"ABYA YALA: TIERRA EN PLENA MADUREZ"

sábado, 28 de enero de 2012

JOSÉ MARTI, YUGO Y ESTRELLA


Yugo y Estrella

Cuando nací, sin sol, mi madre dijo:
-Flor de mi seno, Homomagno generoso,
De mí y de la creación suma y reflejo,
Pez que en ave y corcel y hombre se torna,
Mira estas dos, que con dolor te brindo,
Insignias de la vida: ve y escoge.
Este, es unyugo: quien lo acepta, goza:
Hace de manso buey, y como presta
Servicio a los eñores, duerme en paja
Calente, y tiene rica y ancha avena.
Ésta, oh misterio que de mí naciste
Cual la cumbre nació de la montaña,
Ésta, que alumbra y mata, es una estrella:
Como que riega luz, los pecadores
Huyen de quien la lleva, y en la vida,
Cual un monstruo de crímenes cargado,
Todo el que lleva luz se queda solo.
Pero el hombre que al buey sin pena imita,
Buey vuelve a ser, y en apagado bruto
La escala universal de nuevo empieza.
El que la estrella sin temor se ciñe,
Como que crea, crece!
Cuando al mundo
De su copa el licor vació ya el vivo:
Cuando, para manjar de la sangrienta
Fiesta humana, sacó contento y grave
Su propio corazón: cuando a los vientos
De Norte y Sur virtió su voz sagrada,-
La estrella como un manto, en luz lo envuelve
Se enciende, como a fiesta, el aire claro,
Y el vivo que a vivir no tuvo miedo,
Se oye que un paso más sube en la sombra!
Dame el yugo, oh mi madre, de manera
Que el puesto en él de pie, luzca en mi frente
Mejor la estrella que ilumina y mata.

JOSÉ MARTI. EL APOSTOL.


José Julián Martí Pérez nació en la calle Paula No. 41, La Habana, el 28 de enero de 1853.

En 1866 matricula en el Instituto de Segunda Enseñanza de La Habana. Ingresa también en la clase de Dibujo Elemental en la Escuela Profesional de Pintura y Escultura de La Habana, más conocida como San Alejandro.

El 4 de octubre de 1869, al pasar una escuadra del Primer Batallón de Voluntarios por la calle Industrias No. 122, donde residían los Valdés Domínguez, de la vivienda se oyen risas y los voluntarios toman esto como una provocación. Regresan en la noche y someten la casa a un minucioso registro. Entre la correspondencia encuentran una carta dirigida a Carlos de Castro y Castro, compañero del colegio que, por haberse alistado como voluntario en el ejército español para combatir a los independentistas, calificaban de apóstata.

Por tal razón, el 21 de octubre de 1869 Martí ingresa en la Cárcel Nacional acusado de infidencia por escribir esa carta, junto a su entrañable amigo Fermín Valdés Domínguez. El 4 de marzo de 1870, Martí fue condenado a seis años de prisión, pena posteriormente conmutada por el destierro a Isla de Pinos, lugar al que llega el 13 de octubre. El 18 de diciembre sale hacia La Habana y el 15 de enero de 1871, por gestiones realizadas por sus padres, logró ser deportado a España. Allá comienza a cursar estudios en las universidades de Madrid y Zaragoza, donde se gradúa de Licenciado en Derecho Civil y en Filosofía y Letras.

De España se traslada a París, por breve tiempo. Pasa por Nueva York y llega a Veracruz el 8 de febrero de 1875, donde se reúne con su familia. En México entabla relaciones con Manuel Mercado y conoce a Carmen Zayas Bazán, la cubana que sería su esposa.

Del 2 de enero al 24 de febrero de 1877 estuvo de incógnito en La Habana como Julián Pérez. Al llegar a Guatemala trabaja en la Escuela Normal Central como catedrático de Literatura y de Historia de la Filosofía. Retorna a México, para contraer matrimonio con Carmen el 20 de diciembre de 1877, regresando a inicios de 1878 a Guatemala.

Concluida la Guerra del 68 vuelve a Cuba el 31 de agosto de 1878, para radicarse en La Habana, y el 22 de noviembre nace José Francisco, su único hijo. Comenzó sus labores conspirativas figurando entre los fundadores del Club Central Revolucionario Cubano, del cual fue elegido vicepresidente el 18 de marzo de 1879. Posteriormente el Comité Revolucionario Cubano, radicado en Nueva York bajo la presidencia del Mayor General Calixto García, lo nombró subdelegado en la Isla.

En el bufete de su amigo Don Nicolás Azcárate conoce a Juan Gualberto Gómez. Entre el 24 y el 26 de agosto de 1879 se produce un nuevo levantamiento en las cercanías de Santiago de Cuba. El 17 de septiembre Martí es detenido y deportado nuevamente a España, el 25 de septiembre de 1879, por sus vínculos en la Guerra Chiquita. Al llegar a Nueva York, se establece en la casa de huéspedes de Manuel Mantilla y su esposa, Carmen Miyares.

Martí logra traer a su esposa e hijo el 3 de marzo de 1880. Permanecen juntos hasta el 21 de octubre, en que Carmen y José Francisco regresan a Cuba. Una semana después resultó electo vocal del Comité Revolucionario Cubano, del cual asumió la presidencia al sustituir a Calixto, quien había partido hacia Cuba para incorporarse a la Guerra Chiquita.

Entre 1880 y 1890 Martí alcanzaría renombre en la América a través de artículos y crónicas que enviaba desde Nueva York a importantes periódicos: La Opinión Nacional, de Caracas; La Nación, de Buenos Aires y El Partido Liberal, de México.

Posteriormente decide buscar mejor acomodo en Venezuela, a donde llega el 20 de enero de 1881. Fundó la Revista Venezolana, de la que pudo editar sólo dos números. Tras chocar con el caudillismo, tiene que retornar a Nueva York.

A mediados de 1882 reinició la labor de reorganizar a los revolucionarios, comunicándoselo mediante cartas a Máximo Gómez y Antonio Maceo. El 2 de octubre de 1884 se reúne por vez primera con ambos líderes y comienza a colaborar en el Plan Insurreccional Gómez-Maceo; posteriormente desistió de su empeño por estar en desacuerdo con los métodos de dirección empleados.

El 30 de noviembre de 1887 fundó una Comisión Ejecutiva, de la cual fue elegido presidente, encargada de dirigir las actividades organizativas de los revolucionarios. En enero de 1892 redactó las Bases y los Estatutos del Partido Revolucionario Cubano. El 8 de abril de 1892 resultó electo Delegado de esa organización, cuya constitución fue proclamada dos días después, el 10 de abril de 1892. El 14 de marzo fundó el periódico Patria, órgano oficial del Partido.

En los años 1893 y 1894 recorrió varios países de América y ciudades de Estados Unidos, uniendo a los principales jefes de la Guerra del 68 y acopiando recursos para la nueva contienda. Desde mediados de 1894 aceleró los preparativos del Plan Fernandina, con el cual pretendía promover una guerra corta, sin grandes desgastes y destrucciones para los cubanos. El 8 de diciembre de 1894 redactó y firmó, conjuntamente con los coroneles Mayía Rodríguez (en representación de Máximo Gómez) y Enrique Collazo (en representación de los patriotas de la Isla), el plan de alzamiento en Cuba. El Plan Fernandina fue descubierto e incautadas las naves con las cuales se iba a ejecutar. A pesar del gran revés que ello significó, Martí decidió seguir adelante con los planes de pronunciamientos armados en la Isla, en lo que fue apoyado por los principales jefes.

