en Curazao, lugar que le dio asilo tras el fracaso de Miranda… Allí deja escrito su desesperación por auxiliar sus hermanos, y una melancolía por regresar a Caracas… Su Manifiesto lo titula “Memoria Dirigida a los Ciudadanos de Nueva Granada por un Caraqueño”: con asombrosa claridad, no usual para la manera de escribir en esa época, Bolívar narra y analiza los aciertos, infortunios y errores que persiguieron a los patriotas… Con dolor confiesa:
“Yo soy un hijo de la infeliz Caracas, escapado prodigiosamente de en medio de sus ruinas físicas y políticas, que siempre fiel al sistema liberal y justo que proclamó mi Patria, he venido a seguir los estandartes de la independencia, que tan gloriosamente tremolan en estos estados”
En un lenguaje fluido, versátil y metafórico, que nunca antes se le había leído, Bolívar se presenta como un insigne escritor, al mostrar una retrospectiva del continente americano: “Tuvimos filósofos por jefes, filantropía por legislación, dialéctica por táctica, y sofistas por soldados. Con semejante subversión de principios y de las cosas, el orden social se sintió extremadamente conmovido, y desde luego corrió el Estado a pasos agigantados a una disolución universal, que bien pronto se vio realizada”… Profundiza en sus escritos, al señalar alegatos críticos a la conducción política y militar de Francisco de Miranda, y enumera con un lenguaje duro y agresivo todos los factores que llevaron al desastre de la Primera República… Termina su Manifiesto invitando al pueblo granadino a sumarse a la lucha por la liberación de Venezuela: “Corramos sin temor a romper las cadenas de aquellas víctimas que gimen en las mazmorras… Vayamos a vengar al muerto, a dar vida al moribundo, soltura al oprimido y libertad a todos”… Obsesionado por sus ideales y con una clara visón del destino de América, ahora despertaba en él un guerrero capaz de lograr imposibles… Un guerrero que apenas seis meses antes estuvo dormido, cuando no pudo recuperar la plaza de Puerto Cabello que estaba bajo su mando… algo efímero en la futura trayectoria militar de Bolívar, cuando no encontró a su paso fuerza capaz de detenerlo y lograr victorias que le hicieron merecer el título sublime de LIBERTADOR..!
Bolívar esperanzado por la ayuda del Gobierno, ante sus súplicas y alegatos expuestos en su Manifiesto, como su mejor carta de presentación, recibe la triste noticia de que sus plegarias no encuentran eco en el gobierno… y en respuesta… es relegado a comandante de 70 oficiales en un olvidado pueblo de Barranca en la selva infernal de la Guajira; alejado de la acción militar, la dinámica política y la vida social capitalina a la cual siempre estuvo acostumbrado… Hasta aquí llegaron sus sueños de independencia… Bolívar siempre esperó pacientemente un reconocimiento a su gallardía militar, que le permitiera conducir un ejército revolucionario. En su Patria, fue Miranda quién se llevó los honores, y aquí en Nueva Granada lo echan al olvido… A no ser por su iniciativa en desalojar a los españoles, en su obsesión de penetrar las fronteras de su país, Bolívar nunca hubiera pasado a la historia… Su imponente personalidad contrastaba con su pequeña estatura de 1,67 m, lo que hacía más impactante su presencia en cualquier escenario… Desde el primer momento se hizo sentir con autoridad para adoctrinar a los soldados bajo su mando, para luego vencer y aniquilar al enemigo… Los soldados que hasta ese momento se limitaban a pescar, jugar cartas, beber, echar cuentos y dormir, ahora pasaban horas de entrenamiento…
Bolívar toma la decisión suicida de invadir Venezuela..! No con 10.000 solados, ni con miles de pertrechos de guerra, ni miles de caballos, ni con un poderoso contingente de fusiles y cañones como todos presagiaban… sino con 70 díscolos aprendices de la guerra… Así comenzó su CAMPAÑA ADMIRABLE..! inventando nuevas ofensivas… improvisando una manera de luchar… utilizando el terreno como trinchera para hacer el primer disparo… minando la ruta enemiga… atacando por sorpresa cuando nadie lo espera… aumentando su ejército: no con soldados mercenarios sino de pueblos pacíficos cautivados por su liderazgo… Apenas se instaló en el cuartel… y ya a los tres días lograba sorprendentes triunfos: Logra expulsar a los españoles que estaban atrincherados en la selva… A su paso por los miserables caseríos liberados, el pueblo se sumaba al improvisado ejército libertador que crecía y crecía con gente en la que nadie creía: negros de Cartagena; indios del Perú, Ecuador, Bolivia, Panamá; llaneros del Apure; y un pueblo que seguía a ese líder que surgió de las selvas:
El ejército libertador lo conformaba un material humano mal alimentado, marginal, inculto e indisciplinado, lo que hacía aún más sorprendente la capacidad táctica y organizativa de Bolívar, para derrotar, con este grupo de desaliñados soldados, a ejércitos capacitados, organizados, entrenados, equipados y formados para la guerra… Los titulares de la prensa mundial reseñaban la proeza de un venezolano que era el “dolor de cabeza” de la Corte española… En su avance indetenible por el Magdalena no se detiene ante nada ni ante nadie: no hace caso a sus superiores que le ordenan parar: sin embarcaciones, surca caudalosos ríos… sin provisiones de agua y alimentos, atraviesa los pantanos… sin equipo, se interna en la peligrosa selva… sin hombres, se enfrenta a pelotones enemigos… Bolívar con satisfacción le escribe al presidente del Congreso: “Nuestras banderas tremolan en todas las riberas del Magdalena, sin que un solo español las holle con sus plantas y ninguno de sus buques navegue sus aguas”… Bolívar desarticulaba a un ejército español que huía desconcertado, dejando abandonado miles de muertos y un valioso botín de guerra… Su vitalidad era incansable… y lograba en un sólo día lo que para cualquier ejército profesional requería meses de campañas… Ya el sólo nombre de “Bolívar” inspiraba el terror en las fronteras… Su fuerza era indetenible… su valor era mítico y su capacidad militar desconcertaba a los más aguerridos y entrenados oficiales españoles… Bolívar logró en menos de 15 días lo que hubiera requerido años de campañas… Algo nunca antes visto en la historia militar… Los triunfos en la región del Magdalena acabaron el impenetrable control español en miles de kilómetros de territorio neogranadino… Estas acciones le otorgan un merecido prestigio que comienza a crear celos entre la oficialidad, que sigue de cerca la carrera militar del venezolano… Sus triunfos ocupaban los principales diarios del planeta… Su fama como guerrero se extendió con la misma velocidad con que avanzaba su ejército… Bolívar es el tema por excelencia en todas las reuniones sociales… Todo en él es noticia… Su presencia irradiaba una energía contagiosa que exaltaba odio y pasiones, dependiendo de quienes la escuchaban: tanto amigos como enemigos reconocían en él un liderazgo indiscutible que opacaba a todo su entorno militar y político… Las mujeres lo idealizaban y los hombres lo idolatraban… Bolívar encarnaba poder, personalidad, inteligencia; pero sobre todo, un agradecimiento infinito: para los nativos era el Mesías que estaba escrito en las sagradas escrituras indígenas, que al igual que la sagrada Biblia, anunciaban la llegada del salvador..! En su transitar indetenible por las orillas del Magdalena, Bolívar llega al poblado de Salamina… Para sus habitantes fue impactante la presencia de Bolívar: ataviado con su uniforme de gala con botones de oro, y montado sobre un brioso caballo blanco con monturas de plata. Para celebrar la llegada de los libertadores, las fiestas y agasajos no se hicieron esperar… La familia Lenoit, inmigrantes franceses y de los más acaudalados de la región, ofrecieron su casa para obsequiar a los oficiales…
Las jóvenes se peleaban por conocer al héroe del Magdalena, y competían en insinuaciones convidándole a bailar… momento propicio para que Bolívar fijara su atención en Anita Lenoit, una jovencita de 18 años… Ambos cruzaron miradas… gesto más que suficiente para que el experimentado amante cautivara el corazón de la francesita, atraída por la energía glorificante que envolvía el aura del venezolano… Luego… las melodías envolventes de un vals que bailaron toda la noche, terminaron por consolidar una noche de pasión… Una noche fue suficiente para esclavizarla al futuro Libertador… A la mañana siguiente, Bolívar visitó la casa de la familia Lenoit para encontrarse nuevamente con Anita… Cuentan que Bolívar escuchaba embelesado su conversación, que en un contraste de español y francés tenía un encanto especial; por su parte Anita observaba maravillada a aquel bizarro joven de 28 años, de marcial continente, cuyas vivas miradas revelaban su carrera militar como futuro Libertador… Los amores de Bolívar y Anita se cuchicheaban por todos los rincones de Salamina, colocando a la joven al escarnio social, hecho que afecto de tal manera a sus padres, que abandonaron por algún tiempo el puerto, hasta tanto las tropas de Bolívar continuara su marcha.
