Desde los primeros colonos vemos pasar una especie de torrente imparable que se revuelca, se transforma, lo nuevo y lo viejo, un modelo que una vez y otra se ve sobrepasado, pero al que le vemos operar a sangre fría y reponerse alimentado por las mil contradicciones que a su vez también a el se lo comen. Se alzan indios, esclavos, campesinos, jornaleros, obreros, negros, blancos,… y el ejército mercenario responde defendiendo las posesiones de las élites, que sólo ceden al empuje imparable de los de abajo. Los enfrentamientos y su desarrollo impulsan cambios políticos sociales y económicos, y las élites del poder ponen en marcha una fórmula que denominan “democracia” cuya base está constituida por un acuerdo entre los dueños de todos los bienes en su búsqueda de afianzamiento en el poder, viendo claramente la contradicción que todo lo quiebra: “el problema de la democracia…, era la división de la sociedad en ricos y pobres. Si algunas personas tenían mucha riqueza e influencia, si tenían las tierras, el dinero, los periódicos, la iglesia, el sistema educativo, ¿cómo podrían las votaciones, por muy amplias que fueran, incidir en este poder? Todavía quedaba otro problema: ¿no era natural que un gobierno representativo, incluso teniendo la más amplia base posible, fuera conservador, para prevenir el cambio tumultuoso?”.
Si el primer corte de la historia nos presenta el exterminio de los nativos, no habrá nadie como ellos que nos diga de qué manera descubrieron el terror del mundo que se les venía encima. Cambiamos de momento y oímos a esclavos y esclavas en sus explicaciones, y detrás, como tras las voces de los indios, se oye el murmullo de las oraciones de los brujos cristianos dando su bendición a los dominadores, y sabemos de la esclavitud justificada en libros y más libros, así eran los intelectuales, y de los esclavos elegidos por sus diferentes idiomas para mezclarlos y que no pudiesen entenderse, y el castigo del hambre, del hierro ardiente, del fuego y las armas, pero también, no olvidemos un elemento que alienta el libro, de las rebeliones, de las luchas que se extienden y crean su mitología y sus dirigentes.
Saltemos unos cuantos siglos para situarnos en un mundo más cercano, nunca se han dejado de oír las oraciones cristianas bendiciendo la utilización de las mujeres como perros caseros, bendiciendo la fuerza hasta hacerlas sumisas, útiles para el macho; una luchadora feminista declaraba en 1819 sobre la educación de las mujeres: “… ha estado exclusivamente dirigida hacia una mejor exhibición de sus encantos de juventud y belleza”. El problema, declaraba, es “el gusto de los hombres, sea cual sea, se ha convertido en un estándar para la formación del carácter femenino”.
Casi cien años después, el ánimo invasor de los explotadores estadounidenses les llevaría a mandar su ejército a asaltar México, sus discursos a la población sometida son brutales, escuchemos tan sólo cómo terminan: “Espero que alteréis vuestros hábitos,…” “Os vigilaremos” “Cuidado con la sedición,…, el ejército… sabe castigar”
Pero llegará la crisis capitalista del 29, el país se hunde, se divide, se diluye, el hambre, las movilizaciones, hacen que el estado ponga en marcha el denominado “nuevo día”, una campaña de recuperación del sentido de unidad como país que habían instaurado y un cambio de política para conseguirlo: ayudas sociales y leyes de protección frente al enriquecimiento de las minorías, eso permitió el restablecimiento que apuntaba ciertos aires de justicia; superado el peligro, sin que pasase mucho tiempo anularían todo aquello que había puesto un mínimo de orden en la sociedad y los capitalistas se lanzaron con renovadas fuerzas a la conquista de las plusvalías. ¿Crisis capitalista? Conviene leer con atención lo ocurrido por entonces. Entre los documentos mostrados aparece uno en el que declaran su principio más brutal por medio de un Juez del Tribunal Supremo en 1893: “Es una ley invariable que la riqueza de la comunidad esté en manos de unos pocos”. Y es que mucho antes las primeras redacciones sobre la Constitución dejaban sentado: “Es tan grande la consideración que tiene la ley por la propiedad privada, que no permitirá la menor violación de esta; no, ni siquiera por el bien de toda la comunidad”. Siglos y siglos de matanzas para aseverar por escrito que el fruto del trabajo es de unos pocos, de esa élite violentísima, terrorista, que no ha parado de matar en ningún momento de la Historia.
Este sistema de gobierno, que sí guarda sus experiencias y saca conclusiones, llega al siglo XX porque sus responsables aprenden. Por ejemplo, dan siempre información falsa al pueblo y a otros pueblos, el primer ejemplo lo encontramos en sus contactos con los indios, o en sus maniobras ocultas para derribar gobiernos, su financiación de bandas de mercenarios, su compra de informadores en los medios de comunicación para que difundan noticias sesgadas, ahí tenemos Latinoamérica entera, con Cuba indominable, recuérdese aquél principio en el que hundieron un barco suyo para entrar en guerra con la monarquía española; Howard Zinn nos lo cuenta, y también cómo contra el triunfo de la revolución cubana han financiado invasiones, atentados, envenenamientos agrícolas y ganaderos, y aprietan cuanto pueden la garganta de los cubanos con el bloqueo mundial impuesto bajo presiones de todo tipo al resto de los países; y también la intervención del gran capital en la guerra del Vietnam la llevaron a cabo sobre una información falsa que se hizo difundir por esos mercenarios de la información que tanto abundan, y que en tantas ocasiones han encontrado respuesta desde las clases trabajadoras conscientes de su situación en el mundo, aquí vemos esas respuestas.
La documentación que cuenta la historia no conocida, la que hace bajar el plato de la balanza que siempre nos han enseñado, nos lleva a fortalecer el punto de vista que se nos niega de manera permanente, nos lleva a levantar la conciencia colectiva, de clase, nos pone en guardia ante el discurso y el hacer cotidiano de ese poder desarrollado siglo tras siglo por la minoría explotadora, nos muestra su carácter agresivo.
El libro termina en la era de Clinton; nos deja un gran tesoro de conocimiento, un gran tesoro de Memoria Histórica sobre EEUU, tan necesario.
La Historia de cualquier país, nos ha dicho más arriba, no se puede presentar como la historia de una familia, eso oculta terribles conflictos de intereses entre dominadores y dominados.
Cada capítulo se merecería aquí una lectura detallada.
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