El 29 de enero de 1895, junto con Mayía y Collazo, firmó la orden de alzamiento y la envió a Juan Gualberto Gómez para su ejecución. Partió de inmediato de Nueva York a Montecristi, en República Dominicana, donde lo esperaba Gómez, con quien firmó el 25 de marzo de 1895 un documento conocido como "Manifiesto de Montecristi", programa de la nueva guerra. Ambos líderes llegan a Cuba el 11 de abril de 1895, por Playitas de Cajobabo, Baracoa.

Tres días después del desembarco, hicieron contacto con las fuerzas del Comandante Félix Ruenes. El 15 de abril de 1895 los jefes allí reunidos bajo la dirección de Gómez, acordaron conferir a Martí el grado de Mayor General por sus méritos y servicios prestados.

El 28 de abril de 1895, en el campamento de Vuelta Corta, en Guantánamo, en unión de Gómez firmó la circular "Política de guerra". Envió mensajes a los jefes indicándoles que debían enviar un representante a una asamblea de delegados para elegir un gobierno en breve tiempo. El 5 de mayo de 1895 tuvo lugar su encuentro con Gómez y Maceo en La Mejorana, donde se discutió la estrategia a seguir. El 14 de mayo de 1895 firmó la "Circular a los jefes y oficiales del Ejército Libertador", último de los documentos organizativos de la guerra, la que elaboró conjuntamente con Máximo Gómez.

Siguiendo la marcha hacia el oeste de la provincia oriental, llegaron a Dos Ríos, cerca de Palma Soriano. El 19 de mayo de 1895 una columna española se desplegó en la zona y los cubanos fueron a su encuentro. Martí marchaba entre Gómez y el Mayor General Bartolomé Masó. Al llegar al lugar de la acción, Gómez le indicó detenerse y permanecer en el lugar acordado. No obstante, en el transcurso del combate, se separó del grueso de las fuerzas cubanas, acompañado solamente por su ayudante Ángel de la Guardia. Martí cabalgó, sin saberlo, hacia un grupo de españoles ocultos en la maleza y fue alcanzado por tres disparos que le provocaron heridas mortales. Cuando se conoció lo sucedido, resultó imposible rescatar su cadáver, el cual fue conducido por los españoles y, tras varios enterramientos, fue finalmente sepultado el día 27, en el nicho número 134 de la galería sur del Cementerio de Santa Ifigenia, en Santiago de Cuba.

Eloy Alfaro. Centenario de su asesinato.

(Montecristi, Ecuador, 1842 - Quito, 1912) Militar y político ecuatoriano, máximo representante del liberalismo radical, que fue presidente de la república en los períodos 1895-1901 y 1906-1911.

Eloy Alfaro era hijo del comerciante español Manuel Alfaro y la manabita Natividad Delgado. Su padre se dedicaba a la exportación y Alfaro participó en los negocios paternos, viajando al Perú, Colombia, América Central y el Caribe. En lo político, se inclinó por el liberalismo y en 1864 participó en una fracasada insurrección contra García Moreno. Exiliado en Panamá, allí emprendió varios negocios con éxito. En 1872, y siendo ya un hombre rico, contrajo matrimonio con Ana Paredes Arosemena, hija de uno de los notables del Istmo.


Eloy Alfaro

En 1875, tras el asesinato de García Moreno, Alfaro volvió al Ecuador y combatió al gobierno de Antonio Borrero. Apoyó el golpe de Estado de Veintemilla en contra de Borrero, el 8 de septiembre de 1876, tras el cual fue nombrado coronel. Pero meses después se declaró contrario a Veintemilla, que no cumplió el programa liberal prometido. A inicios de 1883, Alfaro fue proclamado jefe supremo de Manabí y Esmeraldas y organizó un ejército que derrotó al dictador, cuyo último reducto, Guayaquil, cayó el 9 de julio de 1883.

Tras el triunfo "restaurador", como se llamó al movimiento coligado en contra de Veintemilla, una Asamblea Constituyente eligió como presidente a José María Plácido Caamaño, frente a Alfaro, sostenido por los liberales. En 1884, cuando Caamaño se instaló en el poder, Alfaro encabezó una nueva revuelta que suspendió tras casi cuatro años de lucha, dedicándose entonces a los contactos internacionales. Sus adversarios se referían a él con el sobrenombre burlesco de "general de las derrotas", debido a sus fracasos militares.

Pero las cosas cambiaron al estallar el escándalo de "la venta de la bandera", el 3 de enero de 1895. En junio de ese año se desató la Revolución Liberal en Guayaquil: el presidente Luis Cordero debió renunciar, y Alfaro, que estaba en Panamá, fue proclamado jefe supremo. Alfaro llegó a Guayaquil el 19 de junio de 1895, e inmediatamente preparó el ataque contra los conservadores, atrincherados en la Sierra, a quienes los liberales derrotaron en San Miguel de Chimbo, Gatazo y El Girón antes de llegar a Quito, el 4 de septiembre.

Más tarde, el 12 de enero de 1897, una Asamblea Constituyente, tras expedir la undécima Constitución, se pronunció por el liberalismo y eligió como presidente a Alfaro. Durante su primer gobierno, que concluyó en 1901, Alfaro se dedicó a consolidar el triunfo liberal, a establecer la separación entre la Iglesia y el Estado y a impulsar la construcción del ferrocarril entre Quito y Guayaquil.

Más notable fue el segundo gobierno alfarista, vigente entre enero de 1906 y agosto de 1911. En este período se promulgó la Constitución de 1906, "la carta magna del liberalismo ecuatoriano"; se continuó la construcción del ferrocarril transandino, que arribó a Quito el 25 de junio de 1908; se consolidó la secularización en la enseñanza pública, y se realizaron también obras de infraestructura y comunicación.

En 1910 el conflicto limítrofe con el Perú estuvo a punto de provocar la guerra. Entretanto, se produjeron fisuras en el partido liberal, donde se enfrentaban el liberalismo radical de Alfaro y el liberalismo oligárquico de Leonidas Plaza Gutiérrez. En las elecciones de 1911, el gobierno alfarista impuso a su candidato Emilio Estrada mediante un fraude, pero Alfaro se arrepintió de tal maniobra y quiso obtener la renuncia de Estrada mediante la convocatoria a un congreso extraordinario. Para entonces, el placismo se había aliado con Estrada en contra de Alfaro, que fue depuesto por el pueblo y el ejército y debió abandonar el país.

Entonces asumió el poder Carlos Freile Zaldumbide, quien entregó la presidencia al electo Emilio Estrada, en diciembre de ese año. Pero Estrada falleció y Freile Zaldumbide asumió la presidencia. Alfaro y otros dirigentes radicales regresaron al país pensando influir en la designación de un nuevo mandatario, pero Freile Zaldumbide los apresó en Guayaquil.

Trasladados a Quito, el 28 de enero de 1912 una turba asaltó la prisión y acabó con Eloy Alfaro, Flavio y Medardo Alfaro, Luciano Coral, Ulpiano Páez y Manuel Serrano. Sus cuerpos, arrastrados a modo de trofeos sangrientos por la ciudad, fueron quemados en El Ejido. Al parecer, una oscura alianza entre el placismo y los conservadores fue el origen de esta acción criminal.

La obra de Alfaro, apelado el viejo Luchador, es una de las más notables de los gobernantes del Ecuador, tanto por las transformaciones ideológicas que logró, como por las obras que realizó. Fueron también numerosas sus intervenciones en el campo social: exoneró del tributo territorial a los indios de la Sierra y a los montuvios de la Costa; suprimió la prisión por deudas; permitió la participación de la mujer en cargos administrativos; promovió escuelas y centros de educación. En el campo internacional promovió una reunión de representantes hispanoamericanos en México para la formación de un Derecho Público Americano; intervino ante la reina María Cristina en favor de la independencia de Cuba y luchó por resucitar la idea bolivariana de la Gran Colombia; en torno a él se unió el pueblo frente al Perú, pero no lo respaldó en su idea de alquilar a Estados Unidos las islas Galápagos.

