Desde que el ser humano conoce y domina la tecnología, se ha visto como un ser curioso que ha venido modificando todo lo que lo rodea hacia todas las direcciones, desde el medio en el que habita hasta con lo que se alimenta, con el fin de mejorar su calidad de vida o por el simple hecho de generar fuertes ingresos económicos, una de las formas de hacerlo es con la búsqueda de distintas formas de acabar con las múltiples problemáticas que existen en el mundo; una de ellas es el fenómeno del hambre que se puede evidenciar desde los países del tercer mundo hasta los países mas desarrollados. Por años se ha pretendido desaparecer este fenómeno, para ello se han organizado diversos proyectos, uno de estos son la creación de Los Alimentos Transgénicos, en el cual bioingeniería actúa manipulando la información interna de los cultivos seleccionados al introducirles cambios de color, sabor, resistencia a plagas obtenidas principalmente de bacterias u otros vegetales. Todo esto para originar un alimento de mejor calidad tanto en nutrición como en rendimiento económico. De tal modo que una planta transgénica en comparación con una natural no muestra diferencias físicas, pues la diferenciación se halla en su interior simbolizados por organismos, principalmente plantas, modificados genéticamente. Unos ejemplos claros serian el maíz, tomate, la soja y demás alimentos que se encuentran en un campo de cultivo, con el fin de acelerar la producción y tener más alimentos.
Asimismo, dicho de esta manera los transgénicos suenan como como solución al fenómeno del hambre, pero no todo es color de rosa, ya que existen múltiples riesgos de estos alimentos que afectan al ser humano; tales como que no se conoce a ciencia cierta su efecto a medio o largo plazo ya que se están empezando a usar desde hace poco tiempo, estos podrían causar reacciones alérgicas, aparición de nuevos tóxicos en los alimentos, resistencia a los antibióticos, incremento de los niveles de plaguicidas en los alimentos, alteración del sistema inmunológico, alteración del sistema hormonal, daños en diferentes órganos como riñones e hígado, posibles nuevas enfermedades y efectos totalmente desconocidos. Cabe destacar que estos alimentos modificados genéticamente no solo son perjudiciales para el ser humano, sino también para el ambiente, tales como fuerte contaminación del suelo, transferencia de genes a otras variedades o especies, desaparición de biodiversidad, impacto sobre las aves y otros animales a través de la cadena trófica, desarrollo de resistencias en insectos y malas hierbas y contaminación química.
Por otra parte, actualmente se refleja un desarrollo rápido interesado en la producción de alimentos no muy saludables con una etiqueta de rápido en servirlo; somos testigos de todas las comidas rápidas que llegan a los hogares a nivel mundial claro está solo en lugares de fácil pago por su economía estable. Dentro de esta paradoja de alimentos hechos a base químicos se debería considerar si ¿consumirlos estará bien? O ¿si dejar de consumirlos sería malo?, principalmente todo queda a criterio del individuo pues cada quien elige lo correcto o lo incorrecto. Sin embargo analizar estas comidas de rápido servicio no está demás puesto que serán procesadas en nuestro organismo.
En la actualidad, unos 28 millones de hectáreas de cultivos en Estados Unidos son genéticamente alteradas y su uso divide a los agricultores, a los consumidores y a muchos expertos que consideran que existen riesgos desconocidos potencialmente muy peligrosos al consumir esos alimentos con desarrollo tan acelerado, entonces para que producir de manera alterara si nos afectara nuestro organismo. Resulta claro, que esta manipulación de alimentos conlleva a elevar la economía solo en lugares de grandes producciones donde se realice la actividad de importar y exportar. Si bien es cierto en Venezuela para el 2012 se espera incluir los genes de la tolerancia a la sequía ya que las altas tasas de cultivos transgénicos para los agricultores se presentan desde el manejo más flexible de las siembras, como menores costos de producción y mayor productividad o ganancias netas por hectárea, sin olvidar que también hay ventajas ambientales al disminuir el uso de pesticidas convencionales y emplear mínima labranza sin arado haciendo la agricultura sostenible. Por ello no se debe olvidar ni descuidar los cultivos pues en los campos está el futuro.
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