"ABYA YALA: TIERRA EN PLENA MADUREZ"

sábado, 30 de enero de 2010

La Revolución Liberal Restauradora


El 23 de mayo de 1899 se inició desde Colombia una invasión a Venezuela acaudillada por Cipriano Castro, la cual tuvo como finalidad derrocar el gobierno del presidente Ignacio Andrade. Dicha campaña militar conocida como la Revolución Liberal Restauradora o la "invasión de los 60", representó la primera participación masiva de los andinos en la política nacional y la finalización de la hegemonía del Liberalismo Amarillo. Previo a su participación en este alzamiento, Cipriano Castro estuvo exiliado durante 7 años en Colombia (1892-1899), desde donde esperaba para asaltar el poder. En este sentido, la crisis política experimentada por el liberalismo tradicional y el régimen de Ignacio Andrade, permitió el desarrollo cabal del movimiento revolucionario castrista. Desde mediados de 1898 el partido castrista del Táchira había iniciado una gran actividad y se convierte en una célula conspirativa, al observar la fragilidad del gobierno. Por su parte, Castro intenta entonces formar una alianza con otro caudillo tachirense exiliado en Colombia, Carlos Rangel Garbiras, con el objeto de coordinar una insurrección; pero, el fracaso de las conversaciones sobre el particular lo lleva a la determinación de llevar a cabo la invasión con sus fuerzas, en las que figuraban personajes tales como Juan Vicente Gómez, Manuel Antonio Pulido, José María Méndez, Emilio Fernández, Jorge Bello y Pedro María Cárdenas. En definitiva, Castro logra juntar un contingente de unas 60 personas que invaden por la frontera colombiana el 23 de mayo de 1899, acusando al gobierno de Ignacio Andrade de haber violado la Constitución Nacional de 1893, la cual restauraría el movimiento castrista.

El 24 de mayo de 1899, Castro lee su primera proclama revolucionaria y organiza un ejército de 1.500 hombres con el objeto de marchar hacia San Cristóbal, plaza que defendía el general Juan Pablo Peñalosa. Como una maniobra destinada a impedir la llegada de refuerzos a la capital de la sección de Táchira, Castro decidió enfrentarse en primer lugar a las tropas de que se dirigían hacia ella, dando como resultado 3 triunfos consecutivos a las tropas castristas en los combates de Toconó (24.5.1899), Las Pilas (27.5.1899) y El Zumbador (9.6.1899). Luego de esto, sitia a San Cristóbal durante 20 días (23.6-12.7.1899), pero abandona esta posición cuando se entera de la proximidad de un poderoso ejército de 5.000 hombres al mando del general Antonio Fernández. A pesar de lo numeroso del ejército gubernamental, Castro logra derrotarlo en el combate de Cordero (28.7.1899), gracias a su conocimiento de la región y a las dificultades que ofrecía el terreno a soldados procedentes del centro del país. Tras esta importante victoria, Castro toma la decisión de marchar hacia Caracas por la ruta de Mérida y Trujillo. Sin embargo, antes de salir de los Andes sale victorioso en un enfrentamiento con el general Rafael González Pacheco en Tovar (6.8.1899), y toma Valera (15.8.1899) donde no encontró mayor resistencia.

En su ruta hacia Caracas Castro libra el combate de Parapara (26.8.1899), en las inmediaciones de Carora, derrotando una vez más a las tropas del gobierno y captura un cañón Krupp. Después de flanquear la ciudad de Barquisimeto, su ejército aumenta gracias a la incorporación de 2 batallones procedentes de los alrededores de Nirgua, la cual sitia y captura el 9 de septiembre. Durante este trayecto hacia la capital, las fuerzas de Castro fueron aumentando a medida que se iban sumando a la revolución varios contingentes de partidarios del general José Manuel Hernández, el Mocho, quien se encontraba prisionero por haberse alzado contra el gobierno de Ignacio Andrade; lo que en definitiva resultó una alianza clave el movimiento restaurador. Ante el avance incontenible Castro y sus tropas, Andrade reorganizó el ejército con la intención de derrotar a éste en un combate final. En consecuencia, sale de Valencia un contingente de 5.500 hombres al mando del ministro de Guerra y Marina, el general Diego Bautista Ferrer, que a su vez contaba con el apoyo del general Antonio Fernández. Aunque el ejército del gobierno tenía grandes posibilidades de derrotar a Castro, las desavenencias entre Ferrer y Fernández, condujo a la derrota de Tocuyito (14.9.1899), donde sufrieron 1.000 bajas. Después de vencer este obstáculo en su marcha hacia Caracas, Castro de dirige el 16 de septiembre de 1899 a Valencia, donde se comienzan a producir las negociaciones políticas que pronto lo llevarán al poder.


Cuando Castro se disponía a enfrentar en La Victoria a Luciano Mendoza, quien representaba la última defensa del régimen de Andrade, se encontró con la sorpresa que dicho jefe decidió desobedecer las órdenes del gobierno y no hacerle frente. Ante la inminente llegada de Castro a Caracas, diversos emisarios enviados por Ignacio Andrade, entre ellos el ministro de Hacienda Manuel Antonio Matos, entraron en conversaciones con éste para llegar a un acuerdo de paz. No obstante, Andrade al notar que sus funcionarios se estaban pasando a la causa restauradora, y que no tenía ejército que defendiera su gobierno, resolvió marcharse de Venezuela el 19 de octubre de 1899, mientras se encargaba transitoriamente del Ejecutivo al general Víctor Rodríguez. Finalmente, el 23 de octubre de 1899, entra Cipriano Castro a Caracas, iniciando el gobierno de la Restauración Liberal y comenzado una etapa en la historia política de Venezuela.

La amable loca de Bolívar

Susan Dillon

Si se quiere saber la mejor biografía de Bolívar hay que llegarse a la quinta del prócer existente en Bogotá, hoy museo situado dentro de la ciudad, lugar de encuentros amorosos con Manuela Sáenz, en horas de pasión pero también de sosiego, entre batallas y combates. Se dice que le regaló a su amada esa quinta en agradecimien­to a las veces que le salvó la vida aún a riesgo de la propia.



Allí están, en medio de la arboleda tropical, los objetos domésticos que dicen cómo fueron sus vidas apasionadas: los muebles, las porcelanas, los cristales, las ropas que cubrió y usó esta pareja volcánica que tanto tuvo que ver con nuestras patrias liberadas.



Recorrer sus salas, admirar los jardines y el huerto desde las luminosas ventanas, es percibir el perfume de la historia, que lejos de estar oculta por falsos pudores, se muestra en la calidad humana de sus protagonistas cuando recorremos curiosos sus secretos pasillos.



Ahora, si se quiere saber de la heroína revolucionaria que acompañó al libertador hay que asomarse a sus biógrafos más felices: Gabriel García Márquez en "El general en su laberinto" o a Víctor Von Hagen en "Las cuatro estaciones de Manuela", donde tanto el novelista como el arqueólogo nos pueden pintar con finura esta personalidad avasalladora, esta mujer múltiple, que tanto fue su enfermera, su mano derecha, a quien Bolívar confió más que en sus generales.


A ella le dedicó sus cartas más ardientes, añorándola cuando la tenía lejos y llamándola "su amable loca", por las escenas que le hacía que tanto podían ser amorosamente cariñosas, como escandalosas al máximo.



Las noticias de estos amores fueron registradas por primera vez por el escritor peruano Ricardo Palma en su libro "Tradiciones peruanas", quien la visitara en su exilio y ya muy anciana, en una aldea de pescadores.



Las rutas seguidas por el ejército bolivariano tienen las huellas de esta amazona que no sólo fue "el reposo del guerrero", su fiel confidente, la que llevó consigo adonde fuere el libertador sus secretos de guerra. A punto tal que la independencia de América del Sur estuvo en sus manos.