Alfaro es una de las más fuertes personalidades que han guiado al pueblo ecuatoriano. Considerado, por unos, paladín de las libertades e instaurador de la democracia en su país, es, para otros, la encarnación del anticlericalismo y del despotismo político. Su militarismo, prepotencia y carácter dictatorial lo llevaron a conculcar los derechos de sus adversarios en nombre de la ideología radical de su partido, y le ganó la airada protesta de los intelectuales del país y el rechazo, y el odio incluso, de muchos de sus copartidarios. Para el partido liberal ecuatoriano -e incluso de otros países-, Alfaro ha pasado a la historia como el arquetipo y mártir de las ideas libertarias.

viernes, 27 de enero de 2012

Dulce María Loynaz

Nació en La Habana. Hija del general del Ejército Libertador Enrique Loynaz del Castillo y hermana del poeta Enrique Loynaz Muñoz. De joven estudió bajo tutores selectos sin tener que salir de su hogar. Publicó, a los diez y siete años, sus primeros poemas en La Nación, en 1920, año en el que también visita a los Estados Unidos y casi toda Europa.

En 1927 pasó los exámenes del doctorado en Derecho Civil, por la Universidad de la Habana, profesión que practicó, aunque a desganas, durante su vida adulta, pero que dejó de ejercer en 1961.

En 1950 publicó crónicas semanales en El País y Excélsior. También tiene colaboraciones en Social, Grafos, Diario de la Marina, El Mundo, Revista Cubana, Revista Bimestre Cubana, Orígenes.

Invitada por la Universidad de Salamanca, asistió a la celebración del V centenario del nacimiento de los Reyes Católicos (1953). Fue electa miembro de la Academia Nacional de Artes y Letras en 1951, de la Academia Cubana de la Lengua en 1959 y de la Real Academia Española de la Lengua en 1968. Ha ofrecido conferencias y lecturas, tanto en Cuba, como en Hispanoamérica y en España.

Ha recibido muchos premios, entre los que podemos mencionar: Orden Carlos Manuel de Céspedes, Orden Félix Varela, Distinción por la Cultura Nacional y Medalla Alejo Carpentier (Cuba) y Orden de Alfonso X el Sabio (España). Fue galardonada con el Premio Nacional de la Literatura (1987), Premio de la Crítica (1991) y Premio Miguel de Cervantes (1992). Murió en la Habana en 1997.


LA ORACIÓN DE LA ROSA

Padre nuestro que estás en la tierra; en la fuerce
y hermosa tierra;
en la tierra buena;

Santificado sea el nombre tuyo
que nadie sabe; que en ninguna forma
se atrevió a pronunciar este silencio
pequeño y delicado..., este
silencio que en el mundo
somos nosotras,
las rosas...

Venga también a nos, las pequeñitas
y dulces flores de la tierra,
el tu Reino prometido...,

Hágase en nos tu voluntad, aunque ella
sea que nuestra vida sólo dure
lo que dura una tarde...

El sol nuestro de cada día, dánoslo
para el único día nuestro...

Perdona nuestras deudas
-la de la espina,
la del perfume cada vez mas débil,
la de la miel que no alcanzó
para la sed de dos abejas...-,
así como nosotras perdonamos
a nuestros deudores los hombres,
que nos cortan, nos venden y nos llevan
a sus mentiras fúnebres,
a sus torpes o insulsas fiestas...

No nos dejes caer
nunca en la tentación de desear
la palabra vacía - ¡el cascabel
de las palabras!...-,
ni el moverse de pies
apresurados,
ni el corazón oscuro de
los animales que se pudre...
Mas líbranos de todo mal.
Amen.
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jueves, 19 de enero de 2012

HOME (ES)



Estamos viviendo un periodo crucial. Los científicos nos dicen que solo tenemos 10 años para cambiar nuestros modos de vida, evitar de agotar los recursos naturales y impedir una evolución catastrófica del clima de la Tierra.
Cada uno de nosotros debe participar en el esfuerzo colectivo, y es para sensibilizar al mayor número de personas que realizé la película HOME.
Para que esta película sea difundida lo más ampliamente posible, tenía que ser gratuita. Un mecenas, el grupo PPR, permitió que lo sea. Europacorp que lo distribuye, se comprometió en no tener ningún beneficio porque HOME no tiene ningún interés comercial.
Me gustaría que esta película se convierta en vuestra pelicula. Compártelo. Y actúa.
Yann Arthus-Bertrand.

viernes, 13 de enero de 2012

Ezequiel Zamora y El Latifundio


Recordemos que un latifundio es una explotación agraria improductiva o de muy bajo rendimiento de grandes dimensiones territoriales,propiedad de uno o pocos terratenientes. Además de la extensión del terreno, de su limitada pertenencia y de su improductividad, existen otros elementos para caracterizar a un latifundio:

“a) Acaparamiento en muy pocas manos de las tierras cultivables mientras la mayoría de los productores y habitantes del campo no tenían ninguna o sólo o sólo tenían en cantidades muy pequeñas, por lo cual para trabajar y vivir tenían que alquilarlas o arrendarlas al propietario y obligarse a servir como peones en la hacienda del mismo; b) fijación unilateral de las condiciones de trabajo por parte del dueño de la tierra, tanto en lo que se refiere al tipo de jornada como al salario que, en muchos casos, era pagado en fichas (de cartón, madera o metal según la importancia de la hacienda) y que, por supuesto, sólo tenían valor en los abastos, tiendas de raya, pulperías del propietario donde el peón compraba las mercancías y los víveres que necesitaba, a los precios que también fijaba el propietario; c) pago ordinariamente excesivo y siempre sin control de los cánones de arrendamiento o alquiler de la tierra, por lo cual, fuese cual fuese la forma adoptada (arrendamiento simple, piso, colonato, medianería, aparcería, etc.), también era fijado unilateralmente por el dueño, de modo que buena parte del fruto del esfuerzo del campesino se convertía en renta para el propietario mientras que el trabajador no tenía posibilidades de ahorro y capitalización; d) inseguridad en la tenencia de tierra para el trabajador pues estaba siempre expuesto al desalojo por parte del propietario; por lo cual no podía pensar siquiera en inversiones fijas o permanentes en las tierras que cultivaba; se favorecía su atavismo nómada y mantenía los recursos naturales no renovables, en especial la tierra, en constante amenaza de deterioro”. (Diccionario de Historia de Venezuela, Tomo 3, 1997).

En América Latina, el latifundio se encuentra tempranamente asociado con el proceso mismo de Conquista y Colonización, primero, y con la Independencia y la creación de las Repúblicas latinoamericanas, después. En este sentido, Miguel Acosta Saignes, señala lo siguiente:


“El concepto de propiedad de la tierra reinante en Europa en época del Descubrimiento y la Conquista pasó íntegramente a América. Las tierras fueron dadas en forma de encomiendas y repartimientos a los conquistadores por los Reyes de España y se creó de esta manera, desde el primer instante, el problema latifundista (…) Los indios y negros esclavos cultivaron las haciendas de los señores (…) La Independencia no solucionó en América la cuestión latifundista. El régimen colonial


de la tierra subsistió a pesar del movimiento emancipador y de unas manos pasaron a otras, las antiguas tierras de encomiendas y repartimientos, siempre en forma de grandes posesiones. Por eso, las guerras de Independencia tuvieron un prologado corolario en las civiles que se reprodujeron constantemente en muchos países americanos. Las multitudes, sometidas a servidumbre en los campos,estuvieron siempre listas para lanzarse a la conquista violenta de medios mejores de vida, llevados por la promesa siempre irrealizada,de los caudillos ambiciosos”. (Acosta, 1938, 32 y 33).