Cornelio Hispano, nos relata la despedida de los jóvenes amantes: La escuadra libertadora fondeó en El Piñon. Al desembarcar, Bolívar vio a su dulce amante que le tendía los brazos desde la albarrada, bajo cuya arboleda de ceibas y cocoteros rumorosos se reúnen por las tardes los vecindarios para gozar del fresco y contemplar el río – Vea usted Ana – le dijo Bolívar – Yo soy un soldado de la revolución que lucho por la libertad. Hoy aquí, mañana allí, mi destino es seguir adelante sin que pueda detenerme un momento a descansar… Qué puedo ofrecerle, pues..? Mi corazón está muerto para los afectos y sólo palpita por la libertad – Ana no contestó; pero las lágrimas hablaron demasiado por ella… Bolívar imprimió un beso en su frente, y antes de una hora, las embarcaciones patriotas a vela desplegada, habían dejado atrás el Cerro, el Suan y los caseríos ribereños en más de tres leguas.
Al llegar frente a Heredia, una inmensa llamarada les hace comprender que los españoles habían incendiado aquel pueblo, y los esquifes siguen avanzando a favor de la noche… Al día siguiente Bolívar ataca Tenerife y lo toma a sangre y fuego, después de una heroica y desesperada resistencia… Cual no sería su sorpresa..! cuando al cruzar el puente se encuentra con Anita que acababa de desembarcar – a lo cual Bolívar preguntó – Puedo saber, señorita, la causa de este viaje tan inesperado – Es sencillo: Yo he resuelto, suceda lo que suceda, no separarme de Usted – contestó firmemente la joven – Pero, no advierte usted que siguiendo en pos de un ejército expone su decoro..? – Qué importa mi decoro si, en cambio, recobro la tranquilidad perdida – Pero, qué se propone usted al seguirme en medio de tantos peligros – Morir con usted..! Bolívar guardó silencio… Luego, a la caída de la tarde, la llevó al puerto y entre abrazos, los suspiros, las lágrimas, y los besos más ardientes, la acompañó a la embarcación que la llevaría nuevamente al hogar de sus padres… Bolívar continuó su gloriosa Campaña Admirable que lo llevaría finalmente a Caracas, donde le esperaban 17 años de lucha en todos los terrenos… Lo que nunca supo Bolívar, era que Anita no tenía a donde ir..! él era lo único que tenía cuando lo siguió a Tenerife… Había sido echada de la casa su padre, quien nunca aceptó que el apellido Lenoit estuviera de boca en boca por una sociedad clasista y llena de prejuicios…
Sola, indefensa y desamparada, Anita se empleó como doméstica… En los próximos 17 años, la francesita seguirá paso a paso todo lo que se escribía de su único amor, a quién el pueblo llamaba Libertador..! Bolívar era un idilio inaccesible… Cinco años fuera de Nueva Granada para liberar Ecuador, Perú y Bolivia, permitió que la oligarquía arremetiera nuevamente contra su ideal revolucionario… Anita leía con estupefacción como la prensa descarnaba todo su odio sobre Bolívar… Los políticos gritaban todo tipo de oprobios desde el Congreso… Santander en Colombia y Páez en Venezuela, conspiraban para derrocar al hombre por quién todas las repúblicas les debían su independencia… Luego vino el atentado del 25 de septiembre de 1828, cuando Bolívar estuvo a punto de ser asesinado por los facinerosas sicarios de Santander… La dictadura de Bolívar hizo patética la diferencia de clases sociales, y asoció a la oligarquía golpista en planes de conspiración… Los ricos se hacían más ricos y los pobres más pobres, cuando los empresarios echaron a la calle a los empleados… Uno de ello era Anita… Para subsistir en la miseria, aceptó todo tipo de empleos: como peón del campo, tejiendo para vender en los mercados y hasta como mesera en las tabernas.
