Hablar de César Rengifo es hablar de venezolanidad, de identidad cultural y
nacional, de un artista integral cuyas obras están cargadas de los problemas
sociales.
César, un hombre sensible vinculado en cuerpo y alma a la gente, su visión
era el punto de vista de las mayorías, sus obras siempre a favor de los
desposeídos, lo lleva a consagrarse como un icono latinoamericano.
Un 14 de mayo de 1915 nace en Caracas, Cesar Nerio Rengifo Cadenas, pintor,
dramaturgo, poeta, periodista, escultor, director teatral, promotor cultural,
político, muralista y un firme defensor de la identidad nacional, integrador de
las artes en función de la humanidad y de sus necesidades de expresión.
Considerado el maestro del realismo pictórico venezolano, inspirado por la
pintura mexicana. Quienes lo conocieron lo recuerdan como un ser generoso,
solidario, humilde, profundamente social, además de gran venezolano y persona.
Su padre Ángel María Rengifo Goita murió dos meses antes de su nacimiento y
su madre Felicia Cadenas fallece cuando apenas el tenia ocho meses de vida.
Entonces es criado por Ascensión y su esposo Mariano Rovaina quien fuera su
padrino de bautizo, pero al poco tiempo mueren por su ya avanzada edad.
Es adoptado en 1923 por José del Carmen Toledo, quien fue artista y se
desempeñaba como estucador, y que influyo mucho en la vida del joven César, le
enseño amar el arte, vinculándolo en todo cuanto podía. Toledo le otorgó todo
su apoyo para que pudiese lograr sus metas.
Tuvo una infancia difícil, aunque nunca le faltó el amor de quienes lo
conocían, siempre fue muy frágil de salud. A pesar de no haberse criado con sus
cuatro hermanos, eran muy apegados y se demostraban amplio afecto. Dos de ellos
mueren a muy temprana edad de tuberculosis.
A pesar de todos los embates que le tocó afrontar desde muy temprana edad,
Cesar mostró gran fortaleza de carácter y una inclinación por las artes,
específicamente por las artes plásticas.
En 1929 a sus apenas 14 años, empieza sus estudios formales en la Escuela
de Bellas Artes, especializándose en dibujo, pintura y escultura.
Con el régimen impuesto por la dictadura de Juan Vicente Gómez, se enciende
en Rengifo la pasión revolucionaria y la sed de justicia social, en 1931 se
inscribe en el Partido Comunista de Venezuela (PCV) creado en marzo de ese
mismo año, durante su militancia activa es apresado en varias oportunidades,
pero eso no doblegó su pensamiento.
En 1936 recibe por parte del Ministerio de Educación, regido entonces por
Rómulo Gallegos, una beca para especializarse en pedagogía de las artes
plásticas en Chile, de donde viaja a México al año siguiente, al enterarse de
que allí se estaba dando un movimiento plástico de grandes muralistas. Al
llegar a la ciudad de México decide realizar estudios de pintura en la Academia
de San Carlos y la Escuela La Esmeralda.
Arte y política
Encontrarse con el muralismo mexicano lo marca significativamente y es
cuando empieza a darle a sus obras un mensaje social, con realismo, temática
rural y autóctona.
Al culminar sus estudios en 1938, regresa a Venezuela donde inicia su
trayectoria como dramaturgo y director teatral. Expresa en cada una de sus
piezas teatrales el sentir venezolano, la expresión de los marginados y menos
favorecidos, tenía la convicción que la obra de arte debía ser una expresión
activa de una ideología, donde lo más importante era el contenido.
El montaje entero de su trabajo se inició durante la época petrolera y la
segunda Guerra Mundial, lo que despertó en él un deseo de elaborar su obra
desde la conciencia, a fin de denunciar la emigración compulsiva del campo a la
ciudad, caminos del vacío que condujeron a la destrucción de las comunidades
Cesar veía el arte como un medio de denuncia, en busca la justicia y
dignidad, sobre todo hacia esa clase social desplazada. Con más de 33
magistrales piezas teatrales culminadas y otras tantas por revisar, es
catalogado como uno de los máximos exponentes del teatro en la actualidad.
Su primera obra fue Por que canta el pueblo, cuya trama se desenvuelve en la dictadura de Juan
Vicente Gómez y constituye una de las piezas más fieles y crudas sobre los
acontecimientos que ocurrieron en esos años. Entre algunas de sus piezas más
emblemáticas también están, Curaya el Vencedor en 1947, Manuelote en 1950, Esa Espiga Sembrada en Carabobo en 1971 y Apacuana y Cuaricuriam en 1975.
Acerca de sus piezas en una oportunidad Rengifo expresó que “No solo es un
recuento anecdótico de lo que ocurrió sino que es un ejemplo del momento con
todas sus implicaciones en el presente venezolano, es un conjunto de obras que
no solamente competen a la realidad nacional actual, sino responden a la
realidad americana”.
En 1941 se empieza a desempeñar como reportero en el diario Ultimas
Noticias y más tarde en El Heraldo como jefe de redacción, así como miembro
fundador del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Prensa (SNTP). Con una
participación bien activa en este campo, siempre supo entender la importancia e
influencia de los medios en la sociedad.
En diciembre 1942 contrajo nupcias con Ángela Carrillo profesora de
Ciencias Sociales. con quien tuvo dos hijas Diana y Flérida Rengifo. César
demostró una gran devoción por sus hijas y esposa, siempre se les vio como una
familia unida y amorosa.
Funda el grupo de teatro Mascaras en 1952, con el que monta y dirige las
piezas teatrales con toda la carga social y mensajes de denuncia. En 1954, con
motivo del XV Salón Oficial Anual de Arte Venezolano, obtuvo el Premio Nacional
con su obra La Flor del Hijo, y también el Premio Arturo Michelena.
Entre 1955 y 1956 realizó el mural en mosaico titulado El mito de Amalivaca, que narra la
creación del mundo por la etnia Tamanaco, fue restaurado por Fundapatrimonio en
2006 y se encuentra en la planta baja de las Torres del Centro Simón Bolívar,
cerca del Terminal Urbano Río Tuy.
En 1973, por encargo de la Comisión del Sesquicentenario de la batalla de
Carabobo, del Ministerio de la Defensa, concluyó el mural Creadores de la Nacionalidad ubicado en el
Paseo de Los Próceres de Caracas.
El Premio a la Mejor Obra en el II Festival de Teatro Venezolano le fue
entregado en 1960 y como reconocimiento también a su talento en este ámbito
artístico.
Para 1980 recibió el Premio Nacional de Teatro. En noviembre del mismo año
muere en la ciudad de Caracas este militante al servicio de las causas del
pueblo, de la libertad y de la lucha por un mundo mejor.
Rengifo expresaba que “el arte debe existir en función de la humanidad”,
frase que cumplió hasta el final de sus días. Con sus piezas nos enseña que el
arte es una expresión, un grito, una denuncia de las sociedades y deben servir
como instrumento para crear conciencia y una humanidad más sensible y justa.
Con la fuerza de su pensamiento creador y compromiso social, contribuyó con
el desarrollo nacional, para trascender no solo como artista, sino como
persona.