Venezuela no fue la excepción, así lo confirma Acosta Saignes: “Como en todos los países americanos, en Venezuela permaneció sin grandes alteraciones el sistema latifundista de la época colonial, al realizarse el movimiento emancipador. Algunos gobiernos decretaron la donación de tierras a grupos indígenas, mas tales providencias jamás se cumplieron, repitiéndose en tiempos republicanos la inutilidad de las disposiciones humanitarias, nunca respetadas antes, cuando eran sólo código escrito, en muchos respectos las leyes de Indias. El acaparamiento territorial aumentó desmesuradamente en este siglo (el XX del escritor) y sobre todo bajo el Gobierno de Juan Vicente Gómez”.(Acosta, 1938, 69) (Las negritas son nuestras).

Ya en las tempranas pasiones liberales del pulpero Elector convertido luego en General del Pueblo Soberano y en Valiente Ciudadano, los reclamos contra el latifundio eran asunto de todos los días. Como hemos visto, la Independencia y la naciente República profundizaron y cambiaron la fisonomía del latifundio y del latifundista post –independentista. En este sentido, es conveniente precisar las magnitudes de las propiedades de los protectores y tutores de Zamora,según cifras de un Estudio sobre la Cuestión Agraria realizado por investigadores de la Universidad Central de Venezuela: “…doce miembros de la familia Monagas recibieron concesiones sobre tierras baldías venezolanas por una superficie equivalente a 34 leguas, 2.219 fanegadas y 8.485 varas cuadradas, cifra que representa el 11.6% del total de los baldíos enajenados en 1849 – 1858. Las tierras adjudicadas estaban localizadas en Barcelona, Cumaná y Guárico”.

Esta es la realidad del latifundio – en manos de los próceres de la Independencia y de los caudillos de turno – de mediados del Siglo XIX, no ignorada por Zamora, quien, como hemos visto, era más bien un hombre de armas y de caballo más que de pluma y escritorio. Son pocas también las ocasiones que tiene el jefe del Pueblo Soberano para pensar durante la barahúnda de la Guerra Federal. Una de ellas, se la brindan las inclementes y torrenciales lluvias del llano barinés. En efecto, el Caudillo Federal detiene momentáneamente “las operaciones por el rescate de la libertad de los pueblos” para dedicarse a cavilar sobre el tema del latifundio.

No es mucho lo que las lluvias y los llamados a nuevas batallas le permiten al cavilador Zamora. Según uno de sus allegados, José Brandford, el valiente Ciudadano consideró muy utópicamente que: “…la tierra no es de nadie, es de todos en uso y costumbres, y además, antes de la llegada de los españoles, los abuelos de los godos de hoy,la tierra era común, como lo es el agua, el aire y el sol”.

Como hombre curtido por el sol llanero y conocedor de las desemejantes realidades de la llanura venezolana, el rústico Zamora señala que hay diferencias entre ellatifundio llanero y el de los Valles del Tuy, por lo que las soluciones deben ser diferentes, defendiendo, en consecuencia, la necesidad de la mediana y de la pequeña propiedad rural que conlleva además la eliminación del peonaje feudalizado,incluyendo la del veguero, según el caso y la circunstancia.

Finalizado el corto y recio invierno llanero, y urgido por el pronto regreso al campo de batalla vestido como siempre con la casaca militar azul de botones dorados, el kepí en el sombrero y la banda amarilla -no roja – rojita que era el color de los conservadores, de los despreciables godos – del sable cruzada sobre el pecho “a la llanera”, Zamora toma, en Barinas, algunas de las pocas acciones contra ellatifundio que las premuras de la guerra le permitieron. En este sentido, ordena aplicar las siguientes medidas:


“1º) Cinco leguas de tierra a la redonda y por los cuatro puntos cardinales para uso común de cada pueblo, villa, ciudad o caserío; 2º) Eliminación del sistema de cobrar arriendo por el uso de la tierra para fines agrícolas o pecuarios; 3º) Fijar los jornales de los peones de acuerdo con las labores, y 4º) Que los amos de hatos empotreren diez vacas paridas, de modo permanente, en las tierras del común, para suministrar diariamente y de modo gratuito, una botella de leche a los


hogares pobres”. (Cfr. Documentos de José Brandford, folio 75) Además de quemar a su paso los libros de los Registros Civiles donde reposaban por igual las escrituras de los terratenientes y de los pequeños propietarios de las comarcas liberadas; de federar el ganado, las papas, el maíz y los pollos ajenos, es decir, apropiárselos para la causa federal; y de proclamar a trocha y moche el lema Hombres y Tierras Libres, las señaladas supra fueron las pocas medidas concretas que pudo tomar Zamora para combatir el latifundio, al menos en la región barinesa que lo proclamó como Valiente Ciudadano. Como sabemos, poco efectiva fue la Guerra Federal para abolir definitivamente el latifundio. En efecto, “es de destacar que las guerras federales, a pesar de su carácter social y de la rebelión que provocaron en las poblaciones rurales contra los dueños de la riqueza territorial, no transformaron la estructura latifundista, pues la propiedad de la tierra pasó de los caudillos militares conservadores a los caudillos militares federales.

De ahí que, en la segunda mitad del siglo XIX, se afiance el latifundismo en Venezuela, como base de la estructura social y económica del país, hasta el advenimiento de la explotación petrolera, defraudándose las bases revolucionarias de carácter social de la Guerra Federal”. (Brewer, 2009, Tomo I, 372)

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EZEQUIEL ZAMORA. "GENERAL DE HOMBRES LIBRES Y DEL PUEBLO SOBERANO"


Militar, dirigente popular y primer caudillo social del siglo XIX; líder del Partido Liberal, al lado de Juan Crisóstomo Falcón y Jefe del Movimiento Federalista.

Ezequiel Zamora nació en la población de Cúa, estado Miranda, el 1º de febrero de 1817. De él dice Gil Fortoul que «tuvo todas las cualidades buenas o malas del héroe popular: bravura, fanatismo partidario, constancia indomable, odio sincero o, como él mismo de decía, horror a la oligarquía».

Perteneció a una clase social conocida con el nombre de «blancos de orilla». Al trasladarse a Caracas continúa la escuela primaria al estilo de Lancaster.

Zamora se radica en la población aragüeña de Villa de Cura donde establece una tienda de víveres; allí desarrolla un prestigio de comerciante probo y respetuoso. Para ese momento en que el joven Ezequiel aún no ha frisado los 30 años, su relación con los comerciantes y el pueblo le permiten palpar el descontento social provocado por la crisis económica que ocasionó la guerra de la independencia y ante las propuestas del abanderado del liberalismo Antonio Leocadio Guzmán se une a él, convirtiéndose en el Jefe regional de los Liberales.

El 7 de septiembre de 1846 Zamora se alza en Guambra, utilizando las consignas: Tierra y hombres libres, Respeto al Campesino y Desaparición de los Godos, ganando la devoción popular y el nombre de «General del Pueblo Soberano».

El 20 de febrero de 1859 estalla en Coro la Guerra Federal con Juan Crisóstomo Falcón a la cabeza como supremo caudillo del movimiento. Zamora se une a Falcón a quien de inmediato lo nombra Jefe de Operaciones de Occidente. Como brazo ejecutor de la Guerra Federal desarrolla una gran actividad y gracias a su carisma logra organizar un ejército popular a favor de los federalistas. El 4 de junio de 1859 recibe el título oficial de «Valiente Ciudadano».

