El interrogante que plantea el equipo de investigación es
“si la
ocupación en altura
requirió una adaptación genética o ambiental”,
o
bien las condiciones de la época eran diferentes
Arqueólogos peruanos e internacionales presentaron en octubre los
resultados de un estudio que confirma la prolongada residencia humana
en Los Andes, a extremas alturas de 4.500 metros.
“Es la más alta
ocupación humana en la edad de hielo”, afirmó antropólogo Kurt
Rademaker, actual investigador de la Universidad de Tübingen, quien
dirigió la investigación divulgada para las casa de estudio el 24 de
octubre.
El científico destacó que se trata de una adaptación
humana muy rápida a las alturas, si se considera que el hombre llegó
a Sudamérica hace 14 mil años, comunicó la Universidad de Maine y la Universidad de Tübingen.
“No
obstante las bajas temperaturas, la elevada radiación solar y las
condiciones de poco oxígeno a aquella altura, los cazadores
recolectores alcanzaron a dominar estos parajes remotos sin árboles
12.000 años atrás, al final del Pleistoceno - 2000 años luego de
que los humanos llegaron a Sud América”, dijo Rademaker.
Los
antropólogos se mostraron sorprendidos de la capacidad de
supervivencia de estos habitantes.
Ellos
dejaron evidencias de su residencia en el sitio arqueológico de
Puchunco, a 4.355 metros sobre el nivel del mar. Aquí se encontraron
unos 260 instrumentos entre los cuales habían proyectiles con
tallados de una y dos caras, datados con 12 mil años.
Además presentaron evidencias del sitio Cucaicha, una ocupación en dos alcobas de un
espacio rocoso a 4.480 metros sobre el nivel
del mar, que data de 12.400 años.
“El
abrigo rocoso, con vista a los humedales y los habitats de pastizales,
cuenta con techos y arte rupestre; fue probablemente un campamento
base”, destacó el informe.
Los
instrumentos encontrados en su mayoría corresponden a fabricaciones
en obsidiana, adesita y jaspe, usados probablemente para la caza y la
carnicería.
El
hallazgo de restos de vegetales y huesos permitió concluir además
que se dedicaron a la caza de la vicuña, guanaco y del ciervo
taruca.
El profesor Christopher Miller, quien
participó en el estudio, pudo identificar restos microscópicos de las
cenizas dejadas por los antiguos habitantes. "Las cenizas probablemente
fueron producidos por la quema de plantas disponibles a nivel local, que
todavía son utilizadas por los habitantes indígenas de hoy", dijo
Miller, según la Universidad de Tuebingen.
"Esta
evidencia pone de relieve aún más la notable capacidad de los primeros
habitantes de explotar, y sobrevivir, en un entorno extremadamente
duro", agregó el científico, experto en Geoarqueología en el Insituto de
Ciencias Arqueológicas de la Universidad de Tübingen y miembro del
Centro de Senckenberg para la Evolución Humana y Paleoambiente.
“La
cuenca Pucuncho era un oasis de gran altitud para la caza
especializada, particularmente de vicuña, y más tarde, el pastoreo
de alpacas y llamas domesticadas”, señaló el equipo de estudio.
Sin
embargo los investigadores aclararon que “si bien la cuenca Pucuncho podría haber
sostenido residencia durante todo el año, las tormentas de la
temporada húmeda y los peligros de la hipotermia, así como la
necesidad de mantener las redes sociales y la recolección de plantas
comestibles, pueden haber alentado descensos regulares”.
De
hecho entre las herramientas encontradas habían algunas fabricadas
con fino grano pulido en ríos que no existen en las alturas donde se
realizó el descubrimiento.
El interrogante que plantea el equipo de investigación es “si la
ocupación en altura requirió una adaptación genética o
ambiental”.
“Una
residencia humana casi 900 años antes de lo documentado previamente,
implica que puede haber habido ambientes andinos glaciares tardíos
más moderados y mayores capacidades fisiológicas de los seres
humanos del Pleistoceno”, afirmaron.
“Los
sitios de la Cuenca del Pucuncho sugieren que los seres humanos del
Pleistoceno vivieron con éxito en la altitud extrema, iniciando así
una selección del organismo, y una adaptación funcional con un
desarrollo y expansión biogeográfica duradera en los Andes",
escribió el equipo de Kurt Rademaker y la Universidad de Maine.
Evidencias
humanas hace más de 12 mil años en Sudamérica
Investigaciones
realizadas por el antropólogo Tom Dillehay, experto estudioso de las
poblaciones de Sudamérica, identificaron en la Huaca Pietra, Perú, asentamientos de hace 13.700 años, abandonados presumiblemente tras la subida del mar.
Dillehay
también investigó y presentó los vestigios con restos de viviendas
de un asentamiento humano que habitó en Monteverde, tierras cercanas
de Puerto Mont en el Sur de Chile, que tiene unos 15 mil años de
antigüedad.
El
Director de Antropología de la Universidad de Chile, Eugenio
Adpillaga destacó a La
Gran Época,
la temprana presencia del hombre en la zona austral de Chile, cuyas
características genéticas habrían sido heredadas de pueblos
siberianos del Río
Lena y
nororientales de Asia alrededor del río
Amur.
Otro
de los sitios arqueológicos antiguos en el
Norte de Chile está, en el Desierto de Atacama, en la Quebrada
de Maní.
En
el lugar se encontraron utensilios usados, que se dataron a 12.800
años atrás. Los geólogos afirman que sus habitantes vivían
en un entorno de humedales estacionales y que miles de años antes
era una zona boscosa.
A
su vez un estudio divulgado en 2013 realizado por investigadores
franceses y brasileños reveló evidencias de una presencia humana en
Toca
da Tira Peia en
el Estado Piauí, al noroeste de Brasil, con artefactos de piedra que
corresponden a 22.000 años atrás, según el
equipo liderado por la arqueóloga Christelle Lahaye de la
Universidad Michel de Montaigne Bordeaux en Francia, que destacó
que la
nueva investigación “contribuye a la reescritura del poblamiento
del continente americano”.
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