Emir Sader |
La capital queda en el centro del Caribe, más al sur, cercada por las otras islas de la región, donde están sus vecinos más próximos: Jamaica, Haití, República Dominicana, Curaçao, Barbados, Trinidad, Cuba. La ciudad está bien cerca de Caracas y no lejos de Belén y de Fortaleza.
En tanto, para llegar
aquí es preciso sacar una visa en la embajada de los Estados Unidos.
Cuando se llega, normalmente vía vuelos indirectos desde otros países,
somos recibidos por un gran letrero: Welcom to United States of América.
Y, para darle un color local: San Juan welcomes you.
Así mismo,
sin siquiera una versión bilingüe, para que no queden dudas sobre dónde
se está llegando: Puerto Rico, “Estado Libre Asociado” de los Estados
Unidos.
Los funcionarios de inmigración se encargan de terminar de
componer el cuadro: fotografía e impresiones digitales de todos los
dedos de la mano (además del rigor, que me llevó a ser transferido por
un guardia a una sala especial, porque “la compañía aérea mandó mal su
nombre”, en inglés, claro).
Tenemos que salir de América Latina
para llegar a uno de los dos más latinoamericanos de nuestros países.
País lindo, más tropical no podría ser, lleno de playas, mar, palmeras y
cocos, donde se habla castellano y se baila frenéticamente la mejor
música de la región.
La moneda, como se podría esperar, desde la invasión y anexión norteamericana, en el final de la guerra hispano-norteamericana, en 1895, es el dólar, pese a que las personas te digan el precio en una supuesta moneda local: “ dos pesos”, esto es: dos dólares. Y para las fracciones inventan “peseta” y otros nombres populares.
El país tiene gobernador, como si fuese un Estado de
los EE.UU. y no un presidente, lo que correspondería a un país soberano,
cuando se trata, en la práctica, de una semi-colonia.
Puerto
Rico, Cuba y Brasil fueron los tres países que no tuvieron guerra de
Independencia, para los que las conmemoraciones que comienzan en todos
los otros países del continente en 2010, el Bicentenario de la
Independencia, no tienen ningún sentido. Los países caribeños tuvieron
los destinos más radicalmente contrapuestos del continente: uno de tornó
socialista, el otro casi una estrella en la bandera de los Estados
Unidos. Y en Brasil, como consecuencia, entre otros factores, de no
haber terminado con la esclavitud – como los países que tuvieron guerras
de independencia, expulsaron a los españoles por invasores de sus
territorios y pasaron de colonias a repúblicas – prolongamos la cuestión
de la esclavitud a las cuestiones agraria y social, con el
fortalecimiento del latifundio y que hasta hoy pagamos en términos de
desigualdad y de atraso de las relaciones agrarias.
Puerto Rico
vive, por primera vez, una secuencia de siete años de declinación
económica. Hay la misma cantidad de inmigrantes en los Estados Unidos – 4
millones – que la población de la isla. Existe hasta una expresión para
los portorriqueños en Nueva York: nuyoricans.
Los movimientos
populares demostraron gran combatividad en algunas luchas recientes.
Consiguieron la expulsión de la base militar norteamericana de la isla
de Vieques, aunque los yanquis siguen haciendo explotar las bombas que
tenían enterradas allí, prosiguiendo con la contaminación local.
Pero
el sentimiento general de la ocupación se disemina por toda la vida del
país. El gobernador actual, de extrema derecha, Luis Fortuño,
partidario de la anexión definitiva y completa a los EE.UU., asumió este
año, con un programa de ortodoxia neoliberal. Para empezar, despidió a
20 mil trabajadores del servicio público. Eligió los más recientemente
contratados, con lo que las víctimas privilegiadas fueron los sectores
nuevos, como los vinculados a la ecología, al feminismo, a los temas
étnicos, entre otros.
Los Estados Unidos controlan el comercio
exterior del país, Puerto Rico no puede tener relaciones económicas
directas con otro país sin autorización del Departamento de Comercio
norteamericano. De la misma forma, los portorriqueños tuvieron que hacer
el servicio militar durante la guerra de Vietnam. La pena de muerte –
existente en los Estados Unidos, pero no en Puerto Rico – puede ser
aplicada, en casos en que la Justicia considera que son de competencia
de la Justicia Federal (Federal siempre remite al Estado
norteamericano).
Como ocurre en la Habana, en Santo Domingo y en
otras capitales de la región, hay un Capitolio, copia del
norteamericano, para abrigar a los Parlamentos, para confirmar cuál es
el modelo de democracia que deberían tener.
Son más de 110 años de
dominación norteamericana, después de más de cuatro siglos de
colonización española, que busca apartar a Puerto Rico de su continente:
América Latina. Uno de cada dos boricuas - como se los conoce a los
originarios de la isla – vive en los Estados Unidos. Aunque el 25 por
ciento está desempleado por los efectos de la crisis en la economía
norteamericana.
La izquierda sigue dividida, entre sectores
independentistas y socialistas, que no consiguen unirse a pesar de la
situación de virtual ocupación del país. El semanario Claridad es la
mejor expresión de los sectores populares. Un fuerte movimiento
comunitario, que lucha para no ser desalojado de los planes
inmobiliarios, por el derecho a la casa.
Nostálgicos los portorriqueños cantan:“Una tarde partí
Hacia extraña nación
Por que quiso el destino.
Pero mi corazón
Se quedó junto al mar
Junto al Viejo San Juan.”
Y, combativos:
“Qué bonita bandera
Qué bonita bandera
Qué bonita bandera
Es la bandera portorriqueña.
Más bonita se viera
Más bonita se viera
Más bonita se viera
Si los yankis no la tuvieran.”
Emir Sader es director ejecutivo de Clacso y miembro del Consejo Editorial de SINPERMISO.
Traducción para www.sinpermiso.info: Carlos Abel Suárez
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