Tres meses dedicó Zamora a la organización de las tropas para lo que sería la batalla decisiva, como en efecto lo fue el 10 de diciembre de 1859, la famosa Batalla de Santa Inés, donde es derrotado el ejército centralista. Después de esta acción Zamora se dirige al centro del país y en el asalto a la ciudad de San Carlos, Estado Cojedes, el 10 de enero de 1860 muere el General Ezequiel Zamora, uno de los líderes de la Federación, durante la Guerra Federal. La bala que asesinó a Zamora no se supo nunca de dónde partió; algunos afirman que provino del bando enemigo; otros sostienen que fue de sus propios compañeros de armas.

Ezequiel Zamora nació en medio de las violentas luchas que contra España realizaban los libertadores de Venezuela; en la hondonada de Cúa, en los valles del Tuy Medio, en un pueblo apacible y tranquilo. Pasó los primeros años de su vida acudiendo a una escuela elemental donde aprende los rudimentos de la lectura y la escritura.

Si bien es cierto que perteneció a "los blancos de orilla", la posición de su familia no era del todo precaria, pues eran propietarios en medio de una situación económica que hacía depender la vida de la producción agrícola.

El haber aprendido a leer y escribir le valió mucho en un país donde el analfabetismo era un mal crónico en más del 90% de la población; con este instrumento pudo lograr nociones de ideas políticas y entender la doctrina del Partido Liberal, leer los periódicos y una que otra obra de Historia Universal donde se reflejaba la lucha de los pueblos por alcanzar la libertad.

Ezequiel Zamora se fue formando también en el campo de la vida real, adquiriendo la experiencia de la "universidad de todos los días". Cuando su madre Paula Correa se traslada a Caracas, Zamora trata de continuar sus estudios, pero la vida en la capital era distinta y tuvo que ayudar a su madre en labores que le produjeron el sustento. Así vemos cómo, desde muy joven va adquiriendo experiencia y configurando su noble y recia personalidad, para luego ponerla al servicio de una causa que a la larga será desvirtuada y hasta traicionará los postulados por los cuales luchó Zamora.

Los liberales no fueron sumisos a la posición del nuevo gobierno conservador encabezado por Julián Castro y de inmediato procedieron a planificar qué debían hacer para quitar del poder a los conservadores, y vemos cómo Ezequiel Zamora quien se había embarcado hacia Curazao, entra en contacto permanente y directo con los jefes del liberalismo, pero en mayor contacto con las gentes que se quedaron en el país, ellos le irán suministrando información y no descansará en su empeño de reiniciar la lucha contra los que ostentaban el poder porque no importa quién estuviera en él, qué pensamiento pusiera en práctica, cuál el carácter de la Constitución; lo importante era estar en el poder, era necesario buscar las formas de obtenerlo y Zamora que era hombre de "tareas a emprender", comprendió que su participación en el Gobierno sólo se lograba a través de la intervención armada, así que no tuvo que esperar mucho tiempo y pudo dirigir desde la isla de Curazao la insurrección que se produce en Coro el 20 de febrero de 1859.

Sin lugar a dudas, él era el gran jefe de esa insurrección, el que la planificó, y a través de los mensajeros marinos que constantemente comunicaban a La Vela con Willemstad, pudo controlar y dirigir la insurrección con un carácter bastante personalista, porque ninguno de los otros grandes jefes del liberalismo se percató del plan y la realización de la insurrección de Coro, ni siquiera su cuñado, el General Juan Crisóstomo Falcón, quien fungía de jefe de los liberales y se enfureció al saber que su cuñado había dirigido la sublevación de Coro sin haber tenido él participación alguna; no obstante, Zamora, que no era muy amigo de estar pidiéndole opinión a nadie para emprender una acción, llegaba a Coro el 22 de febrero y tomaba el mando del alzamiento.

El recibimiento a Zamora en Coro fue algo apoteósico, todo el pueblo se fue a la plaza a recibir al gran caudillo, al incansable ejecutor, al que conduciría la Guerra de la Federación. Ese pueblo, ese mismo pueblo oirá su voz encendida.

Bajo el mando del guerrillero que mejor podía conducirla se inicia la guerra de los cinco años. Guerra sangrienta y profunda donde las pasiones se desbordan por la boca de los fusiles y por el machete cola de gallo del llanero.

De esta gesta ninguno mejor para levantar un ejército miliciano que Zamora, pues él estaba en el alma del desierto y había calado en las hondas entrañas de nuestro pueblo. En él veían los rurales la expresión de lucha constante e incansable por la existencia. Con él lucharán y conducirán a la Federación por los caminos victoriosos.

De todas las guerras civiles que sufrió Venezuela en el siglo pasado, la más cruel y encarnizada fue la Guerra Federal o Guerra Larga, que se libró entre 1859 y 1863. Fue un conflicto armado que estalló como culminación de la lucha política que sostenían liberales y conservadores desde 1840. El primer estallido de este conflicto se produjo en 1846 cuando el gobierno conservador, ante el peligro de perder las elecciones de aquel año, desató una feroz represión contra los liberales, encarcelando a muchos de sus dirigentes, entre ellos al fundador, y líder del liberalismo,

Antonio Leocadio Guzmán. A causa de aquella política agresiva del gobierno se produjeron numerosos alzamientos, entre ellos los de Francisco Rangel y Ezequiel Zamora; pero fueron dominados por el gobierno. Rangel murió y Zamora, hecho prisionero, fue sentenciado a muerte. La sentencia no se cumplió, porque al igual que a Antonio Leocadio Guzmán, el Presidente José Tadeo Monagas le conmutó la pena por el destierro. Fue precisamente en estos meses de finales de 1846, cuando se produjo el cambio de orientación del gobierno de Monagas, quien rompió con los conservadores y se alió con los liberales, partido de oposición al gobierno conservador. Gracias al apoyo liberal y mediante la adopción de ciertas medidas importantes, como la derogación de la ley del 10 de abril, la abolición de la esclavitud, y otras, Monagas se mantuvo en el poder hasta marzo de 1858, cuando el golpe militar dirigido por Julián Castro lo derrocó del poder. Pero las masas liberales comenzaron de nuevo a alzarse, como en 1846; en todo el país se formaron guerrillas hasta constituir un movimiento general de lucha armada que tomó en sus manos la bandera de la federación y agitó las consignas proclamadas por el partido liberal: "Elección popular. Principio Alternativo. Horror a la oligarquía".

La Guerra Federal fue, pues, la lucha de las masas populares dirigidas por el partido liberal contra la oligarquía, que pretendía recuperar el poder que perdió el 24 de enero de 1848.

La Guerra Federal no fue un mero estallido militar, ni tampoco un episodio más de la lucha entre los caudillos. Por el contrario, este conflicto constituyó una verdadera conmoción popular, que convulsionó el país durante cinco años y dejó profunda huella en la vida nacional. Conviene pues, señalar las principales causas que provocaron la Guerra Federal:

1.-La pervivencia de problemas económicos y sociales que la República, después de treinta años de vida independiente, no había podido resolver. En primer término, el problema de la tierra. Unas pocas familias, descendientes de la antigua oligarquía criolla y unos cuantos caudillos salidos de la guerra de independencia, reunieron en sus manos inmensas propiedades y mantuvieron su dominio sobre los campesinos. El latifundio continuó extendiéndose como base de todo aquel sistema semifeudal, mediante la apropiación por los particulares de grandes extensiones de terreno baldío. La injusticia de este régimen de propiedad territorial en manos de un pequeño grupo de grandes terratenientes frente a una gran mayoría de campesinos desposeídos y explotados, influyó en las masas populares que se incorporaron en la lucha contra la oligarquía.