Manuelita Sáenz



Tal vez ninguna mujer bajo el cielo de América haya sido tan sistemáticamente perseguida por la murmuración, la maledicencia o la intriga política y tan estimulada quizás por ella misma, que esta inquieta quiteña que gravitó en la vida de Simón Bolívar, no sólo en su faz amorosa sino también en la acción política. Fue la mujer más importante de su meteórica existencia, donde menudearon las relaciones amorosas de toda índole, si bien ambos tuvieron una adversa predisposición a la situación estable. Manuelita Sáenz fue no sólo su amante más duradera sino la depositaría de los secretos de Estado, el archivo y papelería de la Gran Colombia, la única persona que "podía decirle la verdad" ya que para eso la había facultado explícitamente.



Pero, por sobre todo, fue la que se jugó en los momentos de mortal peligro defendiéndolo con las únicas armas que supo manejar eficientemente: una indomable fiereza de gladiador y una extraordinaria seducción femenina.



Cuando en 1822 Simón Bolívar entró en Lima durante las luchas de emancipación americana, la ciudad lo recibió como a un emperador romano, bajo arcos de triunfo hechos con flores, música, bailes y desfiles. De las ventanas y los balcones las bellas le arrojaban pétalos al Libertador que montaba en su famoso Palomo Blan­co rodeado de los vítores de la multitud y subiendo a la tarima instalada en la Plaza Mayor, donde restallaba el fuego revolucionario para arrebatar al gentío con su palabra. De pronto se abre un balcón y unas manos diminutas arrojan al héroe una corona de laurel que hace centro en la frente del destinatario y con ese golpe comenzó otra historia paralela a la emancipación.



Bolívar le pregunta a su ayudante de campo quién es la dama. "Es Mrs. Thorne, esposa de un rico comerciante". Esa noche, en el baile de gala, el Libertador pudo agradecer a la autora de la corona el honor.



Bailaron desesperadamente, seduciéndose. Se pertenecieron antes, durante y después del baile.



Mrs. Thorne no era una inglesa insulsa, era Manuelita Sáenz, una quiteña revolucionaria y apasionada, con varias locuras amorosas en su haber, en aquella Lima de las aventuras galantes, de damas veladas y de lances violentos. Se había casado con un inglés aburrido y realista que la doblaba en edad.



De aquella noche se fueron juntos, él a perseguir la libertad de América, ella a seguir la este­la de su caballero de estatura heroica. La frívola bailarina de salón se convertía por amor a aquel hombre en la amazona incansable de las rulas de la independencia.



Cuentan quienes la conocieron que era encantadora, de una sugestiva belleza criolla y formas redondeadas. Fumaba largos cigarros y jugaba a hacer anillos de humo "con las manos más bellas del mundo", al decir de su amante.



Los soldados de la escolta y los generales del estado mayor comenzaron a adorarla: las pequeñas manos manejaban hombres y cabalgaduras con igual destreza.



No sólo fue por aquellos tiempos la ardiente Manuelita en los comentarios de salón, sino la republicana astuta, temeraria e implacable que se vestía como un oficial en campaña y empuñaba las armas metiendo miedo al más pintado. Popular entre la soldadesca, ocurrente y desenfadada en la vida social en la que sobresalía con sus gracias.



Cuando San Martín llegó a Lima para cerrar de este modo la campaña revolucionaria que había estallado de Norte a Sur, encontró a los varones fríos y cautos, pero había prendido su mecha en las mujeres. Creó entonces la Orden del Sol y premió a 112 mujeres que se decidieron fervorosamente por la patria que nacía.



Lima apreciaba los títulos nobiliarios, allí habían anclado los nobles españoles en puestos burocráticos de la corona. Aquello era un remedo de la corte de la metrópoli. San Martín, en un gesto de astucia política, creó un nuevo signo de gloria para las mujeres que querían ser protagonistas. A Manuelita le impuso la orden con banda y medalla, y a Rosa Campusano, su amiga íntima y según Germán Arciniegas "su pecadillo limeño", también.



De este tiempo de galanteos, conjuras, revoluciones y sordas luchas por el poder, son las cartas más interesantes que pintan la profundidad de la pasión que los consumía y lo comprometida que estuvo por ese entonces la suerte de la revolución y el destino de sus hombres. De esas cartas, precisamente, Bolívar dijo: "Que se quemen", pero para fortuna de la posteridad se han conservado, de manera que los héroes inmarcesibles han adquirido carnadura humana, son próximos a nosotros en sus pasiones, en su vida íntima, en su prosaica domesticidad. Toda esa época epiloga en las batallas de Junín y Ayacucho. Después llegará el tenaz forcejear de los hombres por el poder, donde las revoluciones devoran a sus propios héroes.



Desde 1822 hasta la muerte de Bolívar el 17 de diciembre de 1830, el romance sería una suerte de violentos y fugaces encuentros con separaciones dolorosas, cabalgando sobre los lomos de la América redimida por la libertad, cimentada en fragorosas batallas, tensas vigilias, radiantes victorias y sombrías derrotas, traiciones, intrigas y atentados. Toda la epopeya surge entre humos y retumbos de cañones, subiendo las empinadas crestas de los Andes, descalabrando caballos en las cornisas y envuelta en el vaho cálido del Trópico, cruzando selvas y vadeando ríos. Allá fue Manuela, amazona incansable tras las huellas de su hombre, arrastrando tras de sí toda una comitiva de muías cargadas con los petates de la independencia, los baúles con sus galas, los cofres con sus joyas, las dos fieles esclavas, las jaulas con un zoológico ambulante, donde cabía un oso cachorro que dormía abrazado a la garganta de su ama, turpiales, monos escandalosos y guacamayos tan malhablados como la soldadesca, que repetían los incendios que Manuela y su amante les enseñaban en los fugaces y placenteros momentos de reposo entre el vivac y las batallas.



El Libertador, para tenerla más cerca, pues le resultaba utilísima, la nombró curadora de los archivos de sus campañas. También recibía a emisarios de Inglaterra y Estados Unidos, pues de su relación matrimonial con Thorne, había llegado a practicar con solvencia el inglés, como se las arreglaba perfectamente con el francés y hasta tocaba el clavicordio con el estilo de una pacata niña de convento. Sin embargo, su letra y su ortografía eran un verdadero desastre, pero aun con ese inconveniente se las amañó para que el hombre más poderoso de su tiempo respondiera a sus cartas y mantuvieran así una caldeada y reveladora correspondencia.



Esta pasión duradera estaba sostenida por la necesidad de que alguien, con la gracia que la caracterizaba, le mostrara al Libertador la faz oculta de las intrigas políticas y los subterfugios de los personajes que entraban en el entorno del Estado Mayor en la preparación de los planes de guerra. Manuelita viajó una vez 300 leguas a lomo de muía para pasar sólo dos noches con el general y eso porque le hizo una escena de suicidio. Otra, encontró en la cama de su héroe un aro de diamantes, que no era precisamente el suyo, condecorándolo con feroces zarpazos de sus diminutas y cuidadas uñas que lo dejaron una semana con las marcas en la cara y no pudo salir de sus habitaciones por "una súbita gripe".