AÑO DE 1830
La prensa anuncia en grandes titulares: LA RENUNCIA DE BOLIVAR… El Libertador se separaba del gobierno con un emotivo discurso: “Compatriotas: escuchad mi última voz al terminar mi carrera pública… os pido, os ruego que permanezcan unidos, para que no seáis los asesinos de la Patria y vuestros propios verdugos”… Bogotá 20 de enero de 1830… Sus palabras recorrieron todos los rincones del Continente… El pueblo desconcertado no entendía tal decisión y menos de cómo un Congreso que hasta ayer festejó sus triunfos, ahora le daba la espalda a su único Libertador… La noticia de que Bolívar abandonó a su compañera Manuella Sáenz y que viajaba sólo con sus fieles edecanes, recorrió todos los rincones… Anita que seguía los pasos de Bolívar, apresuró los preparativos para lograr los recursos suficientes que le permitieran ir en auxilio del hombre que la había hecho mujer… Su perseverancia la llevó a todo tipo de humillaciones, y hasta en la enfermedad, continuaba trabajando, ahorrando sin importar las privaciones y sacrificios, con tal de disponer del dinero necesario para viajar al lado de Bolívar… Cuando al fin logró lo suficiente, se lanzó a la aventura de revivir aquellos tiempos de romanticismo al lado del Libertador… Lejos estaba Bolívar de pensar, que en la soledad de su espíritu y la traición que lo llevaba a Santa Marta donde moriría, sus pasos eran seguidos por una mujer apasionada, capaz de darle todo el amor y la vitalidad que él necesitaba…
La frustración de Anita se sucedía en cada pueblo donde llegaba, cuando los pobladores le manifestaban que el Libertador ya había partido… En algunas ocasiones tuvo que detener la marcha para emplearse como mesera en alguna taberna para lograr los recursos que ya no disponía… Bolívar por su parte presentaba una pobreza de espíritu y un rechazo por la vida, cuando en su postrimería conoce del asesinato de su fiel amigo Antonio José de Sucre… A partir de esa nota fatídica, la soledad y la carencia de amor cubrieron todos los espacios de su vida… Ahora Bolívar no transitaba un camino de gloria como tiempos atrás, sino que seguía el camino al sepulcro… La persistencia de Anita la lleva a transitar en mula por las peligrosas selvas del Magdalena, donde estuvo a punto de ser abordada por los bandoleros que encontraban en la inexpugnable selva un refugio para sus fechorías… Pero nada la detenía en su obsesión de acompañar al Libertador: ni la lluvia estrepitosa que anegó los caminos… ni las crecidas del río que lo hacían innavegables… ni las fieras que habitaban las junglas, evitaron que llegara a Barranquilla… Pero nuevamente la frustración colmo la desesperación de Anita, cuando se enteró que el Libertador apenas horas antes había partido para Santa Marta… Se había embarcado el 1° de diciembre en el puerto de Sabanilla, abordo del bergantín Manuel, propiedad de Joaquín de Mier… y era último barco… Anita esperó en vano varios días la llegada de una embarcación… No obstante el cansancio y la fatiga por la ardua travesía, toma la accidentada ruta, donde los caminos estaban tan anegados, que era prácticamente imposible continuar la marcha a Santa Marta… Pero la persistencia de Anita era más fuerte que la inclemente naturaleza, y toma la decisión de hacer el resto de la travesía en mula y luego a pie, bajo una tormenta infernal que por instante hacía palidecer su firme decisión de unirse al Padre de la Patria… Cuando Anita caminaba por la ciénaga del Jaguey, los moradores salían de sus cabañas para ayudar a esa misteriosa mujer que retaba a la fuerza destructiva de la naturaleza… Adónde se dirige..? Qué la motiva a retar la fuerza del viento a costa de su propia vida..? Anita respondía: Voy a Santa Marta a buscar al Libertador Simón Bolívar..!