En segundo término, el problema de la esclavitud. La abolición decretada en 1854, empeoró la situación social, pues los 40.000 esclavos liberados, se encontraron sin tierras y sin ayuda para incorporarse activamente a la vida económica. Los ex-esclavos tuvieron que permanecer al servicio de sus antiguos amos, quienes fijaron los salarios y las condiciones de trabajo a su antojo. La situación de miseria de este sector de trabajadores, contribuyó también al descontento de las masas rurales que nutrieron las filas de la federación.

2.-La repercusión que tuvo en la vida económica del país, la crisis monetaria internacional de 1858. Esta crisis afectó directamente el comercio exterior de Venezuela por la baja en los precios de los frutos de importación; redujo los ingresos del fisco que provenían en su casi totalidad de los impuestos de aduana y fue causa de, la ruina de muchos hacendados.

"El precio del café bajó un 20%, el de los cueros un 70%, el de productos de la caña un 50%. A partir del año fiscal 1852-53, los presupuestos fueron deficitarios. Los sucesivos empréstitos negociados por el gobierno no lograron resolver la situación "y fueron muchos los terratenientes arruinados o en trance de arruinarse, que se sumaron sin vacilaciones a la causa liberal atribuyendo al desgobierno de los godos, el general desajuste."

3.-La influencia que tuvo en el pueblo la prédica de ideólogos que contribuyeron a despertar los anhelos y aspiraciones de las masas populares, orientándolas en su lucha por la igualdad, contra los propietarios y el régimen de tenencia de la tierra.

4.-La vuelta al poder de la oligarquía, a raíz de la caída de Monagas. Después de la revolución de marzo, los conservadores intentaron restablecer la hegemonía y el exclusivismo que ejercieron hasta 1846. Pero los liberales, que venían de diez años en el gobierno de los Monagas, contaban ahora con caudillos militares de influencia en las masas rurales y tenían enorme apoyo popular. Estos caudillos iniciaron levantamientos en todo el país contra los conservadores. La insurrección prendió en todas partes bajo la dirección de los caudillos, del liberalismo. La federación pasó a ser la consigna central del movimiento: "la federación es el gobierno de los libres". Y los Federales (o "feberales", como decía el pueblo), se lanzaron a la lucha para "sacar la patria de la salvaje y brutal dominación en que la tienen los oligarcas".

Entre estos caudillos liberales, el más famoso fue el general Zamora, quien se había incorporado a las filas del liberalismo, atraído por la propaganda que hacía Antonio Leocadio Guzmán, desde las páginas de "El Venezolano". A raíz de las elecciones de 1846 Zamora se alzó contra el gobierno de Monagas, cayó prisionero y fue a parar al destierro.

Después del 24 de enero de 1848, regresó al país y formó parte de los cuadros militares del gobierno de Monagas, aliado ahora con los liberales. Cuando Julián Castro, después de la Revolución de Marzo empezó a inclinarse a favor de la oligarquía, Zamora, Falcón, Antonio Leocadio Guzmán, Antonio Guzmán Blanco y otros federalistas, fueron expulsados del país y refugiados en la isla de San Thomas, en Las Antillas. En octubre de 1858, fundaron una "Junta Patriota" que proclamó la Federación. Cuatro meses después, en la madrugada del 20 de febrero de 1859, un grupo de jóvenes liberales se apoderaron de la ciudad de Coro y se pronunciaron en el mismo sentido. A los dos días desembarcó Zamora en las costas de Coro, y se puso al frente de las operaciones militares de los sublevados, iniciando así la Guerra Larga que duró hasta 1863.

El programa de la Federación tuvo un carácter predominantemente político y sus principios fundamentales están expuestos en el Manifiesto que Zamora dio a conocer al desembarcar en las costas de Coro.

Durante el primer año de la Guerra Federal, fue una guerra de movimientos y batallas decisivas. Bajo la dirección de Zamora, que fue el alma de la guerra en este primer período, los federales obtuvieron la brillante victoria de Santa Inés, cerca de Barinas, en donde las tropas del gobierno sufrieron grandes pérdidas en oficiales y soldados y se retiraron perseguidas por el caudillo liberal. Pero Zamora murió mientras sitiaba la ciudad de San Carlos, el 10 de enero de 1860; y desde entonces la guerra se transformó en un gran movimiento de guerrillas. Por todas partes insurgían movimientos armados contra el gobierno, en muchos casos sin conexión entre sí. Las operaciones militares de los federales quedaron bajo la dirección del General Juan Crisóstomo Falcón; pero estas operaciones carecían de sentido, "no parecían tener, por regla general, el propósito definido de llegar a la capital y acabar la guerra. Las tropas atacantes se retiraban de repente, efectuaban marchas y contramarchas, se movían ya en razones de necesidades estratégicas del momento (la proximidad de un enemigo superior), ya de consideraciones logísticas (la necesidad de abastecimientos), ya por simple capricho".

La Guerra Federal se extendió por todas partes; pero su teatro principal de operaciones fueron los llanos, el norte-centro y el oriente del país.

Tuvo un sentido localista, explicable por la estructura semifeudal de entonces.

PROGRAMA DE LA FEDERACION
(Del Manifiesto del 25 de Febrero de 1859)

Abolición de la pena de muerte.
Libertad absoluta de la prensa.
Libertad de tránsito, de asociación, de representación y de industrias.
Prohibición perpetua de la esclavitud.
Inviolabilidad del domicilio, exceptuando los casos de delitos comunes judicialmente comprobados.
Inviolabilidad de la correspondencia y de los escritos privados.
Libertad de cultos, conservando la soberana tuición que sea indispensable para garantizar esa misma libertad.
Inmunidad de la discusión oral en toda especie.
Inviolabilidad de la propiedad.
Derecho de residencia a voluntad del ciudadano.
Independencia absoluta del poder electoral.
Elección universal, directa y secreta, de Presidente de la República, de Vicepresidente, de todos los legisladores, de todos los magistrados del orden político y civil y de todos los jueces.

Militar, dirigente popular y primer caudillo social del siglo XIX; líder del Partido Liberal, al lado de Juan Crisóstomo Falcón y Jefe del Movimiento Federalista.

Ezequiel Zamora nació en la población de Cúa, estado Miranda, el 1º de febrero de 1817. De él dice Gil Fortoul que «tuvo todas las cualidades buenas o malas del héroe popular: bravura, fanatismo partidario, constancia indomable, odio sincero o, como él mismo de decía, horror a la oligarquía».

Perteneció a una clase social conocida con el nombre de «blancos de orilla». Al trasladarse a Caracas continúa la escuela primaria al estilo de Lancaster.

Zamora se radica en la población aragüeña de Villa de Cura donde establece una tienda de víveres; allí desarrolla un prestigio de comerciante probo y respetuoso. Para ese momento en que el joven Ezequiel aún no ha frisado los 30 años, su relación con los comerciantes y el pueblo le permiten palpar el descontento social provocado por la crisis económica que ocasionó la guerra de la independencia y ante las propuestas del abanderado del liberalismo Antonio Leocadio Guzmán se une a él, convirtiéndose en el Jefe regional de los Liberales.

El 7 de septiembre de 1846 Zamora se alza en Guambra, utilizando las consignas: Tierra y hombres libres, Respeto al Campesino y Desaparición de los Godos, ganando la devoción popular y el nombre de «General del Pueblo Soberano».

El 20 de febrero de 1859 estalla en Coro la Guerra Federal con Juan Crisóstomo Falcón a la cabeza como supremo caudillo del movimiento. Zamora se une a Falcón a quien de inmediato lo nombra Jefe de Operaciones de Occidente. Como brazo ejecutor de la Guerra Federal desarrolla una gran actividad y gracias a su carisma logra organizar un ejército popular a favor de los federalistas. El 4 de junio de 1859 recibe el título oficial de «Valiente Ciudadano».