Todos cuantos podían llegar hasta el Libertador y "su amable loca" quedaban con la impresión de haber podido compartir por un instante las delicias del poder. Tal era el delirio que provocaba la presencia del general revolucionario para que pudieran bailar con él las damas de Lima, allá por 1826. En las fiestas y bailes que se celebraron al efecto, se mandó tocar decenas de veces el mismo vals para que todas tuvieran oportunidad de haber bailado con el héroe. En estas lides Simón Bolívar era tan incansable como en las más fieras batallas y llegaba en el jolgorio a subirse a las mesas y seguir allí la danza, en medio del regocijo de los asistentes. No le iba a la zaga Manuelita bailando la "ñapanga", danza sensual y provocativa, a la que el obispo de Quito llamara "la resurrección de la carne". La pareja disfrutaba de los momentos de gloria, puede decirse que los compartieron sin importarles gran cosa los comentarios que como regueros de pólvora se corrían por la América liberada. Manuelita cuidaba, con dedicación exclusiva, de la salud de Bolívar, que padecía desde su juventud la tuberculosis heredada de su madre y que la vida agitada y de constantes vicisitudes le impedía curar. Sin embargo, la actividad que desplegaba era de verdadero torbellino alternando las campañas militares con las intrigas de salón y los devaneos amorosos a los que fue fiel hasta la muerte. Hombre de gran fortuna, se calcula que fue en su tiempo la mayor de Venezuela, pero al concluir las campañas y ya abandonando la escena política, cuando sale definitivamente en su último viaje para la costa colombiana, sólo lleva en su equipaje dos camisas, unas pocas mudas interiores, sus ajetreados trajes de montar y un único par de botas al estilo Wellington. Sin embargo, comía con vajilla de oro. Este hombre enjuto, casi una sombra, fue el amor de su vida y eso que se le adjudicaron varios y del entorno del general, precisamente. Sus contemporáneos lo describen con las piernas cazcorbas y el modo de andar de los que duermen calzados y con espuelas. Había hecho a lomo de caballo 180.000 leguas, tanto como dos veces la vuelta al mundo, de allí su apodo honorífico de "culo de fierro". Manuela entonces lo vio partir doblado por la enfermedad, viejo a los 46 años. Habían estado por última vez en la quinta que Colombia le obsequiara como pago por sus servicios. Recorrieron por vez postrera la gran casa y el jardín abandonado que los vio reír felices bajo los grandes árboles cuajados de orquídeas trepadoras. Allí hoy existe un museo que recuerda la intimidad del Libertador, donde hay lugar para el "boudoír" de la dama de sus pensamientos y un costurero de riquísimas maderas, trabajado en momentos perdidos en lo que fue su "hobby": la carpintería. Pero ¿bordaría Manuela? Con el corazón estrujado, pero siempre de él, lo despidió montada en su alazán a la salida de la quinta. Lo seguían sus fieles y un centenar de escoltas. Uno y otra alzaron sus manos y se perdieron en el polvo de la mañana fría. Ya no se verían más, pero se siguieron escribiendo cartas donde el amor estaba intacto.



Quedó tiempo para recordar, sobre todo la negra noche de la conjura, dos años atrás, el 25 de septiembre, cuando pasaban la sobremesa de la cena en el palacio residencial del Libertador, que era casi un cuartel. Manuela acudía a pasar ratos amables, leía las noticias del día, volvía sobre las viejas crónicas de campañas, cartas de todo el mundo que daban pie a largas pláticas. Esa noche los conjurados estaban siendo denunciados por quien tenía el difícil compromiso de "decir la verdad", quien era los ojos y los oídos de la causa revolucionaria. A pesar de las prevenciones, Bolívar confiaba en que no pasarían de escaramuzas. A media noche los perros guardianes atropellaron y los centinelas dieron la voz de alto. Todo se precipitó rápidamente, los conjurados entraron al palacio al grito de "¡Muera el tirano!" Los fieles oficiales cayeron en un charco de sangre, bajo el puñal de los sublevados. Gritaban los sirvientes, era el caos.



Manuela despertó al Libertador que descansaba en su lecho y, ya en ropa de dormir, Bolívar alzó la espada siempre al alcance de su mano y una pistola haciendo ademán para salir a contener el alboroto. Pero ella lo detuvo en seco, ató las sábanas enristradas y lo conminó a saltar por la ventana del primer piso que daba a las caballerizas, de allí a las oscuras calles bogotanas y más allá a la libertad. Cuando los asaltantes en­traron al cuarto, la cama estaba tibia y Manuela sola. "Buscamos a Bolívar". "No está, búsquelo". Y salió, apenas cubierta por un tenue camisón, llevada a empellones por los corredores del pa­lacio para que dijera dónde se ocultaba. Cuando al regreso de la recorrida vieron la ventana abierta, se dieron cuenta de que la astuta mujer los había paseado por un laberinto haciendo tiempo. En ese momento alguien quiso matarla en la incontenida ira por ser burlados, pero otro dijo: "No hemos venido a matar mujeres".



Al otro día, en medio del regocijo popular y en acto público, Bolívar tiernamente la proclamó "la Libertadora del Libertador". Fue su hora de mayor esplendor.



Allí estuvo su cenit.



Bolívar se apagaría en Santa Marta, lejos de ella, lejos de la política ya, "sin patria por quien sacrificarse", sólo con unos pocos fieles y añorando las gracias de su "amable loca". Ella volvió a conspirar contra los que se sirvieron de la herencia revolucionaria. Entonces fue desterrada a una costa perdida en la arena del olvido, allá en Paita, un puerto ballenero en el Perú, lejos de la política, los hombres que la habían amado o los que la difamaron.



Vendía tabacos, velas, azúcar. Era un harapo de la gloria arrojada al exilio, lo que quedaba latiendo de la leyenda. La visitaba de tanto en tanto algún historiador como Ricardo Palma, para hilvanar Tradiciones Peruanas, o algún soldado errante como Garibaldi para refrescar en su corazón lo que vallan las bravas mujeres americanas, o Simón Rodríguez, el viejo maestro de Bolívar. La vieron envejecer en el desierto y murió con sus cartas, sus medallas de pasadas glorias y los recuerdos del hombre amado. Hasta último momento y como en los viejos tiempos de campañas, se fumaba un puro, convertido en anillos, jugando con sus manos graciosas, humo ella misma, la que había sido brasa en la gran hoguera de la epopeya americana.



Susana Dillon


De "Cazando historias" - Biografías inéditas de audaces mujeres del pasado


Diario Puntal - Córdoba - Argentina


21 de setiembre de 2008

viernes, 8 de enero de 2010

Cronología: intervenciones militares de EE.UU. en América Latina


La siguiente es una cronología de las intervenciones y creacion de bases militares que los EEUU han hecho en distintos países de América Latina. Puesto así, año por año, da idéa de la magnitud de la política imperialista a través de la utilización de la fuerza militar, no solo para anexar territorios sino también socios, complices a sus planes de dominación.

1823: La Doctrina Monroe declara que América Latina se considera "esfera de influencia" para Estados Unidos.

1846: Estados Unidos emprende una guerra contra México, país que finalmente es forzado a ceder al vecino del norte la mitad de su territorio, incluidos los hoy poderosos y ricos Estados norteamericanos de Texas y California.

1854: La marina yanqui bombardea y destruye el puerto nicaragüense de San Juan del Norte. El ataque ocurrió después de un intento oficial de poner impuestos al yate del millonario norteamericano Cornelius Vanderbilt, quien había conducido su nave a dicho puerto. El bombardeo facilitó el camino a William Walker.

1855: El aventurero estadounidense William Walter, operando en interés de los banqueros Morgan y Garrison, invade Nicaragua y se proclama presidente. Durante sus dos años de gobierno invadiría también a los vecinos países de El Salvador y Honduras, proclamándose igualmente jefe de Estado en ambas naciones. Walker restauró la esclavitud en los territorios bajo su ocupación.


1898: Los Estados Unidos declaran la guerra a España en el momento en que los independentistas cubanos tenían prácticamente derrotada a la fuerza militar colonial. Las tropas norteamericanas ocupan la Isla de Cuba, desconocen a los patriotas y España se ve obligada a ceder a Estados Unidos los territorios de Puerto Rico, Guam, Filipinas y Hawai.

1901: Las fuerzas norteamericanas de ocupación hacen incluir en la Constitución de la nueva República de Cuba la infame Enmienda Platt, mediante la cual Estados Unidos se arrogaba el derecho de intervenir en los asuntos cubanos cada vez que estimara conveniente. Cuba también fue forzada al arrendamiento en perpetuidad de un pedazo del territorio nacional para el uso de la Marina de Guerra estadounidense: La Base Naval de Guantánamo.

1903: Los Estados Unidos "estimula" la segregación de Panamá, que entonces era parte de Colombia, y adquiere derechos sobre el Canal de Panamá. Años después, el ex presidente Teodoro Roosevelt -el real segregador de Panamá-diría: "Yo tomé la Zona del Canal mientras el Congreso debatía." A Colombia se le pagó posteriormente la ridícula suma de $25 millones en compensación.

