Secretaría del Interior. Sección Segunda
Caracas, 25 de enero de 1848.
Dígase en circular a los señores gobernadores de Provincia.
Ayer ha tenido lugar en esta ciudad un suceso escandaloso y lamentable. Reunida la honorable Cámara de Representantes, el que suscribe se presentó en ella con el mensaje que a su apertura le dirige anualmente el Poder Ejecutivo, y cuando se retiraba para cumplir con el mismo deber en la honorable Cámara del Senado, se le detuvo para que, en unión de los otros dos señores secretarios, a quienes se mandó llamar, informase sobre el estado de agitación en que se encontraba el pueblo, y las medidas de seguridad que se habían tomado. Semejante paso circuló inmediatamente en el mismo pueblo, y fue interpretado por él como un acto de prisión y aun de muerte de un ministro de Estado; y la idea que él tenía de que la honorable Cámara, dominada por un partido, tratab a a todo trance de echar abajo la Administración, nacida de los escritos y de otras demostraciones públicas de ese mismo partido, y corroborada con la medida de traslación de sus sesiones y de desconfianza del gobierno de dicha honorable Cámara al poner una guardia numerosa, cuyos jefes e individuos escogió ella misma fuera de la fuerza armada y de personas abiertamente hostiles al Poder Ejecutivo, llevó la efervescencia a tales términos, que un grupo de ciudadanos trató de entrar al local con el fin de libertar al ministro, y habiéndose disparado dos tiros de la gente de dicha guardia, que estaba a la puerta, se trabó un combate de que resultaron siete desgraciadas víctimas de entre los que estaba afuera y de los que se hallaban adentro y pretendieron salir en el momento
A la primera noticia que tuvo el gobierno de semejante atentado, voló el mismo excelentísimo señor Presidente de la República al lugar del suceso; y corriendo mil peligros, logró, auxiliado del señor gobernador de la provincia y de algunos jefes y tropas que iban corriendo, dispersar a los combatientes de afuera, que nunca llegaron a entrar en el local.
Mientras tanto, pasaban escenas no menos escandalosas en el salón de las sesiones de la honorable Cámara de Representantes. El ministro, que había sido detenido allí, fue insultado y amenazada su vida con puñales y pistolas, ya por los individuos de la barra que invadieron dicho salón, ya por algunos representantes, salvándose a favor de la intervención de otros honorables que impidieron la consumación del hecho.
Cuando esto sucedía, la honorable Cámara del Senado permanecía tranquila en el segundo cuerpo del mismo edificio y salió inmediatamente de él, formada en cuerpo, respetada y vitoreada por el pueblo que se había reunido.
Los honorables representantes, a medida que iban saliendo del local, eran recibidos por ciudadanos respetables que les acompañaban seguros a sus casas o a las que elegían de otras personas de su confianza.
Pasados los primeros instantes después de tan lamentables sucesos, la tranquilidad pública fue restablecida; el gobierno ha dictado y continúa dictando cuantas medidas están a su alcance para impedir que pueda volver a ser turbada y ha dispuesto que se proceda contra los que resulten culpables; las honorables Cámaras continúan tranquilas, y siguen en sus importantes trabajos, y todo ha vuelto al carril de la ley.
Tengo el honor de comunicarlo a U.S. de orden de S.E. el Presidente de la República, para que estando en conocimiento del verdadero estado de las cosas, no causen alarma a U.S. ni a los habitantes de esa provincia, los informes exagerados que el temor o la malevolencia esparcen sobre lo ocurrido en esta capital, a cuyo fin se servirá U.S. circularlo a todas las autoridades y hacer que tenga la mayor publicidad posible.
S.E. me ordena recomendar a U.S., muy particularmente, la conservación del orden y la tranquilidad pública en todos los lugares de esa provincia, haciendo, al efecto, uso de cuantas facultades le conceden las leyes.
Por S.E.,
Sanavria
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