Tres meses dedicó Zamora a la organización de las tropas para lo que sería la batalla decisiva, como en efecto lo fue el 10 de diciembre de 1859, la famosa Batalla de Santa Inés, donde es derrotado el ejército centralista. Después de esta acción Zamora se dirige al centro del país y en el asalto a la ciudad de San Carlos, Estado Cojedes, el 10 de enero de 1860 muere el General Ezequiel Zamora, uno de los líderes de la Federación, durante la Guerra Federal. La bala que asesinó a Zamora no se supo nunca de dónde partió; algunos afirman que provino del bando enemigo; otros sostienen que fue de sus propios compañeros de armas.

Ezequiel Zamora nació en medio de las violentas luchas que contra España realizaban los libertadores de Venezuela; en la hondonada de Cúa, en los valles del Tuy Medio, en un pueblo apacible y tranquilo. Pasó los primeros años de su vida acudiendo a una escuela elemental donde aprende los rudimentos de la lectura y la escritura.

Si bien es cierto que perteneció a "los blancos de orilla", la posición de su familia no era del todo precaria, pues eran propietarios en medio de una situación económica que hacía depender la vida de la producción agrícola.

El haber aprendido a leer y escribir le valió mucho en un país donde el analfabetismo era un mal crónico en más del 90% de la población; con este instrumento pudo lograr nociones de ideas políticas y entender la doctrina del Partido Liberal, leer los periódicos y una que otra obra de Historia Universal donde se reflejaba la lucha de los pueblos por alcanzar la libertad.

Ezequiel Zamora se fue formando también en el campo de la vida real, adquiriendo la experiencia de la "universidad de todos los días". Cuando su madre Paula Correa se traslada a Caracas, Zamora trata de continuar sus estudios, pero la vida en la capital era distinta y tuvo que ayudar a su madre en labores que le produjeron el sustento. Así vemos cómo, desde muy joven va adquiriendo experiencia y configurando su noble y recia personalidad, para luego ponerla al servicio de una causa que a la larga será desvirtuada y hasta traicionará los postulados por los cuales luchó Zamora.

Los liberales no fueron sumisos a la posición del nuevo gobierno conservador encabezado por Julián Castro y de inmediato procedieron a planificar qué debían hacer para quitar del poder a los conservadores, y vemos cómo Ezequiel Zamora quien se había embarcado hacia Curazao, entra en contacto permanente y directo con los jefes del liberalismo, pero en mayor contacto con las gentes que se quedaron en el país, ellos le irán suministrando información y no descansará en su empeño de reiniciar la lucha contra los que ostentaban el poder porque no importa quién estuviera en él, qué pensamiento pusiera en práctica, cuál el carácter de la Constitución; lo importante era estar en el poder, era necesario buscar las formas de obtenerlo y Zamora que era hombre de "tareas a emprender", comprendió que su participación en el Gobierno sólo se lograba a través de la intervención armada, así que no tuvo que esperar mucho tiempo y pudo dirigir desde la isla de Curazao la insurrección que se produce en Coro el 20 de febrero de 1859.

Sin lugar a dudas, él era el gran jefe de esa insurrección, el que la planificó, y a través de los mensajeros marinos que constantemente comunicaban a La Vela con Willemstad, pudo controlar y dirigir la insurrección con un carácter bastante personalista, porque ninguno de los otros grandes jefes del liberalismo se percató del plan y la realización de la insurrección de Coro, ni siquiera su cuñado, el General Juan Crisóstomo Falcón, quien fungía de jefe de los liberales y se enfureció al saber que su cuñado había dirigido la sublevación de Coro sin haber tenido él participación alguna; no obstante, Zamora, que no era muy amigo de estar pidiéndole opinión a nadie para emprender una acción, llegaba a Coro el 22 de febrero y tomaba el mando del alzamiento.

El recibimiento a Zamora en Coro fue algo apoteósico, todo el pueblo se fue a la plaza a recibir al gran caudillo, al incansable ejecutor, al que conduciría la Guerra de la Federación. Ese pueblo, ese mismo pueblo oirá su voz encendida.

Bajo el mando del guerrillero que mejor podía conducirla se inicia la guerra de los cinco años. Guerra sangrienta y profunda donde las pasiones se desbordan por la boca de los fusiles y por el machete cola de gallo del llanero.

De esta gesta ninguno mejor para levantar un ejército miliciano que Zamora, pues él estaba en el alma del desierto y había calado en las hondas entrañas de nuestro pueblo. En él veían los rurales la expresión de lucha constante e incansable por la existencia. Con él lucharán y conducirán a la Federación por los caminos victoriosos.

De todas las guerras civiles que sufrió Venezuela en el siglo pasado, la más cruel y encarnizada fue la Guerra Federal o Guerra Larga, que se libró entre 1859 y 1863. Fue un conflicto armado que estalló como culminación de la lucha política que sostenían liberales y conservadores desde 1840. El primer estallido de este conflicto se produjo en 1846 cuando el gobierno conservador, ante el peligro de perder las elecciones de aquel año, desató una feroz represión contra los liberales, encarcelando a muchos de sus dirigentes, entre ellos al fundador, y líder del liberalismo,

Antonio Leocadio Guzmán. A causa de aquella política agresiva del gobierno se produjeron numerosos alzamientos, entre ellos los de Francisco Rangel y Ezequiel Zamora; pero fueron dominados por el gobierno. Rangel murió y Zamora, hecho prisionero, fue sentenciado a muerte. La sentencia no se cumplió, porque al igual que a Antonio Leocadio Guzmán, el Presidente José Tadeo Monagas le conmutó la pena por el destierro. Fue precisamente en estos meses de finales de 1846, cuando se produjo el cambio de orientación del gobierno de Monagas, quien rompió con los conservadores y se alió con los liberales, partido de oposición al gobierno conservador. Gracias al apoyo liberal y mediante la adopción de ciertas medidas importantes, como la derogación de la ley del 10 de abril, la abolición de la esclavitud, y otras, Monagas se mantuvo en el poder hasta marzo de 1858, cuando el golpe militar dirigido por Julián Castro lo derrocó del poder. Pero las masas liberales comenzaron de nuevo a alzarse, como en 1846; en todo el país se formaron guerrillas hasta constituir un movimiento general de lucha armada que tomó en sus manos la bandera de la federación y agitó las consignas proclamadas por el partido liberal: "Elección popular. Principio Alternativo. Horror a la oligarquía".

La Guerra Federal fue, pues, la lucha de las masas populares dirigidas por el partido liberal contra la oligarquía, que pretendía recuperar el poder que perdió el 24 de enero de 1848.

La Guerra Federal no fue un mero estallido militar, ni tampoco un episodio más de la lucha entre los caudillos. Por el contrario, este conflicto constituyó una verdadera conmoción popular, que convulsionó el país durante cinco años y dejó profunda huella en la vida nacional. Conviene pues, señalar las principales causas que provocaron la Guerra Federal:

1.-La pervivencia de problemas económicos y sociales que la República, después de treinta años de vida independiente, no había podido resolver. En primer término, el problema de la tierra. Unas pocas familias, descendientes de la antigua oligarquía criolla y unos cuantos caudillos salidos de la guerra de independencia, reunieron en sus manos inmensas propiedades y mantuvieron su dominio sobre los campesinos. El latifundio continuó extendiéndose como base de todo aquel sistema semifeudal, mediante la apropiación por los particulares de grandes extensiones de terreno baldío. La injusticia de este régimen de propiedad territorial en manos de un pequeño grupo de grandes terratenientes frente a una gran mayoría de campesinos desposeídos y explotados, influyó en las masas populares que se incorporaron en la lucha contra la oligarquía.