1904: Se promulga en Panamá la Constitución Nacional. Tiene un apartado que contempla la intervención militar norteamericana cuando Washington lo crea necesario. Inmediatamente se inicia la construcción del Canal de Panamá. Más adelante, Estados Unidos llenará la zona de bases militares y en 1946 fundará la tristemente célebre Escuela de las Américas, por cuyas aulas pasarán casi todos los dictadores de América Latina.

1904: La infantería de marina estadounidense desembarca en República Dominicana para sofocar un levantamiento armado opositor. Un año después, a propósito de la intervención en ese país, el Presidente Teodoro Roosevelt declara que Estados Unidos sería "el gendarme" del Caribe.

1906: Las inversiones norteamericanas en Cuba, que en 1885 representaban 50 millones de pesos cubanos, alcanza la cifra de 200 millones. En agosto de ese año estalla una insurrección contra el presidente títere Estrada Palma, quien solicita la intervención militar de EE.UU. Los norteamericanos desembarcan y designan como interventor a William Taft.

1907: República Dominicana: Estados Unidos consiguió que el gobierno dominicano le otorgara la recaudación de los ingresos aduanales, estatus que se mantendría por 33 años consecutivos.

1908: Tropas norteamericanas intervienen en Panamá. En la próxima década lo hará cuatro veces más.

1910: Los marines yanquis ocupan Nicaragua para sostener el régimen de Adolfo Díaz.

1911: México: Para "proteger"a ciudadanos norteamericanos, el presidente William Taft ordena el desplazamiento de 20 mil soldados a la frontera sur y ocho buques de guerra frente a las costas de California.

1912: Los marines norteamericanos invaden Nicaragua y dieron comienzo a una ocupación que se mantendría casi continuamente hasta 1933. Ese mismo año (1912) el Presidente Taft declara: "No está distante el día en que tres estrellas y tres franjas en tres puntos equidistantes delimiten nuestro territorio: una en el Polo Norte, otra en el Canal de Panamá y la tercera en el Polo Sur. El hemisferio completo de hecho será nuestro en virtud de nuestra superioridad racial, como es ya nuestro moralmente."

1914: La Marina de Estados Unidos bombardea la ciudad portuaria de Veracruz, un ataque aparentemente motivado por la detención de soldados norteamericanos en Tampico. El gobierno mexicano se disculpa, pero el presidente Woodrow Wilson ordena que la armada ataque a Veracruz. Cien soldados mexicanos, varios cadetes de la Escuela Naval y grupos civiles resisten con heroísmo. Hay 300 muertos. Los ocupantes permanecen durante varios meses.

1915: Los marines ocupan Haití para "restaurar el orden". Se establece un protectorado que permanecerá hasta 1934. El secretario de Estado William Jennings Bryan, al informar sobre la situación haitiana comentó: "Imaginen esto: negros hablando francés"

1916: Marines ocupan la República Dominicana y permanecen allí hasta 1924

1918: En Panamá los marines ocupan la provincia de Chiriquí, para "mantener el orden público".

1924: La infantería de marina USA invade a Honduras para "mediar" en un enfrentamiento civil. Un militar hondureño asume el gobierno provisional. Honduras ocupa el primer lugar mundial en la exportación de bananas, pero las ganancias son para la United Fruit Company.

1925: Tropas del Ejército norteamericano ocupan la ciudad de Panamá para acabar con una huelga y mantener el orden.

1926: Estados Unidos decide crear en Nicaragua una Guardia Nacional. Augusto César Sandino se propone crear un ejército popular para combatir a los ocupantes extranjeros.

1927: En Nicaragua un capitán de los marines yanquis conmina a Sandino para que se rinda. El rebelde responde: "Yo quiero patria libre o morir". Estados Unidos realiza entonces el primer bombardeo aéreo en América Latina. Ataca la aldea El Ocotal. Mueren 300 nicaragüenses por las bombas y ametralladoras yanquis.

1930: En República Dominicana comienza la dictadura de Rafael Leónidas Trujillo, un militar surgido de la Guardia Nacional, fomentada y entrenada por Estados Unidos.

1933: Estados Unidos abandona Nicaragua y deja el control del país a Anastasio Somoza y su Guardia Nacional.

1934: En Nicaragua es asesinado César Augusto Sandino, quien había depuesto las armas. El asesinato fue ordenado por Somoza, con la complicidad del embajador norteamericano Arthur Bliss Lane.

1941: En Panamá es depuesto el presidente Arias por un golpe militar liderado por Ricardo Adolfo de la Guardia, quien primero consultó su plan con el Embajador de Estados Unidos. El Secretario de Guerra Henry Stimson declaró al respecto: "Esto fue un gran alivio para nosotros, porque Arias había sido muy problemático y muy pro-Nazi"

1946: Estados Unidos abre en Panamá la tristemente célebre Escuela de las Américas, para la formación de los militares del hemisferio. Allí se formaron los principales protagonistas de las dictaduras militares en Brasil, Argentina, Uruguay, Chile, Centroamérica y en otros países.

1947: Estados Unidos comienza a imponer paulatinamente el Tratado Interamericano de de Asistencia Recíproca (TIAR).

1952: En Cuba, con la anuencia y agrado del gobierno de Estados Unidos, el general Fulgencio Batista produce el derrocamiento de Carlos Prío Socarrás e inaugura una sangrienta tiranía.

1954: La CIA orquesta el derrocamiento del gobierno democráticamente electo de Jacobo Árbenz en Guatemala. Un poeta guatemalteco describió el gobierno de Árbenz como "años de primavera en un país de eterna tiranía". Siguieron casi 40 años de violencia y represión que culminaron en la política de "tierra arrasada" de los años 80. Más de 150 000 personas perdieron la vida.

1956: En Nicaragua el poeta Rigoberto López Pérez mata al dictador Anastasio Somoza, que llevaba 20 años en el poder con apoyo de Estados Unidos. El presidente Franklin Delano Roosevelt lo había definido así: "Es un hijo de puta, pero es nuestro hijo de puta". Su hijo Anastasio Somoza Debayle prolongó la dinastía tiránica durante varios años más.

1960: El presidente Eisenhower autoriza la realización en gran escala de acciones encubiertas para derribar el gobierno de Fidel Castro, quien había llegado al poder en enero de 1959 e inició de inmediato una obra revolucionaria de extraordinario alcance social y apoyo popular. Las acciones encubiertas incluían el asesinato del líder cubano, la creación de bandas contrarrevolucionarias y el sabotaje a los principales sectores de la economía isleña.

1961: Fuerzas mercenarias reclutadas, organizadas, financiadas y dirigidas por Estados Unidos invaden Cuba por Bahía de Cochinos (Playa Girón). En menos de 72 horas son derrotadas en lo que constituyó la primera gran derrota militar del imperialismo yanqui en América Latina.

La CIA cocina un golpe de Estado contra el presidente electo de Ecuador J. M Velazco Ibarra, quien se había demostrado demasiado amistoso con Cuba.

1964: El presidente de Brasil Joao Goulart, quien se proponía llevar a cabo una reforma agraria y nacionalizar el petróleo, es víctima de un golpe de estado apoyado y promovido por Estados Unidos.

1965: Estados Unidos envía miles de efectivos a República Dominicana para reprimir un movimiento que intentaba restaurar en el poder al anteriormente derrocado presidente progresista y democráticamente electo Juan Bosch.

1966: Estados Unidos envía armas, asesores y Boinas Verdes a Guatemala, para implementar una llamada campaña contrainsurgente. En un informe del Departamento de Estado reconocía que: "para eliminar a unos pocos cientos de guerrilleros habrá que matar quizás a 10 mil campesinos guatemaltecos".

1967: Un grupo de Boinas Verdes fueron enviados a Bolivia para ayudar a encontrar y asesinar a Ernesto Che Guevara.

1968: la CIA, organiza una fuerza paramilitar considerada como la precursora de los tenebrosos "Escuadrones de la Muerte".