Por fin Santa Marta, histórico puerto del Caribe… El cuerpo de Anita había perdido la frescura y lozanía de la joven mujer, desde que experimentó el amor al lado de Bolívar… Su piel blanca mostraba las cicatrices de enfermedades, picadura de insectos, del arduo trabajo, el cansancio, y la falta de alimentación, luego de cientos de kilómetros recorridos… Un recibimiento de calles desoladas y casas de mampostería con balcones corridos de madera al mejor estilo colonial, mostraban un triste panorama… Remolinos de polvo enturbiaban el ambiente, con ráfagas de viento que impedían la visibilidad… Se respiraba un ambiente mortuorio, con banderas negras, ramos de lirios y claveles blancos colgando de los lúgubres balcones… El corazón de Anita latía de angustia, al divisar un pelotón de soldados sobriamente uniformados, y un manto de flores que llevaba a la puerta principal del antiguo edificio de aduana cerca del mar.
Anita al colarse entre la aglomeración que iba y venía del interior con pañuelos en los ojos, un silencio sepulcral invadía el ambiente funerario: mujeres ataviadas de un negro azabache con un velo de igual color que cubría sus rostros, lloraban en silencio mientras sus labios oraban al ritmo de rosario… Candeleros en llamas advertían la capilla ardiente, y una guardia de honor custodiaba el mesón de caoba labrado donde yacía tendido los restos mortales del Libertador…
El hombre más poderoso de América, a quién millones de personas y generaciones futuras le debían la libertad luego de 300 años de esclavitud, estaba tendido sobre una vulgar mesa de madera, en un lúgubre edificio de oficina de paredes mal pintadas, de piso rústico, y una escuálida iluminación que disimulaba la tristeza del deteriorado recinto… Allí, en la miseria del Caribe, estaba nada más y nada menos que la personalidad más importantes del planeta..! Ni siquiera la iglesia pudo ser habilitada para un acto de tanta solemnidad como exigía el funeral del Padre de la Patria… Tan precario fue el funeral, que el Dr. Reverend apenas pudo embalsamar el cuerpo por la falta de químicos, lo que obligó extender el velorio sólo hasta el 20 de diciembre, o sea, apenas tres días de su muerte… y al momento de vestir el cadáver, Bolívar usó una camisa prestada, ya que la suya estaba rota.
El frágil cuerpo de Anita temblaba ante el cuadro trágico y a su vez subliminal que se presentaba ante sus ojos, surgiendo luego la desesperación, al enterarse que apenas unas pocas horas, pudieron quizás, haber sido la diferencia entre la vida y la muerte de Bolívar; y en todo caso, la oportunidad para estar a su lado… Bolívar había muerto el día anterior a la 1:07 minutos de la tarde… Los honores a tan insigne personalidad, las muestras de amor, cariño, afecto y gratitud de la gente humilde que desfilaba para verlo, la hicieron recapacitar de un imposible, cuando pretendió unirse a un hombre de la talla del Libertador…
Anita despertó a la realidad de un sueño inalcanzable, cuando decidió ir en busca del Padre de América… Comprendió que Bolívar pertenecía a todos los corazones del Continente… era como un caballo salvaje que vivía intensamente la aventura, la libertad, y que nunca podría ser domado… y al igual que toda la multitud que peregrinaba para admirar al héroe, bajó la mirada y elevó sus plegarias al cielo… Anita permaneció los dos días restantes al lado de cadáver junto con los fieles edecanes, hasta las cinco de la tarde del día 20, cuando comenzaron los actos fúnebres de la sepultura… Apenas lo que quedaba del Batallón Pichincha marchó para conducir el cuerpo hasta la Iglesia Catedral, donde inclusive fue notorio la ausencia del Obispo, quien se disculpó por supuestos problemas de salud… El ataúd era conducido por los caballos del difunto general, vestidos en su lomo con caparazones negros que tenían bordados las iniciales SB… Detrás del cadáver, el comandante general del departamento, el comandante de armas de la plaza con sus respectivos estados mayores; luego la guardia de Su Excelencia, compuesta por el Batallón Pichincha… Mientras el cortejo recorría las calles de Santa Marta, los pobladores arrojaban flores al catafalco, en remembranza a la célebre Campaña Admirable, cuando el Brigadier Simón Bolívar era recibido por los pueblos agradecidos quienes llenaban de pétalos la marcha libertadora.