En segundo término, el problema de la esclavitud. La abolición decretada en 1854, empeoró la situación social, pues los 40.000 esclavos liberados, se encontraron sin tierras y sin ayuda para incorporarse activamente a la vida económica. Los ex-esclavos tuvieron que permanecer al servicio de sus antiguos amos, quienes fijaron los salarios y las condiciones de trabajo a su antojo. La situación de miseria de este sector de trabajadores, contribuyó también al descontento de las masas rurales que nutrieron las filas de la federación.

2.-La repercusión que tuvo en la vida económica del país, la crisis monetaria internacional de 1858. Esta crisis afectó directamente el comercio exterior de Venezuela por la baja en los precios de los frutos de importación; redujo los ingresos del fisco que provenían en su casi totalidad de los impuestos de aduana y fue causa de, la ruina de muchos hacendados.

"El precio del café bajó un 20%, el de los cueros un 70%, el de productos de la caña un 50%. A partir del año fiscal 1852-53, los presupuestos fueron deficitarios. Los sucesivos empréstitos negociados por el gobierno no lograron resolver la situación "y fueron muchos los terratenientes arruinados o en trance de arruinarse, que se sumaron sin vacilaciones a la causa liberal atribuyendo al desgobierno de los godos, el general desajuste."

3.-La influencia que tuvo en el pueblo la prédica de ideólogos que contribuyeron a despertar los anhelos y aspiraciones de las masas populares, orientándolas en su lucha por la igualdad, contra los propietarios y el régimen de tenencia de la tierra.

4.-La vuelta al poder de la oligarquía, a raíz de la caída de Monagas. Después de la revolución de marzo, los conservadores intentaron restablecer la hegemonía y el exclusivismo que ejercieron hasta 1846. Pero los liberales, que venían de diez años en el gobierno de los Monagas, contaban ahora con caudillos militares de influencia en las masas rurales y tenían enorme apoyo popular. Estos caudillos iniciaron levantamientos en todo el país contra los conservadores. La insurrección prendió en todas partes bajo la dirección de los caudillos, del liberalismo. La federación pasó a ser la consigna central del movimiento: "la federación es el gobierno de los libres". Y los Federales (o "feberales", como decía el pueblo), se lanzaron a la lucha para "sacar la patria de la salvaje y brutal dominación en que la tienen los oligarcas".

Entre estos caudillos liberales, el más famoso fue el general Zamora, quien se había incorporado a las filas del liberalismo, atraído por la propaganda que hacía Antonio Leocadio Guzmán, desde las páginas de "El Venezolano". A raíz de las elecciones de 1846 Zamora se alzó contra el gobierno de Monagas, cayó prisionero y fue a parar al destierro.

Después del 24 de enero de 1848, regresó al país y formó parte de los cuadros militares del gobierno de Monagas, aliado ahora con los liberales. Cuando Julián Castro, después de la Revolución de Marzo empezó a inclinarse a favor de la oligarquía, Zamora, Falcón, Antonio Leocadio Guzmán, Antonio Guzmán Blanco y otros federalistas, fueron expulsados del país y refugiados en la isla de San Thomas, en Las Antillas. En octubre de 1858, fundaron una "Junta Patriota" que proclamó la Federación. Cuatro meses después, en la madrugada del 20 de febrero de 1859, un grupo de jóvenes liberales se apoderaron de la ciudad de Coro y se pronunciaron en el mismo sentido. A los dos días desembarcó Zamora en las costas de Coro, y se puso al frente de las operaciones militares de los sublevados, iniciando así la Guerra Larga que duró hasta 1863.

El programa de la Federación tuvo un carácter predominantemente político y sus principios fundamentales están expuestos en el Manifiesto que Zamora dio a conocer al desembarcar en las costas de Coro.

Durante el primer año de la Guerra Federal, fue una guerra de movimientos y batallas decisivas. Bajo la dirección de Zamora, que fue el alma de la guerra en este primer período, los federales obtuvieron la brillante victoria de Santa Inés, cerca de Barinas, en donde las tropas del gobierno sufrieron grandes pérdidas en oficiales y soldados y se retiraron perseguidas por el caudillo liberal. Pero Zamora murió mientras sitiaba la ciudad de San Carlos, el 10 de enero de 1860; y desde entonces la guerra se transformó en un gran movimiento de guerrillas. Por todas partes insurgían movimientos armados contra el gobierno, en muchos casos sin conexión entre sí. Las operaciones militares de los federales quedaron bajo la dirección del General Juan Crisóstomo Falcón; pero estas operaciones carecían de sentido, "no parecían tener, por regla general, el propósito definido de llegar a la capital y acabar la guerra. Las tropas atacantes se retiraban de repente, efectuaban marchas y contramarchas, se movían ya en razones de necesidades estratégicas del momento (la proximidad de un enemigo superior), ya de consideraciones logísticas (la necesidad de abastecimientos), ya por simple capricho".

La Guerra Federal se extendió por todas partes; pero su teatro principal de operaciones fueron los llanos, el norte-centro y el oriente del país.

Tuvo un sentido localista, explicable por la estructura semifeudal de entonces.

PROGRAMA DE LA FEDERACION
(Del Manifiesto del 25 de Febrero de 1859)

Abolición de la pena de muerte.
Libertad absoluta de la prensa.
Libertad de tránsito, de asociación, de representación y de industrias.
Prohibición perpetua de la esclavitud.
Inviolabilidad del domicilio, exceptuando los casos de delitos comunes judicialmente comprobados.
Inviolabilidad de la correspondencia y de los escritos privados.
Libertad de cultos, conservando la soberana tuición que sea indispensable para garantizar esa misma libertad.
Inmunidad de la discusión oral en toda especie.
Inviolabilidad de la propiedad.
Derecho de residencia a voluntad del ciudadano.
Independencia absoluta del poder electoral.
Elección universal, directa y secreta, de Presidente de la República, de Vicepresidente, de todos los legisladores, de todos los magistrados del orden político y civil y de todos los jueces.
Creación de la milicia nacional armada.
Administración de justicia gratuita en lo secular.
Abolición de la prisión por deuda, como apremio.
Derecho de los venezolanos a la asistencia pública en los casos de invalidez o escasez general.

Libertad civil y política individual, consistente:1º en la igualdad de todos los ciudadanos ante la Ley; y 2º en la facultad de hacer sin obstáculo, licencia o venia, todo lo que la Ley no haya expresamente calificado de falta o delito. Seguridad individual: prohibición del arresto o prisión del hombre sino por causa criminal, precedida la evidencia de la comisión de un delito, y los indicios vehementes de la culpabilidad.

La aplicación en fin a nuestra patria de todas las demás instituciones felizmente descubiertas por la humanidad, y que la infancia del estado social o la ignorancia de nuestros conductores a la depravación o el criminal abandono han hecho imposibles hasta ahora.

Creación de la milicia nacional armada.
Administración de justicia gratuita en lo secular.
Abolición de la prisión por deuda, como apremio.
Derecho de los venezolanos a la asistencia pública en los casos de invalidez o escasez general.

Libertad civil y política individual, consistente:1º en la igualdad de todos los ciudadanos ante la Ley; y 2º en la facultad de hacer sin obstáculo, licencia o venia, todo lo que la Ley no haya expresamente calificado de falta o delito. Seguridad individual: prohibición del arresto o prisión del hombre sino por causa criminal, precedida la evidencia de la comisión de un delito, y los indicios vehementes de la culpabilidad.

La aplicación en fin a nuestra patria de todas las demás instituciones felizmente descubiertas por la humanidad, y que la infancia del estado social o la ignorancia de nuestros conductores a la depravación o el criminal abandono han hecho imposibles hasta ahora.

http://www.efemeridesvenezolanas.com/html/zamora.htm

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Víctor Colán Ormeño, historiador.

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