1971: El diario The Washington Post confirma que la Agencia Central de Inteligencia (CIA) había intentado asesinar en varias oportunidades al líder de la revolución cubana Fidel Castro. Años después, y en la medida que los documentos secretos de la CIA eran desclasificados se ha sabido que los intentos se cuentan por decenas y los planes por centenares.

1973: Los militares toman el poder en Uruguay, apoyados por Estados Unidos. La subsiguiente represión alcanzaría elevadísimas cifras de población encarcelada por razones políticas.

Un golpe de Estado instigado y organizado por Estados Unidos derroca al gobierno electo del Presidente Salvador Allende en Chile, y se instala en el poder el General Augusto Pinochet quien encabeza una cruenta y larga tiranía.

1976: Asume el poder una dictadura militar en Argentina. Años después se desclasificaron en Estados Unidos casi 5000 documentos secretos que revelaron la estrecha colaboración y el apoyo otorgado desde los más altos niveles del poder en Washington a los militares argentinos, responsables de la muerte de al menos 30.000 argentinos, una gran parte de ellos jóvenes estudiantes y trabajadores. Recientemente, el Departamento de Estado de EEUU ha desclasificado documentos que implican directamente al antiguo secretario de Estado Henry Kissinger y otros altos responsables norteamericanos en los crímenes cometidos por la dictadura argentina, que puso en marcha una campaña de asesinatos, torturas y "desapariciones" tras asumir el poder. Kissinger estuvo involucrado en las operaciones del llamado Plan Cóndor, una red de cooperación para capturar y ejecutar opositores políticos en Argentina, Brasil, Chile, Uruguay, Paraguay y Bolivia.

1980: Estados Unidos incrementa la asistencia masiva a los militares de El Salvador que se enfrentan a las guerrillas del FMLN. Los escuadrones de la muerte proliferan; el Arzobispo Romero es asesinado por terroristas de derecha; 35 mil civiles son muertos entre 1978 y 1981. La violación y asesinato de 4 monjas por sicarios de los militares hace que el gobierno yanqui suspenda la ayuda militar. por un mes.

1981: La Administración Reagan inicia la guerra de los "contra" para destruir el gobierno sandinista en Nicaragua.

La CIA avanza en la organización de los "contras" en Nicaragua. Habían comenzado el año anterior con un grupo de 60 antiguos guardias de Somoza. Cuatro años después llegarían a agruparse en la "contra" casi 12 mil ex guardias. De los 48 jefes militares más importantes de la "contra", 46 habían sido oficiales de la Guardia Nacional. Estados Unidos también avanzó en la guerra económica contra Nicaragua y en las presiones ejercidas por el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial.

El general Omar Torrijos, presidente de Panamá, muere en un accidente aéreo. Desde entonces ha existido la sospecha de que la CIA tuvo que ver con el desastre, debido al nacionalismo patriótico de Torrijos y a las relaciones amistosas que su gobierno sostenía con Cuba.

1983: Se produce la invasión de cinco mil infantes de marina de Estados Unidos a la pequeña isla caribeña de Granada. Las tropas yanquis entraron poco después de que una conspiración había sacado del poder a Maurice Bishop, un líder izquierdista y nacionalista.

1989: Estados Unidos invade Panamá para arrestar a quien fuera su protegido, Manuel Noriega. La operación dejó no menos de 3 mil bajas civiles.

1990: Estados Unidos interviene masivamente en el proceso electoral de Nicaragua a través de acciones encubiertas y también públicas. Washington consolidó abiertamente la coalición de oposición, aunque tales prácticas son ilegales según la ley estadounidense.

2000: Como parte de la "Guerra a las Drogas", Estados Unidos lanza el Plan Colombia, un programa de ayuda masiva civil y militar a un país que quizás tenga el peor récord de derechos humanos en el hemisferio. El financiamiento de Estados Unidos para este Plan es de 1 300 millones, de los cuales el 83 por ciento está destinado al gasto militar. El Plan Colombia después se ha subsumido en la "Guerra contra el Terrorismo".

2002: Estados Unidos apoyó y financió a los elementos que organizaron el fallido golpe de Estado del 11 de abril en Venezuela.

Cronologías que han servido de base:

Mark Rosenfelder: U.S. Interventions in Latin America, 1996
Roberto Bardini: Tropas extranjeras y maniobras militares. Inmunidad es impunidad, 7 de Julio de 2003

Fuentes utilizadas por ambos autores:

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Chomsky, Noam. Year 501: The Conquest Continues . South End Press, Boston: 1993. Packed with documentation.

Galeano, Eduardo. Century of the Wind and Faces & Masks .
Pantheon Books, New York: 1988. (Originally published as Memoria del fuego II, III: El siglo del viento, Las caras y las mascaras .) Vignettes from history, from a master Latin American novelist. As history, take it with a grain of salt.

Gleijeses, Piero. Shattered Hope: The Guatemalan Revolution and the United States, 1944-1954 . Princeton, Princeton NJ: 1991. The definitive study of the Arévalo/Arbenz administrations and the U.S. coup.

Kwitny, Jonathan. Endless Enemies: The Making of an Unfriendly World . Congdon & Weed, New York: 1984. By a former Wall Street Journal reporter.
-Patricia Galeana, Cronología Iberoamericana 1803-1992, Fondo de Cultura Económica, México, 1993

Gastón García Cantú, Las invasiones Norteamericanas en México, Editorial Era, México, 1974.

Gregorio Selser, Cronología de las Intervenciones Extranjeras en América Latina (1776-1945), coedición de las universidades Nacional Autónoma de México, Obrera de México, Autónoma Metropolitana-Atzcapozalco

Koeyu - Visiones Alternativas Adital

jueves, 7 de enero de 2010

Capitalismo y subdesarrollo en América

AMÉRICA LATINA, COLONIAL Y CAPITALISTA
Las tres contradicciones del capitalismo, la expropiación-apropiación del excedente, la estructura centro metropolitano-satélite periférico y la continuidad en el cambio, hicieron su aparición en América Latina en el siglo XVI y desde entonces han caracterizado a este continente.
América Latina fue conquistada y su pueblo colonizado por la metrópoli europea para expropiar el excedente económico de los trabajadores del satélite y apropiárselo para su acumulación de capital, iniciando con ello el presente subdesarrollo del satélite y el desarrollo económico de la metrópoli. La relación capitalista metrópoli-satélite entre Europa y América Latina fue establecida por la fuerza de las armas. Y por esta misma fuerza, así como por la fuerza de la creciente vinculación económica y de otro tipo, se ha mantenido esta relación hasta hoy. Las principales transformaciones ocurridas en América Latina en los cuatro últimos siglos han sido producto de sus respuestas a las influencias económicas, políticas y otras que, o bien partieron de la metrópoli, o bien surgieron de la estructura metrópoli-satélite. Excepto en la Cuba postrevolucionaria, todos estos cambios no han alterado las esencias de esa estructura.
Marx observó que "la historia moderna del capital comienza con la creación, en el siglo XVI, de un comercio y un mercado mundialmente expansivos". (Marx, I:146.) Después de Marx, la contradicción capitalista de la expropiación-apropiación fue subrayada, entre otros, por Werner Sombart y Henri Sée. Este último escribe en su Orígenes del capitalismo moderno:
Las relaciones internacionales constituyen el fenómeno principal que uno encuentra cuando trata de comprender la causa de la acumulación primaria del capital (...). La más fecunda fuente del capitalismo moderno se halla, sin duda, en los grandes descubrimientos marítimos (...). Los orígenes del comercio colonial consisten ante todo, como dice Sombart, en la expropiación de los pueblos primitivos, incapaces de defenderse contra los ejércitos invasores. Mediante verdaderos actos de piratería, los mercaderes europeos obtuvieron enormes ganancias (...). No menos lucrativas fueron las prácticas de trabajo forzoso que Ios europeos exigieron de los aborígenes de las colonias (...) y de los negros importados de África por los tratantes de esclavos, comercio criminal éste, pero que creó, no obstante, enormes riquezas (...). Debemos reconocer que esta fue una de las fuentes (...) del capitalismo. (Sée, 1961: 26, 40.)
La conquista y la incorporación a la estructura metrópoli-satélite del capitalismo fueron más rápidas y llegaron más lejos en la América Latina que en otras partes. ¿Razones? El oro, el azúcar y la expropiación de ambos a los satélites latinoamericanos y su apropiación por la metrópoli europea y, más tarde, también por la norteamericana. Así, Sergio Bagú escribe en su clásico Economía de la sociedad colonial-Ensayo de Historia comparada de América Latina:

"La revolución comercial, que se inicia en el siglo XV, al multiplicar el capital mercantil y estimular su vocación internacionalista, vinculó la suerte de un país con la de otro, intensificando su interdependencia económica". "La economía que las metrópolis ibéricas organizaron en América fue de incuestionable índole colonial, en función del mercado centro-occidental europeo. El propósito que animó a los productores luso-hispanos en el nuevo continente tuvo el mismo carácter. No fue feudalísmo Io que apareció en América en el período que estudiamos, sino capitalismo colonial... Iberoamérica nace para integrar el ciclo feudal". "Si alguna característica bien definida e incuestionable podemos encontrar en la economía colonial es la de la producción para el mercado. Desde los primeros tiempos del régimen hasta sus últimos días, ella condiciona toda la actividad productiva"... "Es así como las corrientes que entonces predominaban en el mercado internacional europeo constituyen elementos condicionantes de primera importancia en la estructuración de la economía colonial. Esto es, por otra parte característico de todas las economías coloniales, cuya subordinación al mercado extranjero ha sido y sigue siendo el principal factor de deformación y aletargamiento".
La penetración capitalista, además de convertir a la América Latina en satélite de Europa, introdujo pronto en ella esencialmente la misma estructura metrópoli-satélite que caracterizaba las relaciones latinoamericanas con Europa. El sector que explotaba las minas y exportaba los minerales fue el alma de la economía colonial, y aunque nunca dejó de ser un satélite de la metrópoli europea se convirtió en todas partes en un centro metropolitano del resto de la economía y la sociedad nacional. Surgió o se creó una serie de sectores y regiones satélites pera abastecer a las minas de madera y de combustible, a los mineros de comida y ropa, y a los ociosos dueños de minas, comerciantes, funcionarios, clérigos, militares y gorrones, de la parte de los elementos de su vida parasitaria que no importaban de la metrópoli con el producto del trabajo forzoso indígena e importado. Creció de este modo una economía ganadera, triguera y textil que no era menos comercial y sí más dependiente que la economía minera misma.
El ganado, que entonces era una fuente de bienes de consumo y exportación mucho más importante que ahora, y el trigo, renglón principal de la hacienda española, se produjeron desde el principio en grandes haciendas que españoles y criollos poseían y administraban. Los primeros trabajadores fueron, por fuerza, esclavos, después indígenes encomendados o sujetos a la mita; más tarde brazos alquilados, obligados a la servidumbre por deudas o por diversos contratos de aparcería que aseguraban su permanente disponibilidad. La tierra, al principio en gran parte inútil para los españoles, pero después progresivamente buscada y más valiosa a medida que el valor comercial de sus productos aumentaba, se adquiría por merced, por conquista, por expulsión de los indígenas de sus tierras comunales, y posteriormente de los mestizos y hasta de los pobladores blancos de sus predios, ocupándose primero la tierra secuestrada y legalizándose después la ocupación mediante soborno y falsificación de documentos, a menudo mediante compra o embargo por deudas del propietario anterior, o por diversos medios fraudulentos, pero nunca, debe observarse, por encomienda, pues ésta sólo otorgaba derechos sobre los indígenas y no sobre la tierra.
Los monarcas sólo concedían tierras a quienes se hacían acreedores a ello por vivir en la capital de la colonia o de la provincia. A menudo los propietarios de tierra no se distinguían de los poseedores de derechos exclusivos sobre el comercio internacional o interior, la explotación de minas, los medios de transporte, el capital usurario, los empleos civiles y religiosos y otras fuentes de privilegios.
La propiedad privada surge, pues, en circunstancias favorables para que cambie de manos; sus títulos se heredan, se negocian, se transfieren por compraventa; los compradores surgen entre Ios funcionarios (cuyos buenos sueldos les permiten disponer de dinero, tan escaso entonces) y entre quienes han logrado enriquecerse con rapidez gracias al comercio y, sobre todo, a las minas de oro y plata. Es lógico, por tanto, que encomenderos funcionarios fuesen los primeros propietarios rurales e iniciaran un lento proceso de acumulación de tierras que alcanzará su apogeo en el siglo XVII (Céspedes, 1957): III, 414).
Fue el nexo monetario y la dura realidad económica en que se apoyaba, y no principalmente las tradiciones, los principios o las relaciones sociales aristocráticas o feudales, lo que rigió en América Latina desde el comienzo. Y fue la concentración estructural de la propiedad, del predominio y del capital la que también concentró la tierra, los brazos encomendados, el comercio, las finanzas y los empleos civiles, religiosos y militares en unas pocas manos¹. El poder del capital monopolista predominó desde el principio y continúa predominando. La sede geográfica, económica, política y social de esta apropiación y acumulación monopolista de capital fue, por supuesto, la ciudad y no el campo, por mucho que éste haya sido la fuente de la riqueza.
La ciudad colonial vino a ser el centro metropolitano interior predominante, y el campo el satélite periférico dependiente. Al mismo tiempo, el dominio y la aptitud para el desarrollo económico de la ciudad latinoamericana fueron coartados desde el principio, pero no por su región satélite o alguna supuesta estructura feudal de aquélla (antes bien, la estructura del campo fue y sigue siendo la fuente principal del desarrollo económico urbano), sino por su propia condición de satélite de la metrópoli mundial extranjera. En cuatrocientos años ninguna metrópoli latinoamericana ha superado esta limitación estructural de su desarrollo económico. Un investigador de la América Central observa:
"La posición privilegiada de la ciudad tiene su origen en la época colonial. Fue fundada por el conquistador para cumplir las mismas funciones que todavía cumple en la actualidad: las de incorporar al indígena en la economía traída y desarrollada por ese conquistador y sus descendientes. La ciudad regional era un instrumento de conquista y es aún en la actualidad de dominación". (Stavenhagen, 1963: 81.)
De dominación, empero, no sólo de su propio grupo gobernante sino también de la metrópoli imperialista, cuyo instrumento es la ciudad latinoamericana, con su disperso sector terciario "de servicios".
Una vez introducidas en la América Latina, en los niveles internacional y nacional, las contradicciones capitalistas de la polarización y la expropiación-apropiación, sus consecuencias necesarias, esto es, desarrollo limitado o subdesarrollo en las metrópolis del continente y desarrollo del subdesarrollo estructural, lejos de retardar su aparición varios siglos, hasta después de la revolución industrial inglesa, como con tanta frecuencia se sugiere, comenzaron a generarse y brotar desde luego. Bajo el subtítulo de "Dinámica de las economías coloniales", Aldo Ferrer confirma nuestra tesis en La economía argentina, las etapas de su desarrollo y problemas actuales:
"Si se pretende determinar cuáles fueron las actividades económicas dinámicas en la economía colonial, deben recordarse las características de la economía de la época y se concluye qua fueron aquellas estrechamente ligadas al comercio exterior. La minería, los cultivos tropicales, las pesquerías, la caza y la explotación forestal, dedicadas fundamentalmente a la exportación fueron las actividades expansivas que atrajeron capital y mano de obra. En estos casos, (economías coloniales) la producción se realizaba generalmente en unidades productivas de gran escala, sobre la base de trabajo servil. Los grupos de propietarios y comerciantes vinculados a las actividades exportadoras eran, lógicamente, los de más altos ingresos, conjuntamente con los altos funcionarios de la Corona y del clero (que muchas veces consiguieron sus puestos por la compra de los mismos). Estos sectores constituían la demanda dentro de la economía colonial y eran los únicos sectores en condiciones de acumular. Forzando el concepto, constituían al mismo tiempo el mercado interno colonial y la fuente de acumulación de capital.