Luego que los restos mortales fueron colocados en un sepulcro prestado de la familia Díaz Granado, todos se olvidaron de Bolívar… La ruptura de la unión bolivariana, cambios profundos en la manera de gobernar, y las concesiones extranjeras a naciones que hasta ayer eran enemigas de la Patria, mantenían a la población ocupada en sus propios problemas, mientras los políticos desmembraban la obra bolivariana…
Y mientras ya nadie hablaba del héroe de América, los comentarios de una misteriosa dama vestida de negro que entraba y salía de la Catedral de Santa Marta, ocupaba la atención de los pueblerinos… Durante algún tiempo el sepulcro amanecía adornado de flores frescas: ramilletes de flores silvestres amarillas, blancas y rojas, impregnaban de aroma y naturaleza el frío mármol de la catedral, que en la nave derecha estaba el altar de San José, a cuyos pies estaba enterrado el Libertador… En las oportunidades que el párroco trató de identificar a la dama vestida de negro que lloraba al pie del sepulcro, ésta salía velozmente cuando oía sus pasos… La intriga del pueblo por conocer la enigmática mujer que se cubría el rostro con un paño negro, se convirtió en una leyenda y colmaban de intrigas las calles de Santa Marta… La curiosidad por conocer la misteriosa dama de negro, trajo cada vez más gente a la misa, donde las flores frescas daban señal de su presencia… hasta que de pronto..! cesaron las visitas misteriosas y ya no habrían más rosales en el sepulcro…
Anita nunca se casó… vivió sola hasta sus últimos días, y los siguientes 38 años fueron de una vida de nostalgias y recuerdos, que le hicieron ganar el bien merecido apodo popular de “Madamita”, por su nacionalidad francesa y por la manera inocente como describía su aventura amorosa tras el Héroe de América al que todos llamaban el Padre de la Patria…
El recuerdo de Bolívar la acompañó por siempre… Curiosos y turistas que llegaban a la localidad de Tenerife, visitaban a esa dulce señora de pelo blanco, que con dulzura infinita y de voz pausada, narraba las proclamas y discurso del Libertador, que en sus años de gloria, retumbaron de gritos y aplausos los recintos de cinco Congresos americanos..!
Cornelio Hispano escribió: “El que navega hoy el río Magdalena después de pasar por las bocas de Tacaloa, donde el Cauca rinde majestuosamente sus aguas, distingue en un recodo de promontorios salientes que forman pequeñas ensenadas de aguas dormidas, blanca aldea coronada de palmeras y dominada por antiguos fuertes de ruinas, rojos en otros tiempos de sangre ibera y donde los patriotas más de una vez cubrieron de gloria… Allí… a la orilla del río, sentado en una silla del convento, con el sable cruzado sobre la pierna, semejante a Plutón con su bidente, en los infiernos, impávido, sentenciaba Hermógenes Maza a cuantos prisioneros españoles le iban presentando con esta fórmula sencilla: A la horca..! Es Tenerife, la de heroicos recuerdos, lugar de despedida de Bolívar y la francesita, y donde se inició una búsqueda por el amor… En su cementerio, sobre una losa medio oculta entre las zarzas y carcomida por el tiempo, aún hoy se puede leer este nombre: ANITA LENOIT”
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