Las cartas de Aguirre muestran a un hombre bien educado y de buena caligrafía. Pero también fue intrigante, grosero, torpe, des-agradable, ambicioso, temperamental, exal-tado, astuto, hábil, rebelde, temerario y, a la vez, temible, peligroso, fanático, vengativo y libertario. Para muchos, Lope de Aguirre es la sublimación extrema del carácter español, capaz de lo mejor y de lo peor, de las más gloriosas gestas y las más abyectas infa-mias, concediendo un valor absoluto al Honor: no perdona ni olvida ninguna ofensa y el no vengarse es para él una ofensa en sí; mata a su hija para salvaguardar su honor. Es fuertemente paranoico, lindando con la psicopatía; mata con facilidad a sus enemi-gos e incluso a sus seguidores poco entu-siastas. Se le atribuyen, directamente o por orden suya, 72 asesinatos: 64 españoles, tres sacerdotes, cuatro mujeres y un indio, lo que indica su falta de miramientos por sexo o condición. Duerme vestido y armado, rodeado de sus fieles, desconfía de todos. Respeta a las mujeres decentes pero desprecia a las que no lo son. Pero también fue un hombre que combatió a todo un Imperio cara a cara. Que realizó una prodigiosa singladura a través de Su-damérica. Que, a su manera, pedía justicia. Cuya carta de rebeldía es más una carta de un súbdito desencantado que la arrogante misiva de un tirano. Y que además concedió la igualdad de derechos a negros e indios (recordemos, era el s. XVI). Dijo una vez Aguirre "Aquí el que dice la verdad es tratado de loco". Aguirre dijo lo que creía y actuó en consecuencia. Ese fue Lope de Aguirre, el loco Aguirre, el tirano Aguirre, la ira de Dios, el Príncipe de la Libertad. Iakob Zvanev
Para leer la carta copia el enlace y pégalo en el buscador:
http://www.elortiba.org/pdf/lopedeaquirre.pdf
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