En estas condiciones, al mismo tiempo que el sector exportador era muy poco diversificado, la composición de la demanda tampoco favorecía la diversificación de la estructura productiva interna. Cuanto más se concentraba la riqueza en un pequeño grupo de propietarios, comerciantes e influyentes políticos, mayor fue la propensión de adquirir los bienes manufacturados de consumo y durables (consistentes en buena proporción de bienes suntuarios de difícil o imposible producción interna) en el exterior, y menor fue la proporción del ingreso total de la comunidad gastado internamente... El sector exportador no permitía, pues, la transformación del sistema en su conjunto, y una vez que la actividad exportadora desaparecía, como ocurrió con la producción azucarera del noreste del Brasil ante la competencia de la producción antillana, el sistema en su conjunto se desintegraba y la fuerza de trabajo volvía a actividades de neto carácter de subsistencia. Independientemente de las restricciones que las autoridades solían imponer sobre las actividades que dentro de las colonias competían con las metropolitanas, poca duda cabe que tanto la estructura del sector exportador como la concentración de la riqueza constituyeron obstáculos básicos para la diversificación de la estructura productiva interna, la elevación consecuente de los niveles técnicos y culturales de la población y el surgimiento de grupos sociales vinculados a la evolución del mercado interno y a la busqueda de líneas de exportación no controladas por la potencia metropolitana. Este chato horizonte del desarrollo económico y social explica buena parte de la experiencia del mundo colonial americano y, notoriamente, de las posesiones hispano-portugueses". (Ferrer, 1963: 31-32).
Poniendo en mis propios términos las observaciones y el análisis de Ferrer, se puede observar cómo el establecimiento de la estructura metrópoli-satélite entre Europa y las colonias latinoamericanas, y dentro de estas mismas, sirvió para fomentar desde luego un desarrollo limitado o subdesarrollo en la metrópoli colonial (nacional después) y un subdesarrollo estructural en los satélites periféricos de estas metrópolis coloniales. Bagu y Ferrer observan que la exportación del excedente económico de las colonias fue la causa y la fuerza motriz que las llevó a ser partes integrantes del expansivo sistema capitalista mundial. Como anota Ferrer explícitamente, el sector dinámico de las colonias o satélites fue el de la exportación, es decir, la metrópoli interior. Desde el principio mismo, esta metrópoli interior y más tarde nacional expropió el excedente económico de sus satélites periféricos y, sirviéndose de esta metrópoli interior como instrumento de expropiación, la metrópoli mundial se apropió a su vez de gran parte de ese mismo excedente económico. Algo de este excedente económico de las periferias provinciales quedó, por supuesto, en las diversas metrópolis latinoamericanas. Es decir, como señala Ferrer, el producto interno se concentró allí, como también, en consecuencia, la actitud nacional para el consumo y la inversión o la acumulación. Pero la misma estructura metrópoli-satélite, cuyo desarrollo, en primer lugar, dio existencia a la América Latina que conocemos, creó y sigue creando en estas metrópolis latinoamericanas (quizás aún más ahora) intereses que indujeron a sus grupos dirigentes a satisfacer por medio de importaciones gran parte de su concentrada demanda de consumo.
Esta estructura conspiró también contra la inversión por aquéllos del excedente económico apropiado de sus compatriotas, en fábricas para su propio consumo o para la exportación, y mucho menos, por supuesto, para el consumo de los expropiados. Las consecuencias de la estructura metrópoli-satélite del capitalismo internacional sobre la estructura y el proceso capitalista nacional no se resumen únicamente, por tanto, en la apropiación por la metrópoli mundial del excedente de los centros nacionales, que además de ser satélites de aquélla son metrópolis de sus respectivos satélites periféricos, de cuyo excedente económico se apropian a su vez. Los efectos del capitalismo mundial y nacional calan más hondo y conducen a la orientación errónea y el mal empleo hasta del excedente que queda a disposición del satélite.
Esta ha sido, pues, la regla del desarrollo económico y, simultáneamente, del subdesarrollo a lo largo de la secular historia del capitalismo. Si los grupos gobernantes de los países satélites han encontrado provechoso, de vez en cuando, adoptar un grado relativamente mayor de industrialización y desarrollo autónomos, como ocurrió en el siglo XVII y varias veces después, no fue porque hubiese cambiado la estructura esencial del sistema capitalista mundial sino únicamente porque el grado de dependencia de las metrópolis mundiales había menguado temporalmente, debido al accidentado desarrollo del belicoso sistema capitalista mundial. Durante las depresiones y las guerras, el desarrollo industrial y económico de los satélites latinoamericanos tomó impulso, sólo para ser cercenado de nuevo o reencauzado en el subdesarrollo por la subsiguiente recuperación y expansión de la metrópoli, o por el restablecimiento de la integración activa de ésta con sus satélites.
Vale decir que en el conjunto de América Latina, las tres contradicciones del capitalismo hicieron su aparición desde el principio y comenzaron a ejercer sus inevitables efectos. A despecho de todas las transformaciones económicas, políticas, sociales y culturales por las que han pasado la América Latina y Chile desde el período inmediatamente posterior a la Conquista, han retenido los elementos de la estructura capitalista que la colonización implantó en ellas. La América Latina, lejos de haber superado recientemente o de no haber superado aún el feudalismo (que, en realidad, nunca conoció), o de haber tomado hace poco un papel activo en el teatro del mundo, inició su vida y su historia posterior a la Conquista como parte integrante y explotada del desarrollo capitalista mundial. Eso explica su subdesarrollo de hoy.
1. Eduardo Arcila Farías escribe en El régimen de la encomienda en Venezuela (1957: 307):
"La encomienda y la propiedad territorial en América son instituciones que no tienen entre sí ninguna relación. Entre los institucionalistas no existe confusión alguna al respecto, y los historiadores especializados han puesto cada cosa en su sitio. En realidad no se justifica el hacer aquí esta aclaración sobre una materia muy clara, sino en razón del desconocimiento que existe en Venezuela tanto sobre la encomienda como sobre los orígenes de la propiedad territorial, sobre los cuales no se ha intentado aún estudio alguno.
"A menudo muchas personas que escriben sobre historia en nuestro país confunden ambos términos y atribuyen los orígenes de la propiedad a Ia encomienda".
Silvio Zavala, en su New Viewpoints on the Spanish Colonization of America (1943: 80, 84), dice así : "La idea más generalmente aceptada al respecto de la encomienda es que las tierras y los indios fueron repartidos entre los españoles desde los primeros días de la Conquista [...]. Pero esta noción de que las encomiendas fueron el verdadero origen de la hacienda está expuesta a seria duda, a la luz de la historia de la tierra tanto como a la del pueblo [...]. En resumen podemos decir que la propiedad del suelo en Nueva España no era conferida mediante encomiendas. Dentro de los límites de una sola encomienda podían encontrarse tierras pertenecientes a indios individualmente, tierras poseídas colectivamente por las aldeas, tierras de la Corona, tierras adquiridas por el encomendero mediante una concesión diferente de la encomienda o relacionada con su derecho al pago de contribuciones en productos agrícolas, y, por último, tierras otorgadas a otros españoles, aparte el encomendero. Lo anterior demuestra que la encomienda no puede haber sido el antecedente directo de la hacienda moderna, porque no daba verdaderos derechos de propiedad [...]. En Chile, en cierto caso, el encomendero de una aldea despoblada, lejos de pretender que las tierras abandonadas le pertenecían por virtud de su encomienda original, acudió a las autoridades reales para que le diesen el derecho a ellas mediante una nueva y diferente concesión".

Marie-Sophie Germain

Traductor : Ramón Sanromà Aragonés


Nacida: 1 de Abril de 1776 en Paris, Francia Fallecida: 27 de Junio de 1831 en Paris, Francia
Marie-Sophie Germain fue la hija mediana de Ambroise-François, un próspero comerciante de pieles, y de Marie-Madelaine Gruguelin. El hogar de Sophie fue un lugar de encuentro para todos aquellos interesados en la reforma liberal y estuvo expuesta a discusiones políticas y filosóficas desde pequeña. A los trece años, Sophie leyó un relato sobre la muerte de Arquímedes a manos de un soldado romano. Se conmovió por la historia y decidió que ella también habría de convertirse en una matemática. Sophie prosiguió sus estudios aprendiendo por sí misma latín y griego. Leía a Newton y Euler por la noche envuelta en sábanas mientras sus padres dormían - ellos se habían llevado su fuego, su luz y su ropa en un intento de obligarla a alejarse de sus libros. Con el tiempo sus padres disminuyeron su oposición a sus estudios y aunque Germain ni se casó ni obtuvo una posición profesional, su padre la ayudó financieramente a lo largo de su vida. Sophie obtuvo los apuntes de muchas asignaturas de la École Polytechnique. Al final de un curso de Lagrange sobre análisis, usando el seudónimo de M. LeBlanc, Sophie presentó un ensayo cuya originalidad y perspicacia hizo que Lagrange buscara a su autor. Cuando descubrió que 'M. LeBlanc' era una mujer, el respeto por su trabajo permaneció y él se convirtió en su padrino y en su consejero matemático. La educación de Sophie, sin embargo, era desorganizada y fortuita y ella jamás recibió la formación profesional que quería. Germain escribió a Legendre sobre problemas sugeridos por su Essai sur le Théorie des Nombres (Ensayo sobre la Teoría de Números), de 1798 y la consiguiente correspondencia Legendre - Germain pasó a ser virtualmente una colaboración. Legendre incluyó algunos de los descubrimientos de ella en un suplemento a la segunda edición de la Théorie. Varias de sus cartas fueron después publicadas en las Oeuvres Philosophique de Sophie Germain (Obras filosóficas de Sophie Germain).
Sin embargo, la correspondencia más famosa de Germain fue la que mantuvo con Gauss. Ella desarrolló un entendimiento exhaustivo de los métodos que él presentó en su Disquisitiones Arithmeticae de 1801. Entre 1804 y 1809 le escribió una docena de cartas, adoptando de nuevo, inicialmente, el seudónimo 'M. LeBlanc' porque temía ser ignorada debido a ser una mujer. Durante su correspondencia, Gauss le dio pruebas de gran elogio por su teoria de números, una valoración que él repitió en cartas a sus colegas. La verdadera identidad de Germain fue revelada tras la ocupación francesa de su ciudad, Braunschweig, en 1806. Recordando el destino de Arquímedes y temiendo por la seguridad de Gauss contactó con un comandante francés amigo de la familia. Cuando Gauss supo que la intervención se debió a Germain, quien también era 'M. LeBlanc', le hizo más elogios todavía. Entre sus trabajos realizados durante este periodo se encuentra el trabajo sobre el Último Teorema de Fermat y un teorema que ha sido conocido como el Teorema de Germain. Éste continuó siendo el resultado más importante relacionado con el Último Teorema de Fermat desde 1738 hasta las contribuciones de Kummer en 1840. En 1808 el físico alemán Ernst F F Chladni, visitó Paris donde dirigió experimentos en platos vibratorios exponiendo las llamadas figuras de Chladni. El Instituto de Francia estableció un concurso con premio con el siguiente desafío:
formular una teoría matemática sobre las superficies elásticas e indicar cómo concuerda con la evidencia empírica.Se fijó un plazo de entrega de dos años. La mayoría de los matemáticos no intentaron resolver el problema, porque Lagrange había dicho que los métodos matemáticos disponibles eran inadecuados para resolverlo. Germain, sin embargo, consumió la década siguiente intentando deducir una teoría de la elasticidad, compitiendo y colaborando con algunos de los más eminentes matemáticos y físicos. De hecho, Germain fue la única competidora en el concurso en 1811, pero su trabajo no ganó el premio. Ella no había deducido sus hipótesis a partir de principios de la física; no podía haber hecho esto entonces porque no había tenido formación en análisis y en cálculo de variaciones. Sin embargo, su trabajo desencadenó nuevos conocimientos. Lagrange, quien fue uno de los jueces del concurso, corrigió los errores en los cálculos de Germain y apareció una ecuación que él creyó podría describir los modelos de Chladni. El plazo del concurso se prorrogó por dos años y, de nuevo, Germain presentó la única candidatura. Ella demostró que la ecuación de Lagrange producía los modelos de Chladni en varios casos, pero no pudo dar una deducción satisfactoria de la ecuación de Lagrange a partir de principios físicos. Por este trabajo ella recibió una mención honorífica. El tercer intento de Germain en el concurso reabierto en 1815 fue considerado merecedor del premio de una medalla de un kilogramo de oro, aunque seguían habiendo deficiencias en su rigor matemático. Para decepción pública, ella no apareció como se esperaba en la ceremonia de entrega de premios. Aunque éste era el punto álgido en su carrera científica se ha sugerido que
ella pensaba que los jueces no apreciaban plenamente su trabajoy que
la comunidad científica no mostraba el respeto que le debía merecer.Ciertamente Poisson, su mayor rival en el tema de la elasticidad, y también un juez del concurso, envió un lacónico y formal reconocimiento de su trabajo, evitó toda discusión seria con ella y la ignoró en público. Como expresa un biógrafo:
Aunque fue Germain quien primero intentó solucionar un problema difícil, cuando otros con más formación, habilidad y contactos desarrollaron su trabajo, y la elasticidad pasó a ser un importante asunto científico, ella fue eliminada. Las mujeres simplemente no eran tomadas en serio.Germain intentó extender su investigación, en un artículo presentado en 1825 a una comisión del Instituto de Francia, entre cuyos miembros se incluían Poisson, Gaspard de Prony y Laplace. El trabajo sufría varias deficiencias, pero en lugar de informar de ellas al autor, la comisión simplemente ignoró el artículo. Fue recuperado de los artículos de de Prony y publicado en 1880. Germain continuó trabajando en matemáticas y filosofía hasta su muerte. Antes de su muerte, esbozó un ensayo filosófico que fue publicado póstumamente como Considérations générales sur l'état des sciences et des lettres (Consideraciones generales sobre el estado de las Ciencias y las Letras) en las Oeuvres philosophiques. Su artículo fue muy elogiado por August Comte. Estaba afectada por un cáncer de pecho en 1829 pero, no desanimada por ello ni por la lucha de la revolución de 1830, acabó sus artículos sobre la teoría de números y sobre la curvatura de superficies (1831). Germain murió en Junio de 1831, y su certificado de defunción no la menciona como matemática o científica, sino como rentier (arrendadora de vivienda). Artículo de: J J O'Connor y E F Robertson MacTutor History of Mathematics Archive Bibliografía
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Biografía en Encyclopaedia Britannica.
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C Truesdell, Sophie Germain : fame earned by stubborn error, Boll. Storia Sci. Mat. 11 (2) (1991), 3-24.

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CARAL. LA CIVILIZACIÓN MAS ANTIGUA

LA IMPORTANCIA DE CARAL-SUPE

“Caral es importante porque es la civilización más antigua del continente americano, ya que surgió en el año 3,000 a.C. Es decir, Caral se originó simultáneamente con las civilizaciones de Mesopotamia y Egipto. Esto quiere decir que la civilización peruana es más antigua que India, China, Fenicia, Creta, Grecia, Mesoamérica, Israel, Roma y Persia.
Al ser Caral una civilización significa que también es una alta cultura, en muchos aspectos más desarrollada que las otras civilizaciones del mundo. Por ejemplo, Caral inventó los anfiteatros 2,000 años antes que la civilización griega, las momias de la civilización peruana son 3,000 años más antiguas que las de Egipto, la orfebrería del Perú fue la más adelantada del mundo antiguo, la agricultura del Perú es 3,000 años más antigua que la de Egipto y las redes de pescar de Perú son las más antiguas del mundo, entre otros aportes de la civilización peruana”.
Víctor Colán Ormeño, historiador.

Conquista de América

Trata de negros

ASÍ ERAN TRASLADADOS LOS AFRICANOS ESCLAVIZADOS HACIA AMÉRICA